Raúl Pérez-Jiménez comenzó a trabajar en el sistema CRISPR por pura curiosidad. Visto su potencial, el investigador Ikerbasque comenzó a sumar a más científicos al proyecto, abriendo nuevas interrogantes al estudio. El resultado final es un trabajo extenso, que resume cuatro años de trayectoria, y que se presenta como un punto y seguido hacia nuevas vías en la manipulación genética y en la cura de varias enfermedades. 

¿La intención del proyecto era llegar hasta ancestros tan lejanos?

–Cuando uno empieza un proyecto nunca sabe a donde va a llegar. Evidentemente, cuando se decide iniciar uno es porque hay una firme determinación. En este caso, veíamos el sistema CRISPR como una posibilidad, por lo que decidimos empezar a trabajar en ello por curiosidad y por ver cómo podíamos contribuir.

¿Por qué se decidieron por el sistema CRISPR?

–Los científicos estamos continuamente leyendo (risas). El sistema CRISPR es, seguramente, el sistema más famoso del siglo XXI, y una de las personas que más han contribuido a ello ha sido un español, Francis Mojica. Veía que era alguien que podía tener relativamente cerca y que podía aportar con su contribución. De hecho, contactamos con él y formó parte de la investigación. Vimos que detrás había un gran potencial y pensamos que, con nuestras técnicas, podíamos ampliar la investigación.

Estos ancestros de hace 2600 millones de años, ¿son muy diferentes a los de hoy en día?

–Desde el punto de vista genético son muy parecidos, pero desde el funcional hay diferencia. Podemos decir que son sistemas bastante peculiares en si mismo, algo que los hace únicos. Tienen marcadas diferencias que los hacen especialmente interesantes, no solo en el aspecto evolutivo, sino también desde su posible aplicación. Son estructuras genéticas muy interesantes.

“Tener un sistema ancestral nos permite contar con algo más versátil e incluso investigar en el conocimiento molecular”

Esas peculiaridades pueden servir para el tratamiento de enfermedades como el cáncer, la ELA o la diabetes, ¿no?

–En general, el sistema CRISPR actual se está utilizando mucho porque tiene la capacidad de redirigir, lo que permite corregir modificaciones genéticas. El problema es que tiene ciertas limitaciones. El hecho de que tengamos un sistema ancestral sin esas limitaciones nos permite contar con algo más versátil e incluso investigar en el conocimiento molecular. Yo siempre hago una analogía para explicarlo: el sistema CRISPR es como una navaja suiza. Tiene muchas herramientas y ninguna de ellas será seguramente la mejor. No va ser la mejor navaja ni el mejor sacacorchos, pero cuenta con todas. Esa versatilidad le da unas aplicaciones enormes.

Aunque todavía pueda parecer que la manipulación de ADN es algo más propio de la ciencia ficción, es toda una realidad.

–Es algo que lleva haciéndose desde hace algunos años, pero sigue contando con muchas limitaciones. Cuando alguien quiere manipular tal cantidad de información debe estar muy seguro de que manipula lo que quiere y que no haya manipulaciones extrañas que uno no controla. Manipular el ADN tiene un enorme potencial, pero también una enorme responsabilidad. Hay que controlar muy bien estos sistemas para poder aplicarlos.

“Se abren muchas preguntas, pero hemos entrado en un nuevo universo sobre lo que se puede o no hacer”

Ha sido un estudio internacional con científicos de diferentes centros. ¿Cómo ha sido la organización? 

–El trabajo lo inicié solo en 2017 como curiosidad y las colaboraciones fueron surgiendo porque cada vez que se da un paso aparece una nueva pregunta. Al ir contactando con especialistas, fue entrando gente en función de las necesidades y las capacidades. Gracias a toda esa colaboración hemos podido elaborar un artículo enorme que reúne cuatro años de trabajo. La colaboración interdisciplinar e internacional es normal en la ciencia y también necesaria.

Con esa curiosidad que me cuenta, entiendo que este hallazgo es solo un punto de partida para continuar investigando.

–Sí, sobre todo porque desde el punto de vista de aplicación del sistema hay muchas preguntas que se pueden responder como si podremos usarlos para otro tipo de investigaciones. Tener esta secuencia en nuestras manos nos da un abanico enorme de nuevas secuencias que podemos añadir. Se abren muchas preguntas, algunas con una función más importante que otras, pero hemos entrado en un nuevo universo sobre lo que se puede o no hacer.