Y por qué no vamos al valle de Hushé? ¿No tenéis curiosidad por conocer de cerca lo que están haciendo?". Aintzane Gardoki lanzó al aire la pregunta aquel verano de 2019, y la respuesta en casa le sorprendió. "Vamos para allá, ama", le respondieron sus hijos. Antton y Julen Galarza aparcaban así sus planes de ocio estivales para embarcarse en una aventura que les iba a llevar a casi 9.000 kilómetros de distancia de su Arrasate natal, a la región de Baltistán. Con aquella decisión, sin ser conscientes de ello, sentaron la base de lo que hoy en día se ha convertido en un motor clave de empoderamiento para las mujeres de aquel remoto valle. En un ejercicio de superación admirable, han sido capaces de producir 3.325 gorros que llevan la marca Ternua y que se comercializan estos días internacionalmente.

Un proyecto que tiene un alto componente emotivo para Aintzane. Esta profesora de Educación Especial en Arizmendi ikastola era amiga de la infancia de Félix Iñurrategi, el añorado alpinista guipuzcoano que falleció hace 21 años cuando descendía, junto a su hermano Alberto, de la cumbre de la montaña pakistaní Gasherbrum II, de 8.035 metros de altitud.

La ONG Baltistan Fundazioa nació por iniciativa de familiares y montañeros para honrar su memoria. Aunque sus objetivos al principio eran algo imprecisos, sobrevoló siempre la idea de dotar a los habitantes de la zona -donde los hermanos Iñurrategi hicieron historia- de mimbres para un desarrollo económico, sostenible y equitativo. Y en ese contexto surgió la propuesta de Aintzane a su familia. "¿Qué estarán haciendo? ¿Por qué no vamos y lo comprobamos?"

Animada por la respuesta que le dieron en casa, Aintzane le comunicó sus planes a Alberto Iñurrategi. "¡Uf, que apuesta más valiente!", resopló. "Ten en cuenta que aquello no es Nepal, que allá acaba la carretera y hay mujeres que jamás han salido de su pueblo", le advirtió el alpinista, quien conoce como nadie la cordillera del Karakorum, una de las vastas cadenas montañosas de Asia donde se elevan cuatro de los ochomiles del planeta. En uno de ellos, en el Gasherbrum II, perdió la vida su hermano, aunque la vida sigue, y aguardaban en aquel lugar mujeres que atesoraban un potencial extraordinario. Solo les faltaba una oportunidad. "Ama, claro que vamos", le insistían los chavales. Un coro de voces al que se sumó Julen, el padre de familia, profesor en Mondragon Unibertsitatea y con ideas claras para formar a estas mujeres en cooperativismo.

Y así fue como empezó a perfilarse el plan. Estos cuatro vecinos de Arrasate se mostraban dispuestos a lidiar con todos los problemas que surgieran en el país subdesarrollado. Baltistán, además, tiene una dificultad añadida: es un área de conflicto desatendida por el Gobierno, entre India, Pakistán y China. Tanto es así que el desarrollo de la población del valle se ve muy afectado por problemas de salud y pobreza extrema. De todo ello les informó Txaro Otxandorena, una de las impulsoras de este proyecto y miembro de la Fundación. "Nos contó cómo era todo aquello y qué podíamos hacer. Mis hijos sabían inglés, así que se dedicarían a impartir clases mientras mi marido se centraría en enseñarles gestión cooperativista", rememora Gardoki de aquella conversación.

Ella aprendió a coser y a hacer jabón. Quería trasladar sus conocimientos a las mujeres de Machulu, uno de los ocho pueblos del Valle de Hushé al que estaban a punto de partir. "Seis días antes de salir me llamó Alberto: Te voy a dar unos modelos de gorros de Ternua que quieren comercializar, me dijo".

Reciclaje de última hora

Gorros con etiqueta

Se abría de par en par la puerta a una oportunidad que había que aprovechar como fuera. Aintzane tuvo que reciclarse a última hora por medio de tutoriales. Adquirió nuevas destrezas antes del viaje, y el buen hacer de las habitantes de la remota aldea hizo el resto, con un sorprendente resultado: una edición limitada de 3.325 gorros que están a la venta internacionalmente y que llevan una etiqueta con el nombre de la mujer que lo ha elaborado.

Los modelos Balti y Balti Bor están hechos a mano a base de lana natural. El pedido ha dado trabajo e ingresos a 80 mujeres que han creado la cooperativa Ringchan, la primera formada únicamente por ellas en el valle de Hushé. "El alcance de esta iniciativa es extraordinario. Pese a la pandemia, y haciendo frente a barreras culturales que empiezan en sus propias casas, estas mujeres han sido capaces de crear una cooperativa que no solo les da un empleo sino que les empodera, y les otorga un papel importante en el valle", sostiene Gardoki.

Durante su estancia, pudo comprobar de primera mano que las condiciones de vida de estas mujeres no son fáciles. "Tuve la suerte de poder contactar con ellas, algo que no siempre resulta fácil en una sociedad en la que viven relegadas. Aunque estaban muy atareadas porque en aquella sociedad la mujer es la única que trabaja, hacían un hueco en sus ocupaciones y venían a aprender a hacer los gorros. Lo vivían como su ratito, un momento de liberación".

Otxandorena, miembro de la Fundación, señala que detrás de la cooperativa Ringchan hay "una historia humana muy bonita". "Llevábamos tiempo enseñándoles a coser cosas para casa, pero las mujeres nos pedían ir más allá. Querían hacer algo artesano que luego se pudiera vender". Fue a partir de ahí cuando la familia arrasatearra se interpuso en sus vidas para brindarles la oportunidad de hacer realidad sus sueños, con un modelo de desarrollo económico sostenible que, por encima de todo, les hace visibles e importantes dentro de su comunidad.

Las protagonistas. Las artífices son mujeres que viven en la región de Baltistán, un área de conflicto desatendida por el Gobierno, entre India, Pakistán y China. Gracias a la formación que han recibido de una familia de Arrasate han creado una cooperativa en el valle de Hushé, y 80 integrantes han elaborado 3.325 gorros que Ternua ha incluido en su línea de accesorios. Se venden internacionalmente. Cada prenda lleva una etiqueta con el nombre de la mujer que lo ha elaborado.

Formación. Julen, el padre de la familia de Arrasate, les enseñó gestión coperativista. Antton y Julen, los hijos, inglés y redes sociales, y Aintzane, costura.