Ararteko, la cara amable
El Ararteko cumple 30 años de andadura en los que se ha consolidado como la institución de defensa de los ciudadanos frente a las actuaciones de la Administración. Seriedad, implicación y reconocimiento han sido las claves.
Para Manu Lezertua, el Ararteko es “la cara amable, la institución que pretende ser cercana a los ciudadanos”. Y con esa vocación, tanto él como sus predecesores han desempeñado su labor con seriedad e implicación. Según Lezertua, ese ha sido su éxito a lo largo de estos 30 años. “Aquí se ha trabajado con seriedad, ha habido buenos arartekos que han cumplido sus funciones con seriedad e implicación. Es un trabajo difícil de hacer bien si no te implicas personalmente. Y, además, ha habido un respeto institucional hacia la figura del ararteko y un respeto también a las exigencias de la persona que ocupa el puesto y, al momento de la elección, se ha intentado garantizar su independencia”, explica.
El 27 de febrero de 1985 el Parlamento Vasco aprobó la Ley 3/1985, por la que se creó y reguló esta institución. Sin embargo, tuvieron que pasar cuatro años más hasta la designación del primer ararteko, el guipuzcoano Juan San Martín Ortiz de Zarate.
“El Ararteko ha permitido, desde el punto de vista de los ciudadanos, una vía de acceso, un sistema accesible para quejarse de aquello que les parece que no funciona bien o cuando no se respetan sus derechos, se ha cometido un acto irregular, un acto irracional, que no respeta los principios de buena administración. Desde el punto de vista de la Administración, es muchas veces un sistema que permite identificar dónde hay problemas y cuáles son los márgenes de mejora. Es un sistema que puede evitar la arbitrariedad, respuestas burocráticas que no tienen en cuenta la individualidad de la persona que se acerca a la Administración”, sostiene Lezertua, quien llegó al cargo en 2015.
Anteriormente y durante once años, estuvo Iñigo Lamarka (2004-2015). “Para mí fue un ejercicio de responsabilidad y una experiencia formidable porque fue algo que me gustó desde el principio. El conjunto del equipo dimos un salto cualitativo importante a una institución que ya había hecho cosas muy importantes de cara a satisfacer los objetivos que tenía, de manera que, en sus 30 años de andadura, la institución fuese mejorando y dando un mejor servicio a la ciudadanía”, sostiene Lamarka.
Los mandatos de Xabier Markiegi (1995-2000) y Mertxe Agúndez Basterra (2000-2004) fueron los de consolidación de la institución del Ararteko, con un aumento cuantitativo y cualitativo de las distintas actividades realizadas por esta oficina. “Lo recuerdo como una oportunidad excepcional de servicio a la ciudadanía, como una experiencia de recibir a la gente y escucharla, leer sus cartas, sentir sus confidencias, acercarte con dolor a sus dolores; escuchar a los funcionarios, sus razones... Y sentirte eficaz. Las administraciones escuchan al ararteko, sus argumentos y sus mediaciones. Se arreglan las cosas. Fui muy consciente de que, institucionalmente, estaba haciendo de benefactor. Evitas el litigio, restituyes el derecho, previenes el maltrato, y eso es gratificante”, recuerda Markiegi.
“A pesar de los momento tan difíciles que me tocó vivir, tanto en la etapa que comencé con Markiegi como adjunta como los cuatro años que estuve como ararteko en funciones, la institución se consolidó. Además de resolver las quejas, se siguió trabajando con las asociaciones y colectivos especialmente vulnerables: menores, personas mayores, personas con discapacidad, personas en prisión, personas de origen extranjero...”, explica Agúndez Basterra.
En 2002 se produjo un fuerte incremento de las quejas por Internet, rompiendo la tendencia de los años anteriores en que las personas reclamantes preferían acudir a las oficinas de atención directa. “Aprovechando este impulso se decidió abrir, en nuestra página web, una ventana sobre los derechos de la infancia con el objetivo de visibilizar sus problemas y contribuir a la defensa y protección de sus derechos”. El mandato de la única mujer que ha desempeñado, hasta el momento, el cargo de ararteko se caracterizó también por su defensa de los derechos de las mujeres.
“Se trataba, en definitiva, de visibilizar a las mujeres y de incorporar sus problemas como problemas del colectivo social. Por eso, en los últimos años de mi mandato, observando que el número de mujeres muertas a manos de los hombres con quienes habían convivido constituía una de las vulneraciones más graves y frecuentes, presenté en el Parlamento Vasco un informe que analizaba la respuesta institucional a la violencia contra las mujeres en la CAV. En él se recogía información sobre los servicios de asistencia jurídica, psicológica, pisos de acogida, atención policial... que diferentes administraciones venían prestando a este colectivo, con el objetivo de valorar la atención y si se adecuaba a las necesidades de estas personas”, explica.
Retos Todos coinciden en que el principal reto de la institución es seguir en la defensa y promoción de los derechos humanos en un mundo en constante cambio. “Hay un ámbito que me preocupaba cuando era ararteko y observo como ciudadano que va a más. Hay una serie de servicios que son muy necesarios para la ciudadanía en su vida cotidiana y son gestionados por entidades privadas. Me estoy refiriendo a servicios de telefonía, Internet, transporte de viajeros, suministros de energía, de gas, etc. También el ámbito financiero. Y en todos los ámbitos, hay dos elementos que son singulares: que lo prestan entidades privadas y, por tanto, los defensores del pueblo no pueden entrar, y que son servicios absolutamente indispensables para la ciudadanía. Hay algunos colectivos absolutamente vulnerables y se cometen muchos abusos”, apunta Lamarka.
“Creo que los derechos de estas personas como usuarios, como ciudadanos, no están debidamente protegidos”, concluye.
La bilbaina Mertxe Agúndez Basterra ejerció como ararteko en funciones durante el periodo comprendido entre los años 2000 y 2004. Abogada desde 1976 y defensora de los derechos democráticos, durante su mandato como ararteko, destacó en la defensa del derecho de las mujeres a participar en las fiestas populares vascas.
Elegido ararteko por el Parlamento Vasco en 2015, tomó posesión para el ejercicio de este cargo durante un período de cinco años. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto. Ha sido funcionario internacional del Consejo de Europa, letrado del Tribunal Europeo de Derecho Humanos y letrado del Tribunal Constitucional.
El donostiarra Iñigo Lamarka es licenciado en Derecho por la EHU-UPV y fue profesor de Derecho Constitucional. Su trabajo se ha destacado por su trabajo en la defensa de la diversidad afectivo-sexual y de género. Fue presidente de Gehitu y miembro del equipo directivo de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
Docente y exparlamentario del grupo político Euskadiko Ezkerra. Durante su mandato le acompañó como adjunta la abogada Mercedes Agúndez Basterra, que le sustituyó en el cargo. Sus mandatos fueron los de consolidación de la institución del Ararteko, con un aumento cuantitativo y cualitativo de las distintas actividades realizadas por esta oficina.
El Parlamento Vasco eligió como primer ararteko al guipuzcoano Juan San Martín Ortiz de Zarate en 1989. Humanista y autodidacta, Juan San Martín fue miembro de Euskaltzaindia y de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Escritor, etnólogo, espeleólogo, arqueólogo, llegó a ser presidente del Instituto Europeo del Ombudsman entre 1994 y 1995. A Juan San Martín le correspondió la puesta en marcha de la institución. En esta época se inició la elaboración de algunos informes extraordinarios como Los calabozos, Los psiquiátricos, Las residencias de tercera edad en la Comunidad Autónoma Vasca (1992-1993).
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