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“Cada comunidad tendría que tener un arquitecto de cabecera, como un médico de familia”

Cuando comenzó la carrera, la media para obtener la licenciatura, una de las de más prestigio, era de 13,6 años. Tres décadas después, los arquitectos buscan recuperar su sitio en una sociedad cambiante que deberá rediseñar su hábitat

“Cada comunidad tendría que tener un arquitecto de cabecera, como un médico de familia”

donostia - En la presentación de la Bienal Mugak lanzaron el mensaje de que hay que acercar la arquitectura a la gente. ¿Por qué?

-Necesitamos que entiendan que la arquitectura es mucho más. No puedes dar un paso, a no ser que te vayas al monte, sin estar rodeado de arquitectura, está presente en todo, y la gente debería de contar con los arquitectos para muchas cosas. Por eso, en la Bienal Internacional de Arquitectura de octubre, en la plaza Zuloaga, el Colegio de arquitectos Vasco Navarro va a construir un pabellón donde se va a trabajar sobre maquetas y en talleres el tema de la vivienda transgeneracional para ver cómo va a cambiar la vivienda en el futuro para adaptarse a los cambios sociales, al envejecimiento de la población, la contaminación y el cambio climático. Las nuevas construcciones tendrán que contemplar todo eso. Y no hay que olvidar que el urbanismo también es arquitectura.

Venimos de unos años en que los arquitectos estaban encumbrados. Se me ocurren nombres ilustres. ¿Ha provocado eso ese alejamiento de la sociedad?

-Hay arquitectos estrella que hacen obras estrella. Aquí en San Sebastián tenemos por ejemplo, la iglesia de Iesu o el Kursaal de Rafael Moneo. Pero somos más de 1.100 colegiados en Gipuzkoa y hay más arquitectos humildes que estrellas de la arquitectura. Cuando trabajamos con un cliente lo hacemos de tú a tú con él y terminamos conociendo toda su vida.

¿Al igual que la burbuja inmobiliaria, la hubo arquitectónica?

-En los años en los que ha habido mucho dinero sí que ha podido suceder. Un ejemplo lo tienes en todas las bodegas que se construyeron con arquitectos de muchísima reputación. Pero es algo que se da en todos los campos de la vida.

¿Y cuál es la situación de su colectivo a día de hoy?

-Necesitamos que se colegien más jóvenes y que nos conozcan mejor. Cuando yo me colegié, era algo automático. Te licenciabas y venías al colegio. Ahora cuesta más. Pero toda la sociedad ha cambiado mucho con las redes sociales.

¿Qué ventajas aporta colegiarse?

-El colegio es un gran apoyo para los colegiados porque colaboramos en muchos aspectos, entre ellos la formación. El mundo está cambiando tanto que tienes que estar formándote continuamente. Ofrecemos también asesoramiento tecnológico, jurídico, y creo que es una gran ventaja para los arquitectos estar colegiado, porque tienes una estructura detrás que te apoya.

Y tras la crisis, ¿cómo está la situación del sector?

-Difícil, pero ahí seguimos, aunque algunos compañeros han quedado en el camino.

¿Es cierto que muchos profesionales han pasado a ser mileuristas? ¿Qué opina de ello?

-Cuando hay necesidad de trabajar es muy complicado, pero hay que mantener unos mínimos por dignidad, porque nos ha costado mucho. Esta es una carrera larga, complicada, exigente. Con mucho costo personal y de las familias, que nos han tenido que financiar. Tenemos un seguro de diez años que tenemos que suscribir, porque nuestra responsabilidad es muy grande. Cuando firmas un proyecto, te acompaña para toda la vida y eso hay que tenerlo presente siempre. Ya sé que los honorarios son libres, pero deberíamos respetar unos mínimos.

¿Ha pasado ya lo peor de la crisis?

-Nos estamos recuperando, pero hemos sufrido una crisis muy dura. Estudios grandes se han mantenido, pero han tenido que prescindir de mucha gente. Y para los pequeños ha sido muy difícil.

Parece que a falta de nueva construcción, la rehabilitación es una de las opciones de futuro...

-Hay un campo enorme porque los edificios se construyeron muy rápido durante unos años, las normativas eran otras y prácticamente no se colocaba aislamiento. Antes se decía que con una buena caldera se solucionaba todo, pero hoy en día la clave es otra, hay que contener el gasto y ese mensaje ya no vale.

Admite que se construyó mucho.

-Eso es evidente. Ya hemos visto cómo de rápido han crecido las ciudades pero es cierto que la gente está concentrándose en las mismas y eso ha traído otro problema como es la despoblación de ciertas zonas.

¿Qué me dice de la eficiencia?

-Es importantísima. Hay que conseguir que los edificios consuman menos y en nueva construcción hay que ir al consumo nulo o casi nulo. Los edificios públicos a partir de 2020 ya tienen que cumplir eso.

¿Es necesario un arquitecto en toda rehabilitación?

-Primero hay que entender los edificios, cómo funcionan, porque cuando se rehabilita sin analizar antes el comportamiento se pueden agravar problemas. En rehabilitación siempre hacen falta arquitectos. Es como en medicina cuando acudimos al médico. En este caso, nosotros somos los que conocemos los edificios y sabemos dónde hay que actuar para solucionar los problemas o cómo conseguir el mayor beneficio con la mínima inversión. Y no solo hay que tener en cuenta el consumo, lo más importante en una rehabilitación es el confort, en el caso de las viviendas que no tengas corrientes y valorar la calidad del aire que estamos respirando. Y Donostia aún no está tan mal, pero imagínate Madrid. ¿Qué estamos respirando?

¿Y eso qué solución tiene?

-Hay que empezar a pensar que hay que filtrar el aire que respiramos. Por un lado, hay que aislar para que no se escape el calor ni entre el frío, pero desde el momento en que se cambian ventanas y se coloca un aislamiento, se debería instalar un sistema de ventilación con recuperador de calor, que expulsa el aire que hemos respirado y está viciado pero caliente, y filtra el aire nuevo y frío que coge del exterior, transmitiéndole el calor del aire que expulsa. Nuestro estudio acaba de instalar este sistema en un edificio de diez viviendas que rehabilitamos en San Roke, en Donostia, el primero realizado a nivel estatal con una precertificación europea Enerphit y los filtros de las máquinas, que normalmente se tienen que limpiar una vez cada quince días, había que limpiarlos más de una vez a la semana por toda la suciedad que recogen. Claro, todo Donostia está en obras, y asusta ver cómo salen esos filtros. Eso estamos respirando. No digamos cómo puede ser en Madrid o Barcelona.

¿Qué opina de los precios que alcanzó la vivienda en los años del ‘boom’ inmobiliario, en 2005 y 2006?

-En mi opinión muchas viviendas no valen lo que se ha pagado por ellas. Pero creo que hemos recuperado parte de la sensatez. No hay que olvidar que la vivienda es un derecho. El miércoles pasado, en la presentación de la Bienal Internacional de Arquitectura, su comisario leyó un mensaje de Thomas Vonier, el presidente de la Unión Internacional de Arquitectos: “Los arquitectos del mundo, hoy más de tres millones, deberíamos compartir una misión fundamental: dar respuestas a las necesidades básicas de la humanidad, hacer las ciudades más habitables, limpias y armoniosas, ayudar a los más necesitados con viviendas dignas y asequibles y ofrecerles espacios públicos suficientes, seguros, y utilizables por todos”. Esto resume perfectamente nuestro trabajo y nuestro sentir.

¿Y hay que llamar a un arquitecto para cualquier chapuza?

-Te pongo un ejemplo de esta semana. Me encuentro con una amiga y me dice: Me tienes que echar una mano porque me han salido unas humedades y dime a quién tengo que llamar. En realidad me estaba pidiendo el nombre de un constructor, y le dije: Deberías de llamar primero a un arquitecto, porque esa humedad que te ha salido no sabes de dónde viene. Nosotros sabemos de construcción, de edificación, no se debería acudir directamente a un gremio sin haber hecho un diagnóstico previo.

Ahí se les abre mucho campo...

-Ganaríamos todos. Estaríamos hablando de que el arquitecto de la casa es como el médico de familia, que cada comunidad tendría que tener un arquitecto de cabecera en el que descargues los asuntos del edificio. Nos gustaría que nos llamaran, porque estamos para eso.

¿Qué me dice de la Inspección Técnica de Edificios (ITE)? ¿Es necesaria una inspección obligatoria a los 50 años y después cada diez?

-¿Alguien cuestiona la ITV del coche? Se debe circular en condiciones de seguridad. Tener en regla el seguro... las ITE son lo mismo. En las ITE se analiza la estructura, las fachadas, las instalaciones y la cubierta. Es fundamental. No se debería de tomar como una obligación, sino como una necesidad para la tranquilidad de las personas. Una cosa que no podemos olvidar es que las viviendas, como los coches, necesitan un mantenimiento.

¿Cambiarán mucho nuestras ciudades y viviendas en el futuro?

-Tienen que cambiar. Hay que hacer las ciudades más habitables, los coches no deberían llegar hasta el centro, así como no hay que empecinarse en dejar a los niños en la puerta del colegio con el coche. En eso me pelearé con todo el que haga falta. Animaría a todos los centros escolares a participar en el proyecto de Camino Escolar. Hay que limitar, por salud primero, por seguridad y por responsabilidad también. Tenemos que conseguir que las ciudades sean más habitables.

¿Qué hay del papel de la mujer en la arquitectura? Han organizado jornadas de igualdad. ¿Cómo están?

-Yo he sido bien tratada a lo largo de mi carrera, pero no todas las compañeras lo han sido. Y sí tenemos que estar, porque somos casi la mitad (669 hombres y 451 mujeres colegiadas) y a veces vemos las cosas distintas. Últimamente, además, en todas las charlas y cursos a los que he asistido estoy viendo bastantes más mujeres que hombres. Cuando yo empecé a estudiar éramos alrededor de un 30%. No éramos muchas, pero las que empezamos, terminamos todas y cada vez tenemos mayor voz.

¿Ha perdido prestigio su profesión en los últimos años?

-Creo que se está haciendo una gran labor para visibilizar nuestro trabajo, con las ITE se ha traído un poco a lo cercano, al día a día.

¿La domótica es arquitectura?

-Forma parte de la evolución que estamos viviendo.

Pero si aún estamos haciendo ascensores...

-Sí, pero no es primero esto y luego lo otro; muchas cosas van a la vez.

¿Ha metido domótica en algún hogar que haya rehabilitado?

-Es cierto que a nivel de usuario de viviendas es un poco vanguardista todavía, pero en centros de salud y hospitales sí se ha avanzado mucho. Controlar las persianas y las luces puede ser bastante habitual y sencillo, existen ya electrodomésticos inteligentes, que indican qué falta en el frigorífico o cestas de la ropa que envían un mensaje cuando están llenas. Puede ser muy útil para facilitar la vida de las personas mayores, que cada vez serán más. Por mi experiencia sé que es importante que permanezcan lo más posible en su entorno conocido.