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El ciclista de los retos imposibles

Néstor Arana se enfrentó el pasado fin de semana al reto de subir 51 veces el altode Erlaitz, en Irun. El guipuzcoano superó su marca de 21 ascensiones y mediade hace tres años en el mismo escenario, y acumuló un desnivel de 21.287 metros.

El ciclista de los retos imposiblesFoto: Bizimartxak

Cuando se trata de grandeshazañas o de retos imposibles,se suele pensar enaquellas figuras que aparecen en loslibros de récords del Guinness o enlos mediáticos eventos que organizala empresa austriaca Red Bull.Desde la humildad también se puedenrealizar este tipo de proezas,con mucha confianza en uno mismoy con ese punto de locura quehace que estas historias sean posibles.Y aunque no tendrá tantoimpacto ni tanto eco como lo tuvoFelix Baumgartner cuando saltódesde la estratosfera o cuando UsainBolt rompió todos los registros, unciclista irundarra, Néstor Arana,completó el pasado fin de semanala marcianada de subir 51 veces elalto de Erlaitz, en Irun. Pese a seruna subida de solo cuatro kilómetros(desde la sidrería Ola), Erlaitztiene un porcentaje medio del 11%,con rampas que en algunos tramosalcanzan el 15%.

Arana suele afrontar retos de estetipo y decidió de manera espontáneaemprender esta aventura.“Todos los años realizo un reto.Hace tres años hice 21 subidas eneste mismo puerto y un día, navegandoen Internet, se me ocurriómirar cuál era el monte más alto delsistema solar”, explica Arana, quetrabaja en el departamento de marketingde la empresa Etxeondo. Trasrealizar la búsqueda y comprobarque el monte más elevado es el Olympus, del planeta Marte, con21.287 metros de altura, el guipuzcoanoconfiguró su desafío y se pusocomo objetivo ascender 51 veces elalto de Erlaitz, el equivalente a subiruna vez la montaña extraterrestre.

El propósito de Arana era recorrer380 o 385 kilómetros en entre 35 y40 horas. Su travesía comenzó a las3.00 horas del sábado y concluyó alas 19.00 horas del domingo, cuandofinalizó el reto: “El recorrido fuede 380 kilómetros y estuve 29 horasencima de la bici, pero hice descansospara comer y beber, por lo que en total estuve entre 35 y 36 horas”.

La dureza de la prueba fue terrible.Arana se tuvo que preparar no solofísicamente sino que también tuvoque desarrollar minuciosamente elaspecto psicológico, ya que sabía queel trayecto se le haría duro. “Me esperabaque fuera así. Ya sabía que laspiernas se cansarían y por eso lo hicea un ritmo tranquilo. Se me hizoduro a nivel mental, ya que a lanoche te puede entrar el bajón”,cuenta. Y añade que “de hecho, a lanoche, hacia las 22.30 horas delsábado, tuve un poco de bajón porqueel público se estaba marchandoy te empiezas a sentir más solo, piensasque todavía te queda mucho porpedalear y ves que estás realizandoel mismo trayecto todo el rato. Perocon paradas y descansando conseguísolventarlo”.

El desafío tenía un motivo máspara Arana. “Era también un retosolidario. Mi hijo es miembro de laescuela del Club Ciclista Irunés ycomo les cuesta conseguir dinero,hemos recaudado algunos fondospara el club”, dice el irundarra, quienexplica que “se ha sacado un dinerillocon las rifas que hemos organizadoy con las carpas con pintxopoteque pusimos”. Además, los chavalesdel club pudieron sumarse ala marcha de Arana y realizaron conél uno de los últimos ascensos aErlaitz.

El de este fin de semana ha sido elcuarto gran reto que ha realizado elguipuzcoano. El primero fue en 2016,cuando subió el alto de Erlaitz 21veces y media. Al año siguiente realizóotros dos desafíos. Uno de ellosfue “el reto 10.000”, que consistió enrecorrer 305 kilómetros pedaleandopor nueve míticos puertos demontaña de Pirineos: Bales, Peyresourde,Val Louron-Azet, Hourquetted’Ancizan, Tourmalet, Troumouse,Gavarnie, Luz Ardiden y Hautacam.Posteriormente, junto a doscompañeros, recorrió de un tirón lassiete capitales de Euskal Herria, totalizando540 kilómetros y 18 horas deesfuerzo.

Arana es uno de los ejemplos queenseña hasta qué punto puede llegarel cuerpo del ser humano. Eltiempo dirá si se le vuelve a ocurrirotra “locura” sobre la bici.