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Los Reyes han acertado

Melchor, Gaspar y Baltasar colmaron de regalos e ilusión las casas guipuzcoanas, y las familias de los más pequeños salieron ayer a la calle para que disfrutaran de sus nuevos juguetes

Los Reyes han acertado

por fin llegó “el día del año más esperado” por los más pequeños: el de los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que han vuelto a acertar escogiendo los regalos para los niños guipuzcoanos. Año tras año, se repite el mismo ritual en una jornada en la que los más jóvenes descubren si se han portado bien en los últimos doce meses. Después de esperar pacientemente hasta una hora prudente para asaltar a los padres, llega el momento de entrar en la sala y explorar los paquetes de cada uno, entre sonrisas y sorpresas, y bajo la mirada tierna de los padres. Una vez pasados los nervios de rasgar los envoltorios, es el turno de que los adultos ayuden a sacar los muñecos de sus cajas, a poner pegatinas en los juegos y a montar estructuras.

Muchos de estos pequeños afortunados prefirieron quedarse ayer en casa para dar rienda suelta a su imaginación con sus regalos, como los hermanos Mikel, Jone y Nahia, que los abrieron con mucha ilusión junto a sus padres en Zarautz. Pero otros optaron por aprovechar el buen tiempo y salir a la calle para estrenar sus regalos. Así, el centro donostiarra y sus plazas se encontraban salpicadas de niños felices y satisfechos. En La Concha un chaval hacía despegar su nuevo dron desde la arena, que estaba congelada por el frío nocturno. Sus abuelos lo acompañaron y pudieron disfrutar de la ilusión de su nieto. Y en el parque de Alderdi Eder se podían observar repetidos muñecos de Peppa Pig o de la princesa de Disney Elsa, protagonista de la película Frozen.

La familia Villate, compuesta por los padres, los abuelos, y los pequeños Iñigo y María, de 9 y 6 años respectivamente, pasearon frente al Ayuntamiento para que los pequeños estrenaran sus impecables bicicletas, recién llegadas de Oriente. “Los Reyes me han traído una bicicleta y un karaoke que ya hemos usado por la mañana. Y también un cuaderno de pintar y una guitarra”, explicaba la pequeña de la casa, que por fin tiene su primera bicicleta.

La de su hermano mayor ya es una bici de adulto “que le va a durar mucho”, apuntaron sus padres Sergio y Maite, quienes aseguraron que los niños “se han portado muy bien”. Pedaleando a toda velocidad, los dos recorrieron numerosas veces la explanada frente al Consistorio donostiarra. Después de un buen paseo para matar las ganas de utilizar por primera vez sus bicis, la familia Villate se reunió con el resto de familiares para disfrutar de la última comilona de las navidades.

En la plaza Zuloaga, donde se ubica el Museo San Telmo, tampoco faltaron los niños. Varios balones rodaban por los improvisados campos de fútbol que montaron unos cuantos chavales. Al mismo tiempo, otros pequeños se dedicaban a estrenar sus patinetes y patines, como Maren, una pequeña y creativa donostiarra de 9 años, que patinaba acompañada por su madre y su perro.

“Esta mañana, a las 9.27 horas, he sido la primera en entrar al salón y los Reyes me han traído una mochila, un juego de caballos para la Wii, unos patines, y una cámara de fotos, con la que voy a ayudar a mi tía a sacarle fotos a mis primos”, revelaba esta niña emocionada. En seguida sacó su cámara del bolsillo y mostró las instantáneas de primera hora de la mañana, con los regalos bajo el árbol y el pijama. Su madre, Usue Sedano, explicó que su hija estaba muy ilusionada por tener una cámara de fotos, pues no la obtuvo ni por su cumpleaños, ni por el Olentzero. Eso sí, espera “que la cuide” porque esta ya es la tercera que cae en sus manos.

No todas las familias celebran la llegada de estas majestades como la fiesta navideña de mayor peso, y muchos se decantan por el Olentzero o Papá Noel. Sin embargo, el lazkaotarra Jon Arizmendi, que paseaba con su hijo Joanes por la calle Loiola, apostilló que, aunque ellos hagan “Olentzero, siempre tiene que caer un detallito en los Reyes porque el día anterior los críos ven la cabalgata y esperan algo”. El pequeño Joanes, de 6 años, estaba contento con su regalo e iba apuntando por la calle a cualquier blanco móvil con su arco automático cargado de flechas con ventosa en la punta. “Al aita ya le ha llegado alguna”, le regañó al niño cariñosamente.