-Cuando la ves venir normalmente ya es tarde. El glaucoma tiene dos formas: la aguda y la crónica. La primera se nota porque duele el ojo pero es muy rara; y la crónica, que es la más frecuente, es la más silenciosa, la que se lleva la fama.
¿Y no hay ningún ejercicio ni nada para poder intuirlo?
-Es muy difícil que lo pilles. Es una enfermedad de progresión lenta y uno se va haciendo. Lo que te dice el paciente es veo mal. Poco más.
¿Qué diferencia tiene con la retinosis? ¿También produce el efecto túnel?
-Es similar, lo que pasa es que los enfermos de retinosis se quejan sobre todo de ceguera nocturna y el glaucoma no especialmente. Se parecen en que pierdes campo de visión periférico y avanzan hacia el centro, pero el glaucoma afecta más a la zona paracentral del ojo. Imagínate que estás mirando a un punto y al lado ves una sombra y eso te incordia. El paciente que tiene retinosis no nota eso porque tiene el centro más libre, pero al final en ambos casos se fastidia todo. Lo que pasa es que la progresión es muy lenta y cuesta darse cuenta.
¿Qué es una progresión lenta?
-Lento es que desde que empieza la enfermedad hasta que el paciente puede perder la visión, que no siempre se llega a eso, pueden pasar 10, 15 o 20 años. Por eso a veces no lo pillan. Hay pacientes también en los que progresa rápidamente, pero son los menos.
Dicen que le puede pasar a incluso a los niños, pero es una enfermedad asociada a la vejez, ¿no es así?
-El paciente tipo es una persona mayor de 70 que lleva siete u ocho años de enfermedad y la empieza a notar. Antes es muy difícil.
¿Es suficiente con hacerse una revisión en el oculista?
-Mejor un oftalmólogo. Los ópticos lo que hacen básicamente es medir la tensión ocular, que es un factor de riesgo, pero lo hacen con un aparato que no es del todo preciso. Eso no quiere decir que no valga para nada. Hay ópticos a los que se les ha pasado un glaucoma y otros que ven la tensión intraocular alta y lo derivan al oftalmólogo. No está mal, pero es como si te hiciese una revisión de corazón un enfermero o enfermera. Es mejor que nada, pero no es lo ideal.
Otro factor de riesgo es la miopía. ¿Si yo me opero de miopía estoy reduciendo el riesgo de padecer glaucoma?
-No. Cuando uno se opera de miopía lo que hace es quitarse las dioptrías, es decir, la necesidad de gafas; pero sigue siendo miope. Lo que está haciendo es bien con una lente o un láser, modificar la óptica del ojo para que la imagen se enfoque de forma correcta. Pero el ojo sigue siendo miope, con unas características que siguen estando igual.
¿Ha oído hablar esta semana de las lentillas que supuestamente corrigen la miopía?
-Me cuesta creer que sea verdad porque frenar la progresión de la miopía es una cosa en la que muchísima gente está detrás a nivel mundial. Hay miopes que progresan toda su vida y por mucho que se enfoque de manera correcta la imagen en la retina, la miopía no se va a frenar. El argumento sobre el enfoque tiene algo de verdad, pero de ahí a que con un diseño de lente especial se corrija la miopía me parece increíble; así como me parece increíble que se le haya dado tanta difusión a la noticia.
¿Es cierto que las personas que tienen glaucoma no se pueden operar de cataratas?
-En absoluto. Es más, la cirugía de cataratas es beneficiosa para el que tiene glaucoma, porque baja la tensión ocular.
¿Se encuentran con muchos casos de glaucoma en las consultas?
-Al ser especialista, veo muchos pero te puedo decir que del 15 al 20% de casos que atienden los oftalmólogos en los ambulatorios son por glaucoma. Ten en cuenta que son pacientes recurrentes. Es muy parecida a la diabetes, que estás pendiente de un nivel y crees que está bien y un día se dispara.