bilbao - Enrique Vargas confiesa sus temores, su aversión al teléfono y cómo le cuesta enfrentarse a una máquina de fotos. Acepta, con dificultad, comunicarse con su interlocutor, pero por correo electrónico.
¿Por qué le cuesta tanto enfrentarse a la gente?
-Es que en la fobia social hay un miedo intenso y duradero a situaciones sociales en las que la persona se expone a ser observada por los demás. Esta ansiedad se incrementa aún más en situaciones formales y está acompañada por síntomas físicos como temblores, exceso de sudoración o dificultad para hablar. En muchos casos este trastorno se asocia con otros como la agorafobia, así como con trastornos de la alimentación e incluso con depresión,. Todo ello puede derivar a un estado de casi total aislamiento.
A veces podría confundirse con timidez, con soledad...
-Lo que pasa es que a muchas personas con fobia social no se les ha diagnosticado nunca este trastorno. Por ejemplo, algunas que tienen alrededor de los 50 años, que han pasado gran parte de su vida sin saber exactamente lo que tenían y eran considerados por la familia y resto de la sociedad como tímidos o solitarios. Esta falta de diagnóstico conduce a una fase crónica del trastorno en la que el individuo reduce su vida social al mínimo.
¿Cuál es su caso?
-Durante mi adolescencia y juventud he luchado contra lo que yo suponía que era un rasgo de mi personalidad. Mis estudios universitarios no fueron un gran problema pero mis relaciones sociales fueron prácticamente nulas. Posteriormente, en mi vida profesional relacionada con la docencia e investigación, he tenido graves dificultades para adquirir unas mínimas habilidades sociales. Afortunadamente hoy puedo decir que he superado algunas de las limitaciones que impone este trastorno, aunque me quedan otras muchas que son infranqueables.
Durante el verano, una estación en la que la gente sale más, se relaciona más... ¿la cosa se complica?
-En verano, la mayor actividad social de muchos familiares y compañeros de trabajo es un recordatorio de este grave problema y nos sentimos mucho más distanciados del resto de la sociedad.
¿Hay un retrato robot de afectados?
-La edad de comienzo se sitúa en el final de la infancia y el principio de la adolescencia, pero no parece afectar de forma diferente según el sexo o el estatus social. En los pocos estudios realizados en España se han encontrado tasas que alcanzan el 8,2% en el sureste de la península.
¿Cómo se puede abordar el problema? ¿Qué ayuda reclaman?
-A pesar de sus repercusiones sociales, laborales y personales, este trastorno y, en general, los trastornos de ansiedad son muy poco conocidos y prácticamente invisibles por las administraciones, que carecen de programas de prevención, seguimiento y tratamiento específico. Teniendo en cuanto la soledad y desamparo de las personas con fobia social, hemos creado y registrado oficialmente la Asociación española de ayuda mutua contra fobia social y trastornos de ansiedad (AMTAES). La página web de la asociación es https://asociacion-amtaes.com. El objetivo es tener una plataforma que reúna a los afectados, familiares y allegados, para dar a conocer la importancia real de este tipo de trastornos.
Es importante contar lo que pasa.
-Sí, de hecho la asociación pretende facilitar la interacción entre afectados mediante encuentros presenciales de grupos de ayuda mutua, para darse apoyo, promover las relaciones interpersonales y resolver tareas cotidianas o problemas que se dificultan por las limitaciones que generan los trastornos de ansiedad.
¿Tienen miedo a que se les tache de raritos o antisociales?
-Es muy habitual aplicar el calificativo erróneo de antisocial pero no tiene nada que ver la fobia social con un comportamiento antisocial, que se da cuando hablamos de alguien que no muestra ningún tipo de interés en las relaciones personales, que rehúye el contacto con otros y que prefiere vivir una existencia en solitario. Las personas con fobia social no somos raritos, ni rechazamos la sociedad, al contrario, deseamos integrarnos, pero no podemos.
¿Los manuales de autoayuda les sirven para algo?
-Los libros de autoayuda, aunque puede servir de complemento, no son útiles para solucionar este problema pues no basta con leer consejos y frases bienintecionadas. La mejoría se obtiene, en la mayor parte de las veces, con la terapia cognitivo-conductual llevada por un psicólogo en este tipo de trastornos, siendo muy importante el diagnóstico precoz. - Concha Lago