Gipuzkoa borra las huellas de las riadas
Autoridades políticas visitaron ayer los barrios afectados por las inundaciones para hacer un balance de daños. El servicio municipal de limpieza hizo un trabajo muy satisfactorio para los vecinos, que exigieron “soluciones”
Gipuzkoa comenzó ayer a restablecerse y a borrar las huellas de las inundaciones en los municipios afectados por el desbordamiento del río Urumea. El agua se fue, y lo que tocaba era limpiar. Para hacer un balance de los daños, el lehendakari, Iñigo Urkullu, junto a su mujer, el alcalde, Juan Karlos Izagirre y las consejeras de Medio Ambiente y Política Territorial y de Seguridad, Ana Oregi y Estefania Beltran de Heredia, respectivamente, visitaron ayer Donostia y Astigarraga. Recorrieron la Colonia del Pilar, en Martutene, Ergobia, Okendotegi y Txomin, donde mostraron su apoyo a los vecinos. Para entonces, las calles se encontraban despejadas gracias a que el servicio de limpiezas no dejó de trabajar desde el mediodía del viernes.
Oregi, en una intervención que hizo junto al río en la zona del Pilar, pidió “paciencia” a los vecinos. Admitió que esta parte del Urumea es “un punto negro” pendiente en su planificación hidrológica. Por ello, la consejera aseguró que además de las actuaciones pasadas, como la sustitución del puente de Karabel en Hernani o el de EuskoTren en Loiola, que ya “funcionan bien”, quedan intervenciones por hacer.
30 meses de obras
Anunció que las obras previstas para la mejora del barrio de Martutene, que costarán 20 millones de euros, han sido adjudicadas esta misma semana y ya están en marcha. “Vamos a cambiar la pasarela del Pilar y el puente de Martutene, que es el principal obstáculo que tenemos en el río. Pasaremos de 25 metros de anchura que tiene el puente a 50 metros, el doble”, afirmó, aunque añadió que hasta dentro de un mes no podrán verse “físicamente” las obras.
Algunos vecinos increparon a las autoridades políticas pidiendo soluciones y plazos. A partir de abril, las reconstrucciones tomarán 30 meses. “Sé que es difícil pedir paciencia a las personas cuando están sufriendo este tipo de situaciones, pero estamos trabajando y esperamos que con la ejecución de estas obras podamos ver la lluvia de otra manera y sin angustia”, apuntó.
Por su parte, Izagirre aseguró tener plena confianza en que se cumplirán los plazos marcados por el Gobierno Vasco para saldar “la deuda histórica que tenemos con estos barrios que han estado abandonados durante años”. El alcalde de Donostia comunicó que ayer se llevarían a cabo las valoraciones para que las personas desalojadas pudieran regresar a sus casas, que en su opinión serán “la mayoría”. Además, quiso subrayar la actitud de vecinos y voluntarios, tanto en el momento de la crisis, como en la elaboración del Plan de Emergencias, que se ha percibido por ambas partes como un éxito.
Vuelve a su cauce
La gran labor del servicio de limpieza en los barrios afectados se pudo comprobar a lo largo de la visita. Txomin, Martutene, Astigarraga, Ergobia y Hernani quedaron asolados por el desbordamiento del río Urumea durante tres días, pero en menos de 24 horas la mayor parte del agua había desaparecido de las calles y el servicio saneó todas las zonas. Cuando Urkullu llegó a Okendotegi, todavía embarrado, los vecinos de la pequeña Venecia de Donosti, como indica un cartel de esta calle, agradecieron su presencia. Un camión procedía a la limpieza y los habitantes esperaban su turno con los garajes y las puertas de sus hogares abiertas. “Yo entiendo que el río se desborde, pero es que hace tres semanas estábamos igual”, afirmó una vecina de las casas más afectadas. Tenía las ventanas abiertas para que se le secara el suelo y los colchones en la calle, junto a una escombrera repleta de objetos inutilizables.
Ergobia por fin lucía con normalidad. Los coches pudieron volver a aparcarse en la plaza, en el mismo lugar donde hacía unas horas había medio metro de agua. Los bares estaban en plena limpieza, con las mesas y las sillas al aire para secarse. En Astigarraga se podían ver algunos escombros frente al supermercado, pero el agua estancada en las rotondas y la carretera desapareció, aunque las huertas cercanas al río seguían encharcadas.
En Txomin, algunos camiones continuaban bombeando agua de los garajes, pero la gran balsa de agua que se instaló en Antzieta ya no existía. “El Plan de Emergencias, que se modificó en 2011 con la ayuda de los vecinos, ha funcionado a la perfección. Habrá algún fallo que se subsanará, pero ha sido muy diferente que en 2011. Aquel plan era como un yogur que tienes caducado en el frigorífico. Ya no se adaptaba a las necesidades”, trasladó Igor Martín, representante de la Asociación de Vecinos de Txomin.
Como Martín, los vecinos de Martutene estaban sorprendidos del buen trabajo de los equipos de rescate y de limpieza, aunque el problema principal “sigue estando”. “Ayer (por el viernes) a las ocho de la tarde parecía que no se había inundado nada”, dijo Pili Arratibel que lleva 30 años viviendo en el barrio. Los calles y los inmuebles parecían intactos, a pesar de haber superado una larga inundación. Los comercios y bajos fueron los más dañados. Entre más de diez personas limpiaron el supermercado de delante de la gasolinera, donde probablemente se hayan echado a perder las cámaras frigoríficas, además de cantidad de alimentos. Peio, el carnicero, estimó que por lo menos tardarán dos semanas en abrir sus puertas de nuevo.
Los bares de la Colonia del Pilar no estaban en una situación mejor. Con el mobiliario en la calle, esperaban a que se secara el suelo mientras hacían un balance de daños que no animaba a nadie. Todavía tienen por delante una semana de duro trabajo. Muchos comercios que no sufrieron daños se tomaron el día libre ayer para ayudar a los vecinos. Arantzazuko Ama Ikastola no necesita mucho más tiempo para normalizarse, comenzará las clases el lunes. La sensación general en Martutene era de alivio, pero con poca confianza de que “esta sea la última”. Por la tarde, y tras conocer la situación de los vecindarios, el lehendakari y las consejeras, junto a la directora de Infraestructuras del Transporte y el director de Ura se trasladaron a Mendibil, Billodas y Trespuentes, cuyos accesos han sido afectados estos días por la subida del río Zadorra.
Se calman
Después de tres días de alarmas y agua, ambas remitieron ayer. El Departamento de Seguridad desactivó finalmente el Plan de Inundaciones ante la favorable previsión meteorológica. El viernes ya cesó la situación de “emergencia 1” en la Comunidad Autónoma Vasca, aunque ayer se mantuvo la “situación 0” y la “vigilancia intensiva” en los cauces fluviales. Asimismo, se dio por finalizada la alerta naranja por lluvias. Además, la Diputación de Gipuzkoa también desactivo su Mesa de Crisis al constatar la mejoría después de realizar un seguimiento de los ríos y las lluvias.
Tarde o temprano, la presa del Añarbe tenía que comenzar a desembalsar, y lo hizo durante la noche del viernes para “alcanzar a la mayor brevedad posible la cota de 156 del labio del aliviadero”. Una vez alcanzada esta cota, se empezará a crear un ámbito de “resguardo” para prevenir “las próximas eventuales precipitaciones”. Este mismo organismo advirtió de que el “el descenso de los caudales de entrada al embalse y de la altura del Urumea continúa siendo muy lento”. Aunque el volumen del embalsado ha descendido ya del “nivel umbral de decisión”, todavía el río “tardará en abandonar el nivel amarillo para pasar al verde”.
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