Unos 700 kazajos que han viajado de la estepa asiática a Madrid, se encuentran plenamente integrados en el Estado español y han asimilado sus costumbres sin perder las raíces originales. "En realidad, el mundo es igual, la gente es distinta, pero esa diferencia no es vital", asegura Erzhan Kulibaev, un reputado violinista que llegó a Madrid con una beca para estudiar en la Escuela Superior de Música Reina Sofía.
Taurbay, Kulibaev, Tartacheva y Bekmurzayev son cuatro jóvenes kazajos que eligieron Madrid como lugar donde formarse, trabajar y conocer otras maneras de vivir. Darhan Taurbay llegó a la capital de España cuando tenía trece años. "Mi familia quería que me formara en España. Por eso estudié la secundaria en un internado en Madrid", explica, y asegura que haber cursado el bachillerato en Madrid le facilitó el ingreso en la Universidad Politécnica, donde estudia Arquitectura y forma parte de un grupo de estudiantes que se comunican en inglés, sin importar la procedencia. "Estudiar fuera de mi ambiente habitual me ha ayudado a centrar mi objetivo, me concentro más. Este joven de 22 años, dice sentirse "en ocasiones kazajo, en otras español". Respecto a las costumbres, Taurbay destaca la forma de saludarse de los españoles. "Aquí es normal que cuando conoces a una mujer le des dos besos, uno en cada mejilla. En Kazajistán es impensable, incluso si se trata de la novia de tu mejor amigo, cuando te la presentan por primera vez tan solo le dices cómo te llamas, ni le das la mano".
Este joven kazajo tiene su corazón entre Madrid y Almaty. "La magia de Almaty, con sus montañas protegiendo la ciudad, es algo muy especial. Te atrae como un imán".
Kulibaev es un violinista con numerosos premios internacionales en su currículum que llegó a Madrid hace diez años. Una beca de la Escuela Superior de Música Reina Sofía permitió que este kazajo, que desde niño apuntaba maneras con el violín, hiciera realidad sus sueños. "Me gustan ambos países y los quiero por igual. Kazajistán y España me han dado muchísimo: ser lo que soy. En España estudié diez años gratis con un gran profesor, antes me había formado en mi país".
Tatiana Tartacheva, de 24 años, vino a España atraída por las carreras de Fórmula 1 y por el piloto Fernando Alonso. "Desde pequeña me interesó España confiesa, quería visitar este país y vivir en él". Pisó suelo español por primera vez a los 22 años para cursar un máster en Economía y Gestión de la Innovación. De España, según dice, le gusta la naturaleza: "Puedes salir de Madrid y en pocos kilómetros encontrarte en plena naturaleza, en mi ciudad no sucede eso", asegura. Respecto a la diferencia de costumbres, Tartacheva resalta la edad para contraer matrimonio, ya que en su país se casan a los 20 o 25 años, en España la edad se retrasa hasta los 35 o 40 años.