donostia - La indecisión es una tenaza que inhabilita a las personas poco resolutivas. No siempre es fácil escoger, máxime cuando cada alternativa que se nos presenta está cargada de incertidumbres. Sin embargo, llega un momento en el que hay que optar. Cuanto más lo aplacemos, más crecerán las dudas y los temores... si es que no hemos perdido definitivamente el tren que debíamos haber tomado. Arrepentirse cuando eso ocurre solo empeora las cosas.
Dar las gracias, qué cosa tan simple y a cuánta gente se le olvida...
-Pues desgraciadamente, cada día más. Parece que este estado del bienestar absoluto que nos han querido vender implica que los demás tienen que hacer algo por nosotros como si el favor fuera para ellos. Es más, hay personas que piden cosas que no se pueden o no se quieren dar (a las que hay derecho y deber de decir que no según lo que nos piden) y ponen mala cara e increpan a la persona que unos segundos antes era la de confianza, la buena.
Decidir es el gran talón de Aquiles de muchas personas. Pero no queda más remedio que hacerlo.
-Eso creo yo. Las personas que están en esta situación de sufrir con la duda suelen plantearse la toma de decisiones como una circunstancia en la que se renuncia a algo, mientras que los que no pertenecen a este grupo se congratulan de tener más de una opción porque eso siempre ha sido, y no digamos ya hoy en día, una situación afortunada. Suelo decir que bendita la condición en la que tengo que decidir entre carne o pescado porque un porcentaje muy alto de la población no tiene comida segura todos los días. Respecto a la segunda parte de la pregunta, te diré que hay que decidir porque si no, lo hacen terceras personas por ti.
Fundamental, no tomarlas a la ligera ni echarlo a cara o cruz. Hay que pensar.
-Bueno, yo no lo hago, pero estoy seguro de que hay mucha gente supersticiosa que decide a cara o cruz, o teniendo en cuenta antecedentes que coincidieron con una decisión afortunada. Siempre interviene la suerte en el éxito de nuestras decisiones, pero hemos repetido muchas veces que la suerte la tiene el que apuesta y si la apuesta se basa en un método las probabilidades, son mayores. Que se lo pregunten a aquel grupo llamado los Pelayos que saltó repetidamente la banca de los casinos más famosos, como consecuencia del estudio de la secuencia de las jugadas y su asociación con los defectos físicos de las ruletas.
Pero pensar demasiado puede ser contraproducente. Además, muchas veces no hay tiempo.
-Hombre, sobre todo cuando eres muy joven, época en la que vives con el cuentarrevoluciones al límite y la falta de experiencia te lleva a pensar que si te equivocas, detrás de esa decisión sólo está el abismo. Hay que pensar para hacer y luego asumir lo que venga. Si es favorable, para aprender a ganar; y si es desfavorable, para aprender a perder. Ambos finales son frecuentes en la vida y constituyen una oportunidad para crecer.
Dejar que pase lo que tenga que pasar tampoco parece buena estrategia.
-No. Ya te decía al principio que casi nunca pasa lo que tiene que pasar, dicho de esa manera, y que al final, lo que pasa es lo que alguien ha decidido.
Consultar con otros puede ayudar. Sin embargo, no podemos escurrir el bulto hacia los demás.
-Estoy de acuerdo con tu apreciación. Es bueno contar con la opinión de gente de confianza que sabe de lo que le hablas y el peso que se le debe dar a esa opinión depende de muchos factores, uno de ellos es nuestro conocimiento del tema acerca del cual se decide, la importancia de lo que se decide y por último nuestro estado anímico en ese momento.
¿Qué podemos o debemos hacer si nos consultan?
-En primer lugar, ser honestos y preguntarnos si sabemos acerca de lo que nos consultan como para dar una opinión, y si no nos vemos duchos en el tema, expresarlo sin ambages. Que quien cuenta con nuestra opinión confía en nuestro sentido común, pues bien, pero que sepa a quién se dirige. Lo segundo, evitar tomar la decisión por la persona que nos consulta. Justo eso a lo que aludías en la segunda parte de la pregunta anterior.
Como hemos dicho en tantas ocasiones, una vez hemos optado por algo, sirve de poco darle vueltas a las posibilidades que hemos descartado.
-Efectivamente. Lo pasado ya no es recuperable. Sí puede ser mejorable, siempre que seamos capaces de hacer una lectura crítica de nuestra decisión para aplicar lo que obtengamos de enseñanza en futuras situaciones similares. Al pasado no se le puede mirar de forma que nos genere culpa.
Tampoco hay que perder de vista que es factible que la decisión tenga que ser la menos mala de entre varias.
-Pues es que entonces es la mejor entre las posibles. Nunca me ha gustado decir "es la menos mala de las soluciones" porque expresar la otra realidad me hace sentir bastante mejor y afrontar la toma de la decisión con otra esperanza. La semana pasada hablábamos del cerebro positivo y éste se estimula con la formulación que acabo de hacer, no con la contraria.
De cada decisión obtenemos un aprendizaje. O deberíamos.
-Sí, inclusive de lo de la cara y la cruz que nos depara por estadística un 50% de probabilidades de acertar. Lo otro, lo de recoger información, valorar nuestras posibilidades, nuestras necesidades y el momento en el que decidimos siempre nos va dejar una buena enseñanza. He dicho más de una vez que un proceso bien elaborado es, en sí mismo, un resultado rotundo.