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'Caprichoso' acelera en Estafeta

Los Torrehandilla-Torreherberos protagonizan un último encierro rápido y sin cornadas

'Caprichoso' acelera en EstafetaFoto: vicente larumbe

lOS Torrehandilla-Torreherberos cerraron ocho días de encierros en una carrera con un nombre propio, el de Caprichoso. El astado colorado pasó como un rayo por las calles de Iruñea arrollando a quien se ponía por delante, aunque sin hacer daño. Emulando a Usain Bolt, o mejor, a David Rudisha, el rey de los 800 metros lisos, Caprichoso cerró los 848 metros del recorrido en menos de dos minutos, superando los 25 kilómetros hora y dejando atrás al resto de la torada. Solo Viñista, el más pesado del hierro jienense le robó protagonismo al final del encierro, cuando rozó la tragedia ya en la plaza de toros.

Afortunadamente, tampoco ayer hubo que lamentar lesiones de gravedad ni tragedia alguna. El último encierro fue una carrera veloz y, pese a que por momentos resultó peligroso, el balance de heridos fue muy leve: únicamente hubo cuatro traslados. Una cifra bajísima la que dejaba esta ganadería, heredera de los temibles Jandilla -causaron la muerte de Daniel Jimeno en 2009- y que debutaba en sanfermines. En total, en los ocho encierros de las fiestas se han producido 37 traslados y cuatro heridos por asta, ninguno de ellos de gravedad.

El de ayer, por veloz, siguió la tónica del resto de encierros de este año. Y fue Caprichoso el que marcó el ritmo. Tanto que nadie le pudo seguir. Apenas le costó 40 segundos tomar la cabeza de la carrera y empezar a poner metros de por medio. A la altura del Ayuntamiento ya había comenzado su particular escapada. Los primeros metros, en cambio, los hizo la vacada en grupo, aunque Danzarín y Bohemio se despistaron puntualmente para arremeter contra los mozos más próximos al vallado. Desde su paso por la plaza del Ayuntamiento se crearía una jerarquía que no terminó hasta el final de la carrera. Caprichoso abría el grupo, seguido de Danzarín y, por detrás, el resto de la torada agrupada.

El tránsito resultó tranquilo hasta Mercaderes, donde se produjo la primera embestida, a cargo, cómo no, de Caprichoso. Aunque el verdadero festín del astado colorado llegaría en la Estafeta. Allí, puso la directa y se llevó por delante a quien se le cruzó. El primero, a la altura de Zarranz. El segundo, a la de Pastas Beatríz. Y a partir de ahí, uno tras otro. Más apacible era el tránsito de Danzarín, que trataba de seguir el ritmo de Caprichoso y pasaba de largo de los mozos, como si la cosa no fuera con él.

La torada agrupada tampoco buscaba demasiada gresca. Bastante tenía con intentar seguir el ritmo que imponía el astado colorado. Al llegar al tramo de Telefónica la vacada se desperdigaba, algo que generó cierto atropello a la entrada de la plaza de toros. Más de un mozo probó el asfalto antes de llegar al coso. Aunque el susto de verdad llegaría ya en en el ruedo, cuando parecía que ya estaba todo el pescado vendido. Viñista tenía ya los corrales entre ceja y ceja cuando un corredor, con bastante imprudencia, se empeñaba en llamar su atención. El morlaco negro se entretuvo 20 segundos más y el corredor se llevó un buen revolcón. Nada grave. Y ya falta menos.