"Con frecuencia la chica enferma es la líder de clase y acaba arrastrando al resto"
Por cada aula de treinta alumnos se calcula que puede haber un caso de anorexia o bulimia. Las páginas web que hacen apología de estas enfermedades se multiplican de modo exponencial. Esta experta recomienda a los padres que sigan con atención la evolución de sus hijos
donostia. Hay realidades ante las cuales los padres no deben mirar hacia otro lado. Que una niña se aísle, que esté encerrada en casa y no quiera salir con las amigas es, frecuentemente, síntoma de que algo raro ocurre. No está de más extremar la precaución cuando los hijos "hacen comentarios reiterativos del disgusto que les provoca su cuerpo", alerta Cristina Carretero, directora de prevención y promoción de la salud de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona.
Da pavor pensar que una cría, haciendo una búsqueda en "Google", pueda acceder a medio millón de webs que hacen apología de estas patologías.
Han aumentado más de un 400% los contenidos de esas web. Es un dato alarmante. Son páginas que difunden un estilo de vida que pasa por la obsesión de perder peso. La máxima de estas personas es estar lo más delgadas posible.
¿Quién está tras esos contenidos? Normalmente, nos encontramos adolescentes de quince años. Son personas que no tienen conciencia de su enfermedad y buscan en la Red el apoyo de otras personas que están viviendo esa situación. Con frecuencia la chica enferma es precisamente la líder de la clase, y hemos constatado que otras compañeras pueden llegar a adquirir conductas poco saludables para imitar, a través de su cuerpo, aquello que está proclamando la chica líder, que se encuentra ya en una situación de enfermedad. Es algo que llevamos viendo hace años. Esas conductas se reflejan en las páginas web.
Parece, ante todo, un problema de falta de madurez. ¿Dónde están los padres en todo ese proceso?
Generalmente desconocen la existencia de este tipo de contenidos en Internet. Ante esta situación, apostamos por la prevención con este tipo de páginas. Hace falta que los padres inculquen a sus hijos una manera de navegar segura. No hay que censurar Internet, ni mucho menos, pero los progenitores sí deben prevenir a sus hijos ante ese peligro.
Los hijos pasan horas muertas delante de la pantalla y hay padres que ignoran por completo las búsquedas que realizan.
El ordenador debería estar siempre en un espacio común de la casa. No puede ser que sus hijos están navegando tres horas al día sin ningún control. Una medida preventiva sería consultar el historial de páginas visitadas. Si se detectara la necesidad de estas personas de visitar esos contenidos, quizá estemos ante el inicio del trastorno alimentario.
¿Hay síntomas que deben tener en cuenta los padres?
Que una niña se aísle, que esté encerrada en casa y no quiera salir con las amigas debería alertarnos porque es síntoma de que está ocurriendo algo raro. Además, si comprobamos que está descuidando la alimentación, que va perdiendo peso y hace comentarios reiterativos del disgusto que le provoca su cuerpo, nos debe hacer sospechar que hay algo más.
¿Desde Facebook o Twiter, por ejemplo, se incentiva la anorexia y la bulimia?
Sí. Este tipo de redes sociales y espacios se están convirtiendo poco a poco en un campo donde abonar ese tipo de mensajes.
¿Pero no cree que esta vorágine es imparable?
No, creemos que se puede frenar. Es preciso alertar a las grandes plataformas y redes sociales de que están alojando ese tipo de contenidos. Es una situación que muchas veces pasa por el mismo desconocimiento de los servidores. Cuando les ponemos en alerta suelen reaccionar, aunque es verdad que es difícil rastrear todos los contenidos ya que muchas veces no se encuentran en las primeras búsquedas. Por otro lado, apostamos porque las administraciones y redes sociales se comprometan de manera que, cuando se tecleen palabras como anorexia o bulimia, se garantice siempre un contenido seguro.
¿Qué cifras de prevalencia de la enfermedad maneja?
Se trata de la la tercera enfermedad crónica entre las chicas adolescentes y jóvenes. Afecta a un 6% de la población de entre 12 y 24 años.
Se trata, por tanto, de una patología muy prevalente.
Sí, por cada aula de treinta alumnos se calcula que hay un caso.
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