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Gipuzkoa registra un consumo continuado de cocaína y hachís desde hace 25 años

Son dos sustancias ilegales asentadas en la sociedadProyecto Hombre desarrolla un itinerario dirigido a estas adicciones desde hace casi una década

Donostia. "La sustancia que nunca pasaría de moda". Así era la heroína en la Gipuzkoa de los 80, la reina de las drogas, cuyo precio desorbitado de hasta 20.000 pesetas el gramo provocó una escalada de delincuencia y un enorme poso de inseguridad entre la población. Pero aquel pronóstico erró, el caballo perdió fuste, y tomaron entonces el testigo la cocaína y el hachís, sustancias que no han dejado de estar presentes en la sociedad guipuzcoana de un modo preocupante. "Se han asentado con bastante estabilidad hasta nuestros días", resaltó ayer Izaskun Sasieta, directora de programas de la Fundación Izan-Proyecto Hombre.

Las jornadas conmemorativas del 25º aniversario de esta entidad, que arrancaron ayer y concluyen hoy en el Kursaal de Donostia, pusieron sobre la mesa los diversos intentos fallidos por desterrar el consumo de estas sustancias. Un sinfín de spots televisivos, como las imágenes de aquel anuncio que todo el mundo recordará, en las que un gusano se colaba por la nariz de una persona mientras la voz en off susurraba aquello de que la cocaína le estaba comiendo el cerebro. Imágenes que han tratado de poner freno a un consumo que no decrece. "Parecía que iba a disminuir, pero la realidad no fue ésa", lamentó Sasieta. Proyecto Hombre no ha dejado de recibir un número creciente de adictos a la cocaína desde el año 2000, lo que impulsó un nuevo recurso dirigido a este perfil, llamado Itinerario Abierto, que funciona desde hace ocho años.

A éste le han seguido otros programas para responder a otros tantos problemas que surgen en paralelo a las nuevas realidades sociales, como el dirigido a las personas con problemas de alcoholismo, o el más reciente, Eraiki, para abordar la enfermedad mental latente.

Pero ayer, en la retina de los impulsores de Proyecto Hombre, perduraba la triste fotografía social que provocó el nacimiento de esta fundación.

La mortandad entre el colectivo de heroinómanos en la década de los 80 fue elevadísima. No sólo por sobredosis, sino también por sida. En la proyección que tuvo lugar poco después de las sentidas palabras de Sasieta, muchas de las caras que aparecían en el vídeo ya no están. "Para que sepáis cómo era la situación, en Proyecto Hombre teníamos cada mes un funeral", ilustró la directora de programas de la Fundación Izan.

Aquella sociedad En aquella época, el concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Donostia, Enrique Ramos, era un jovenzuelo de Bidebieta, una zona donde la heroína campaba a sus anchas. Recordaba Ramos ayer que los 500 metros que debía cubrir desde su casa al colegio se convertían en un muestrario habitual de las secuelas que dejaba a su paso la heroína entre las gentes de su barrio, que se llevó por delante a toda una generación. "Era casi un milagro no caer en la droga. Muchos se quedaron por el camino, pero otros tantos, que ahora rondan mi edad, los 40, pudieron salir adelante gracias al esfuerzo de Proyecto Hombre", agradeció.

Lo cierto es que fue esta iniciativa para abordar un problema tan latente la que le tomó la delantera a las propias instituciones, como reconoció el propio concejal. Y no fue una casualidad.

En 1983, Iñaki Aldabalde, el que sería a la postre primer director de Proyecto Hombre, viajó a Roma para conocer el método Progetto Uommo, una metodología que posteriormente se aplicaría en Gipuzkoa. Y así fue. A su vuelta, con el apoyo de la Diócesis de Donostia, a través de la Fundación Izan, abrieron la primera casa de acogida de Ulia-Enea de Donostia. "Fue un día especialmente emocionante, todavía estaban limpiando las mesas de los despachos cuando acudió un usuario y su familia. Ese día, seis personas iniciaron su rehabilitación", rememoró Sasieta.

Mucho se ha debatido desde entonces sobre el abordaje de esta problemática. En este punto intervino ayer el logoterapeuta argentino Gerónimo Acevedo, una eminencia en este campo.

El profesional resaltó el modo de atención que se ha llevado a cabo durante estos años en Gipuzkoa. "La medicina y la psicología se ocupan de la enfermedad, pero Proyecto Hombre siempre se ha ocupado del ser humano. La adicción es un síntoma, pero sobre todo es importante tener en cuenta a la persona, aquélla que es capaz de dar una respuesta al problema", aseveró.