Amordazan a una empleada de La Caixa y se llevan 60.000 euros por un butrón
Los atracadores se fugaron por un agujero de la pared de un portal anexoDos encapuchados esperaron a la víctima en el interior y le golpearon
Donostia. La empleada de La Caixa del barrio donostiarra de Intxaurrondo no tuvo tiempo ni de respirar. Era la primera en llegar al trabajo y apenas pudo abrir la puerta. Dos hombres encapuchados le aguardaban ayer a las 8.00 horas en el interior del local. Le abordaron por la espalda y fue golpeada con un arma de fuego. Después de amordazarla, los atracadores se llevaron un botín de más de 60.000 euros. Lo más sorprendente es que entraron a la oficina a través de un butrón hecho en un portal anexo a la entidad bancaria, probablemente, el día anterior.
Según la investigación policial, los intrusos emprendieron la huida por ese mismo agujero ya que las cámaras de seguridad de la entidad bancaria no les grabaron, una imagen que habría quedado registrada de haber abandonado la sucursal por la puerta principal. La Ertzaintza ha abierto una investigación.
Las alertas se dispararon a las 8.30 horas. Era entonces cuando, ajena a lo ocurrido, llegaba a la caja la directora de la sucursal. Ella fue quien encontró amordazada a la empleada. Miró a uno y otro lado pero no pudo ver a nadie y socorrió a la víctima, trasladándole a un centro sanitario.
Para entonces los sospechosos ya habían abandonado la sucursal. Según fuentes de la investigación, mientras se llevaba a cabo el atraco, los atracadores estuvieron en todo momento conectados mediante un sistema de micrófonos inalámbricos con una tercera persona que les aguardaba en el exterior. Emprendieron la huida sin levantar sospechas.
Las pesquisas policiales no tardaron en dar resultados. Los agentes desplazados comprobaron que los atracadores habían entrado en la oficina a través de un agujero hecho en la pared de un portal contiguo, en el número 1 de la calle Extremadura del barrio donostiarra de Intxaurrondo. "Mira es aquí", indicaba a mediodía Asun Camino, vecina del primer piso del inmueble. La mujer, como el resto del vecindario, no daba crédito a lo sucedido. Frente a ella se podían ver los escombros de ladrillo esparcidos en el cuarto de contadores del portal.
La oquedad, de aproximadamente un metro cuadrado, conecta directamente el registro de luz del inmueble con la parte trasera de un armario de metal del banco, cuya chapa había sido cortada con una rotaflex.
Los agentes desplazados aguardaron a que llegara una segunda empleada para realizar la inspección del lugar. Entretanto la directora y la víctima se trasladaron al centro sanitario. La Policía no tardó en constatar que la caja fuerte estaba abierta. En su interior no había ni rastro de los 13.000 euros que contenía. Los ladrones sumaron al botín los 50.000 euros que los empleados dejaron en el cajero el lunes a mediodía, cuando cerraron la oficina.
La Policía pudo comprobar que en las grabaciones de vídeo no aparecían los intrusos, por lo que se sospecha que se fueron por el butrón. Por ese mismo espacio se filtraba ayer la luz y las voces de los empleados de la caja de ahorros, que a pesar de haber echado la persiana al negocio continuaron trabajando durante la mañana.
Miedo en el cuerpo Asun Camino, que abría ayer a este periódico las puertas de su domicilio, todavía estaba con el miedo metido en el cuerpo. Había pasado a dos metros del agujero hecho por los ladrones. "Me podía haber ocurrido algo. A las 6.45 horas he marchado al trabajo y no me he enterado de nada. Ha sido un par de horas después cuando me he encontrado con la Ertzaintza en el portal", relataba.
Camino recordó que el martes por la tarde escuchó durante aproximadamente media hora golpes de maza contra una pared. No le dio ninguna importancia, puesto que pensaba que se trataba de alguna obra. "Ahora entiendo que esos ruidos eran de los ladrones". Nadie en el vecindario acertaba a saber cómo era posible que no hubiera saltado en ningún momento la alarma de la entidad bancaria.
Marco Tenés vive en el entresuelo izquierda del inmueble, justo encima del agujero hecho por los atracadores. Confesó ayer que estuvo trabajando hasta las tres de la madrugada del miércoles y que se levantó a las 7.00 horas sin escuchar un solo ruido. Todo apunta a que los ladrones aprovecharon la tarde del lunes, una vez cerrada la oficina bancaria, y el martes para abrir el boquete, aprovechando el puente festivo.
El cuarto de contadores donde practicaron el butrón puede aislarse cerrando una puerta metálica. Quizá ello evitó que los golpes levantaran sospechas. Una vez hecho el agujero, los ladrones, al parecer, pudieron acceder de nuevo a la caja de ahorros a primera hora de ayer a la espera de la empleada, a quien amenazaron para que les revelara la clave de la caja fuerte.
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