La seguridad de los alimentos es un asunto complejo que depende de diversos factores: desde la manipulación y el cocinado, hasta la forma en la que se conservan.
En este último aspecto, la congelación destaca como una de las estrategias más utilizadas, especialmente en los hogares. Sin embargo, el mal uso de esta técnica puede comprometer la salud, ya que existen muchos errores comunes en la forma de congelar y descongelar los productos cárnicos.
Uno de los mitos más extendidos es que la congelación elimina las bacterias. Esta creencia, probablemente asociada al tratamiento del anisakis en el pescado, es incorrecta.
Según explica el portal especializado Cuídate Plus, mientras que en algunos casos la congelación a temperaturas muy bajas durante un tiempo específico puede destruir ciertos parásitos, no ocurre lo mismo con las bacterias.
Congelar no mata los microorganismos presentes en los alimentos, sino que simplemente detiene su actividad. Es como presionar una pausa: al descongelar, las bacterias "despiertan" y pueden multiplicarse rápidamente si se dan las condiciones adecuadas.
¿Congelar cuando va a caducar?
Muchos consumidores recurren a congelar carne cuando esta ya ha pasado varios días en el frigorífico y se aproxima su fecha de caducidad. Aunque esto puede parecer una solución práctica para evitar el desperdicio, no es lo más recomendable desde el punto de vista sanitario.
Si la carne ha estado almacenada durante días, es probable que ya contenga un nivel elevado de bacterias. Congelarla en ese estado detiene su proliferación, pero al descongelarla, estas bacterias pueden reactivarse y multiplicarse, especialmente si no se siguen las pautas correctas.
Claves para conservar la carne en buen estado
Para asegurar una conservación segura, los expertos recomiendan congelar la carne lo antes posible tras su compra. Es preferible no esperar a que el producto se acerque a su fecha de caducidad.
También es importante recordar que la descongelación nunca debe hacerse a temperatura ambiente, ya que esto favorece la proliferación bacteriana en la superficie del alimento, mientras que el interior permanece congelado. La forma más segura es descongelar dentro del frigorífico, un proceso más lento pero mucho más seguro.
Una vez descongelada la carne, debe cocinarse en un plazo máximo de 24 horas, y es crucial asegurarse de que esté bien hecha, sobre todo en el caso del pollo, que es especialmente propenso a contener bacterias como la Salmonella o el Campylobacter. Otra opción segura es usar el microondas para descongelar, siempre que se cocine inmediatamente después.
El congelador: una herramienta valiosa
En definitiva, la congelación es una herramienta valiosa para prolongar la vida útil de los alimentos, pero solo si se utiliza correctamente.
Entender que no elimina las bacterias, sino que simplemente detiene su crecimiento, y aplicar unas pautas básicas de seguridad puede marcar la diferencia entre una comida segura y un riesgo alimentario. Así, proteger nuestra salud empieza por conocer y respetar los principios fundamentales de la conservación de la carne.