Síguenos en redes sociales:

Julen Goia

“No me imagino una vida sin rugby”

Julen Goia pone fin a su etapa como jugador y repasa una andadura que le gustaría que siguiera en el rugby

“No me imagino una vida sin rugby”Ruben Plaza

Julen Goia (Idiazabal, 12-12-1991) ya ha asumido que su etapa como jugador de rugby ha llegado a su fin, pero admite que en el futuro le gustaría seguir vinculado a este deporte. Tras dedicar más de media vida al balón oval, repasa una trayectoria que le ha llevado a ser un referente en el Ordizia y en el rugby de Hegoalde

¿Ya ha asumido el final de su etapa como jugador?

Sí. Con el paso de los días uno se va haciendo a la idea. Van llegando los fines de semana y te das cuenta de que esto ya se ha acabado. En vez de coger la maleta e ir a entrenar o meterte en un autobús para irte a Sevilla, Alicante o Madrid, estás en casa y pasas la mañana del sábado tranquilo con las hijas. De momento, todo es nuevo y estoy disfrutando como un niño con zapatos nuevos. Estoy contento, la verdad.

Estos días ha podido echar la vista atrás y pensar en su trayectoria...

Uno se mete en el día a día, con tu doble sesión de entrenamiento diario, el partido del fin de semana, ganes o pierdas tienes otro partido la semana siguiente... Es bastante monótono. La vida de un deportista se basa en pasar muchas horas con el grupo, con tu equipo, en pasar muchas horas en el gimnasio y en el campo, viajas mucho, y así van pasando los días. A uno no le da tiempo de ver lo que ha hecho en estos 19 años, y ahora, con la retirada, la gente te lo va recordando. Los datos están ahí. Máximo anotador de la liga, mejor jugador joven de la liga en 2011, trece campeonatos de Europa –dos sub’18, uno sub’19 y el resto con la selección absoluta–, un Mundial universitario de seven en Oporto, una Copa del Mundo de seven en Moscú en 2013, y dos clasificaciones para las copas del Mundo de Japón y de Francia. Nos quedamos fuera de los mundiales por temas de burocracia, pero nosotros, los jugadores, lo conseguimos en el campo y también lo tengo ahí. Y hemos dado más de una vuelta al mundo con esta excusa. Ahora echo la vista atrás y la verdad es que estoy muy orgulloso de todo lo conseguido.

¿Le costó tomar esta decisión?

Ha sido duro, muy duro. Viéndolo desde fuera parece una cosa sencilla, que tampoco será para tanto, pero cuando tu afición se convierte en tu oficio le dedicas mucho tiempo y es parte de tu vida. Sabes hacer eso y le entregas tiempo, alma y un montón de cosas. Ahora, con el nacimiento de las gemelas en diciembre o enero, lo hablé con mi mujer y tengo que pasar tiempo en casa. Todo el tiempo que no pasara con las crías no me lo iba a devolver nadie. La razón es bonita, y qué mejor que sea por mis hijas. Eso es lo que me ha hecho la decisión fácil y difícil al mismo tiempo.

Tiene dos hijas y vienen dos más en camino. Son buenas razones para dejar el rugby...

Eso es. Mi mujer me dijo que estaba embarazada de mi primera hija cuando estaba jugando en verano en Uruguay con la selección española. Es para hacerse una idea de lo que es la vida de un deportista de alto nivel. Un matrimonio normal seguramente lo celebraría en un restaurante o en una sociedad, pero el deportista sigue y sigue. Tenemos derecho a la baja por paternidad, pero no solemos cogerla. Mi segunda hija nació un miércoles y el jueves a la mañana ya estaba entrenando. Lo nuestro es diferente, lo normalizas. Ahora, con 33 años, uno se da cuenta y pienso que mi lugar es la familia y tengo que pasar tiempo con ellos.

¿Tendrá tiempo para echar de menos el rugby?

Ahora espera un partido muy duro y muy largo. Son cuatro crías, dos de ellas recién nacidas, y las cuatro necesitan atención, pero en peores plazas hemos toreado. Con la ayuda de mi mujer, seguro que este partido también lo ganaremos.

Se acabó también el pique con su hermano Oier por ver quién anotaba más ensayos....

Sí. Estos últimos años ha estado más peleado. Me hubiera gustado marcar algún ensayo más, pero este año no ha podido ser. Han caído unos cuantos, pero no como en años anteriores. La temporada también ha sido un poco irregular. Predominaba ganar partidos, fuera quien fuera el que marcara el ensayo. Ha sido todo bastante duro, y al final conseguimos salvar la categoría. El pique con el hermano siempre está ahí, pero no era el objetivo primordial.

De pequeño practicó atletismo, pelota, e incluso llegó a jugar partidos con la Real, y finalmente fue Oier el que le hizo decidirse por el rugby.

En Idiazabal, los niños de mi generación estábamos siempre haciendo deporte, jugando a fútbol o a pelota. En fútbol metía bastantes goles y, sobre todo, era rápido, y eso me llevó a Zubieta en infantil txiki. Hice algunos entrenamientos y jugué algún partido. Al poco tiempo, mi hermano empezó a jugar a rugby con ocho o nueve años. Yo iba todos los domingos con mi padre y mi madre a ver cómo entrenaba. Me costó muchísimo, pero al cabo de un año uno de los entrenadores me dijo “Julen, ven y prueba”. Entré al campo de Trevijano con ropa de calle, pero corría rápido y dijeron: “A este le va bien el rugby”. Y a mí me encantó. Además, ese año que fui a ver los entrenamientos al final hice amigos. Tendría 13 o 14 años. Ahí empezó todo.

Le ha dedicado más de media vida al rugby.

Sí, le hemos dedicado mucho. Toda mi familia lo ha hecho; mi padre, mi madre, mi hermano, mis primos, como Imanol Aldanondo, que ha jugado con nosotros más de 120 partidos... Somos una familia de rugby y el entorno me ha acompañado mucho y me ha dado muchas facilidades. Y yo también me lo he currado, eso es así.

¿Qué le ha aportado el rugby todos estos años?

El rugby me ha hecho ser lo que soy ahora. Aparte de haber hecho mis estudios en la universidad, este deporte me ha enseñado cómo se trabaja en equipo, qué es el sufrimiento, qué es el sacrificio, y todos esos valores que se están perdiendo hoy en día. Estar en la elite del rugby tantos años te hace crecer, es una universidad de la vida, y ha hecho que sea lo que soy hoy en día, en cuanto a temperamento, saber estar o a la hora de tomar decisiones.

¿Recuerda cómo fue su debut en el primer equipo del Ordizia?

Lo recuerdo perfectamente. Fue un partido amistoso entre Ordizia y Atlético San Sebastián en Trevijano. Yo tenía 17 años. Fue el debut soñado, con Axio Araña y con toda la gente a la que hasta entonces había animado desde la grada. Metí un par de ensayos, y uno además fue desde 60 o 70 metros. De mi primer partido de liga no me acuerdo. Han sido tantos partidos....

Subió al primer equipo en la 2009-10, y en la temporada 2011-12 se salió. Anotó nada menos que 20 ensayos y el Ordizia fue subcampeón de liga y ganó su primera Copa...

Fue todo de la mano. Teníamos un buen equipo. La gente de casa eran unos guerreros insaciables, y los profesionales tenían mucha calidad. El tipo de juego que hacíamos ayudaba. Había jugadores muy habilidosos, muy rápidos, y la verdad es que nos ponían muchos balones a punto de caramelo. Nosotros teníamos el ensayo entre ceja y ceja, y en la tres cuartos metimos un montón de ensayos aquel año.

En 2012 se marchó al Biarritz Olympique. ¿Le costó tomar la decisión de dejar un Ordizia en su mejor momento para ir alas categorías inferiores del Biarritz?

Sí. Me fui al campeonato de Europa sub-18 y me salió un torneo redondo. Eduardo Martín, hermano de Ignacio, fue elegido mejor jugador y yo fui el máximo anotador. Eso me abrió las puertas del Biarritz. Un compañero de la selección, Unai Bonfils, jugaba en las categorías inferiores del Biarritz, le preguntaron por mí e hizo de enlace. Hice una entrevista, empecé a hacer la pretemporada, y me quedé unos añitos.

Llegó a trabajar con el primer equipo del Biarritz, donde aún había varios excampeones de liga y muchos internacionales.

Aquí metía un montón de ensayos y daba igual cómo, todo perfecto, pero allí era muy importante cómo los metías. No solo al resultado, al camino que hacías también le daban mucha importancia. No todo valía. Eso es lo que te hace mejorar. En el primer equipo había gente que venía de jugar la final de la Heineken Cup. En aquel vestuario estaban Imanol Harinordoquy, Damien Traille, Dimitri Yachvili, internacionales ingleses... eran gente a la que hasta entonces seguía por la tele y tenía alguna fotografía suya en la habitación, y de repente me cambiaba con ellos en el vestuario y entrenábamos juntos. Te llamaban por tu nombre, te enseñaban, te corregían... Poder estar rodeado de gente de esta categoría fue un sueño hecho realidad, de lo más bonito que he vivido estos años.

Trayectoria

  • Primera etapa en Ordizia. En la temporada 2009-10, con 17 años, pasó a ser parte de la primera plantilla del Ordizia. Aquel curso marcó sus primeros puntos con un drop frente al Gernika (25-11) y esa misma temporada anotó dos ensayos. Su explosión como jugador llegó en la campaña 2011-12, cuando el Ordizia consiguió su primera Copa. Esa campaña jugó 19 partidos en liga en los que logró 93 puntos (18 ensayos y 1 drop), siendo el máximo anotador de ensayos de la División de Honor A, y disputó también tres partidos de Copa en los que marcó dos ensayos, uno de ellos en la final.
  • Biarritz Olympique. En la campaña 2012-13, Goia pasó a jugar en las categorías inferiores del club lapurtarra. El 24 de agosto de 2013 debutó con el primer equipo en el Top 14, imponiéndose al Montpellier en Aguilera en la segunda jornada (19-12). También participó en tres amistosos y estuvo convocado para otro partido de liga.
  • Mauleon. En la campaña 2015-16, Goia recaló en el SA Mauleon de la Federale 1, que entonces era la tercera máxima categoría del rugby galo. En el club de Zuberoa, sin embargo, solo jugó 318 minutos repartidos en cinco partidos, en los que anotó un ensayo.
  • Segunda etapa en Ordizia. Goia regresó al Ordizia en la campaña 2016-17, convirtiéndose enseguida en uno de los capitanes del equipo y logrando desde entonces 52 ensayos. Solo en las campañas 2017-18 y 2018-19 llegó a anotar diez marcas en cada curso. En este última temporada ha logrado tres. En total, ha disputado 153 partidos con el Ampo Ordizia. En su palmarés figuran la Copa del Rey de 2012 y los subcampeonatos de liga de 2011, 2012 y 2022.
  • Con la selección española. El tres cuartos de Idiazabal debutó con la selección española absoluta el 23 de febrero de 2013, contra Rumanía. Ha jugado 37 partidos con el combinado de rugby a XV y trece con el de seven, participando en encuentros de las World Series y en la Copa del Mundo de 2013.


Llegó a debutar incluso en el Top 14.

Jugué tres amistosos con el primer equipo, la primera jornada contra el Clermont estuve convocado, calenté todo el partido y no pude entrar, y en la segunda jornada debuté contra Montpellier. Jugué como titular. Fue un año fatídico, y el equipo terminó descendiendo.

Tras su etapa en Biarritz recaló en Maule.

Es una localidad de 3.000 habitantes. El equipo estaba en la tercera división, y el club hizo un proyecto bonito porque la liga era muy exigente. Vinieron un montón de jugadores de Baiona y de Biarritz de categoría espoir. Era un rugby diferente, no tan vistoso, muy duro, muy físico. También fue un año de aprendizaje, no tan espectacular como el de Biarritz, pero me enseñó a buscar otro tipo de juego, a adaptarme a otras situaciones y otros equipos.

¿Qué le decidió a volver a Ordizia?

Me contactaron Igor Eguren, que era el manager del club, y Jon Txurruka, otro histórico del club. Estaban montando un nuevo proyecto y querían que estuviera en él. Yo también iba a llevar la promoción del rugby en las ikastolas, el proyecto era más que el mero hecho de dedicarme a jugar. Era una situación medio rara, porque me fui siendo un jugador amateur y volví siendo el primer jugador de casa profesional, y quieras o no tienes una etiqueta que está ahí.

Estos años ha ejercido como capitán del equipo.

Año a año, se ha hecho una votación en el vestuario y he salido yo. Es una responsabilidad muy grande, pero te da a entender de que la gente te tiene aprecio y de que haces bien las cosas.

En esta segunda etapa ha vivido de todo. Desde una final de liga a luchar por la permanencia.

Al final, somos lo que somos. Podemos jugar una final de liga y la temporada siguiente estar con el año al cuello a falta de tres jornadas. Somos un equipo de un pueblo de 10.000 habitantes que está compitiendo contra ciudades grandísimas. Económicamente han sido años difíciles. Vino el covid, seguimos compitiendo igual, hubo gastos, el club no lo pasó bien, y eso se vio reflejado en lo deportivo. Han sido unos años de vivir en lo alto y en lo bajo. La filosofía del club siempre ha sido la de mantener una base de jugadores de casa y los extranjeros que han ido viniendo han dado todo lo que tenían. Por lo menos, seguimos un año más en División de Honor.

¿El club ha evolucionado como esperaba?

El club ha sufrido varios cambios generacionales en estos diez años por parte de los jugadores de casa. Parece que te estás asentando entre los cuatro primeros y de repente lo dejan Joanes Aierbe, Mikel Mate o Xabi Lerma, y para cuando los canteranos jóvenes que estaban subiendo cojan las tablas que tenían esos jugadores son varios años de transición. Hace un par de años lo dejó Iñaki Puyadena; el año pasado, Axier Álvarez de Eulate, y este año lo dejo yo. Es otro cambio de ciclo, y eso el equipo al final lo nota. Sí que en estos diez años he notado un cambio muy grande, en cómo entrena la gente, en la seriedad, en las horas que se dedican al gimnasio, a la preparación del partido, hay vídeos, análisis de estadísticas... El club ha evolucionado muchísimo. La gente está con ganas y trabaja. Aunque no se gane todos los fines de semana, detrás hay un trabajo, no de 23, sino de 35 jugadores.

¿Cómo ve el porvenir del Ordizia?

Lo veo bien. Hay gente con mucho potencial por debajo. El rugby en la comarca se está viviendo con un poquito más de fuerza. Las escuelas compiten a rugby cinta, y eso significa que durante cuatro fines de semana en Goierri hay alrededor de 3.000 niños jugando a rugby tag. Eso hace diez años era impensable. Eso significa que gota a gota van llegando jugadores al club, y eso a nosotros nos viene de perlas. Con los futuros jugadores que están entrando al club, y con los que ya están trabajando, creo que el futuro está garantizado.

En su último partido de esta temporada, se lesionó en apenas tres minutos. No fue el broche soñado...

Sí. El campo estaba raro. Nada más empezar, a los tres minutos, tuve un resbalón y me hice una rotura de fibras en el isquiotibial. Uno nunca decide cuándo lesionarse. Hace diez años me hubiera cabreado hasta con mi madre, pero uno aprende, ha tenido que ser así y listo. Yo me quedo con la despedida de casa, ante Les Abelles, que fue con mi gente, en mi casa, me bailaron un aurresku, vino toda la familia, y es la despedida que guardo para mí.

El test

  • ¿Cuál ha sido su mejor momento en el rugby? Deportivamente, cuando física y mentalmente he estado mejor ha sido en 2013. Jugué las World Series de rugby a siete y fue cuando debuté en el Top 14.
  • ¿Y el peor? En marzo de 2016. Me operaron del hombro. Fue la lesión más grave que he tenido. Fue casi recién llegado a Ordizia. Psicológicamente, fue duro, tanto por la operación como por la recuperación.
  • ¿Su mejor partido? Un partido contra la Santboiana en casa, en División de Honor. Creo que marqué cuatro ensayos.
  • ¿Cuál ha sido su mejor ensayo? En las World Series, jugando contra Nueva Zelanda en Nueva Zelanda, en Wellington, en 2013. Fui el primero que metió un ensayo a los All Blacks.
  • ¿Cuál ha sido el compañero que más le ha impresionado? Dimitri Yachvili. Era una persona que lo hacía todo bien, y siempre estaba dispuesto a ayudar.
  • ¿Y en el Ordizia? Perico Martín. Vino del VRAC. Era muy buen jugador y muy buena persona.
  • ¿Su mejor entrenador? Axio Araña. Me hizo debutar con el primer equipo y es el que más clavado tengo de todos.
  • ¿Un sueño hecho realidad? Viajar por todo el mundo. He dado más de una vuelta al planeta.
  • ¿Y su mayor decepción? La final de liga que perdimos contra el Sant Boi –en 2022–. Me hubiera gustado dedicar la victoria a Kawa Leauma –que falleció esa misma temporada–. Eso lo tengo ahí.


En el futuro, ¿le gustaría seguir ligado al rugby?

Sí. No me imagino una vida sin rugby. Ahora necesito dedicar un año o dos a la familia y desconectar un poco, porque han sido muchos años de presión. Pero luego sí que me gustaría. La educación en general me gusta y soy docente. Trabajo en el euskaltegi barnetegi de Maizpide, en Lazkao, haciendo nuevos euskaldunes. Hace dos o tres meses me saqué un título de entrenador y puedo entrenar en categorías autonómicas y podría entrenar hasta el segundo equipo del Ordizia. Me gustaría estar unido a las categorías inferiores, enseñando a los niños, que es el momento clave de la formación del jugador, cuando está creciendo.