Un subidón al filo de la navaja (1-2)
La Real elimina al Eldense gracias a un gol de Sucic y otro de Pablo Marín, en el último suspiro, después de una actuación decepcionante
La Copa siempre ha sido un torneo de emociones fuertes. Son ya muchos los años en los que los Primeras hacen funambulismo ante rivales de menor categoría. A un lado de la cuerda, el abismo de poder caer eliminado; y, al otro, aunque fuese obligatorio exigir la victoria, el subidón de ganar un duelo a vida o muerte. Si además es con un gol en el último minuto del descuento, no hay por qué esconder que se celebró con una lógica euforia. En el fondo lo estábamos pasando todos tan mal (el que peor, Aperribay en el palco) que la diana de Pablo Marín fue como una liberación. Todos respiramos tranquilos, después de más de 90 minutos de máxima tensión y desasosiego. Había que pasar y se logró, porque la Real se presentaba en la cita con muchos problemas tanto internos como de juego, pero la clasificación no puede tapar que el problema, y gordo, se encuentra en el césped. No era una cuestión tan clara de banquillo y la solución a todo, evidentemente, no iba a estar en fulminar al entrenador con la humillación de no dejarle dirigir al equipo cuatro días después en una eliminatoria de Copa. Eso lo teníamos todos muy claro. Pero no deja de ser sorprendente que mientras el club busca borrar de forma incomprensible el rastro de Imanol y todo lo relacionado con él, la dirección deportiva ponga al equipo en manos de un técnico que ha estado los siete años de su época como tercero a bordo.
Bajo esta premisa, la respuesta a la pregunta de cómo iba a jugar la Real con Ansotegi estaba muy clara: como lo solía hacer con Imanol. Con un 4-3-3 claro, que por momentos parecía un 4-1-4-1 por la altura que cogían los volantes y con la mayoría de titulares en escena para evitar un descalabro. La idea de sacar a los primeros espadas parecía un plan sin fisuras. Solo tenía un problema aparentemente sin excesiva importancia: si no conseguían imponer su mayor calidad, tal y como les está costando en todos los encuentros, el desastre iba a ser mayúsculo. De los que cuesta levantarse a lo largo de un mismo curso.
Fue una noche de locos que se puede resumir en que la Real ganó con un gol de Sucic, cuya polémica entrada admite muchas interpretaciones y lecturas, sobre todo si recordamos el comportamiento que ha tenido; y en que, una vez hecho lo más difícil, adelantarse a poco del final, al minuto los realistas encajaron el empate y en el 96, Pablo Marín, que lleva un año muy complicado, se vistió de héroe para dar el pase a su equipo al filo de la navaja gracias a un pase sublime de Guedes. Lo mejor de todo es que Mikel Oyarzabal ya estaba preparándose para salir a pesar de estar lesionado, de no haber entrenado y sin ser consciente del peligro de recaída que corría y de que el equipo había perdido los tres duelos que no había podido jugar.
Ansotegi es un hombre con sentido común. Práctico, sencillo, inteligente y con un gran conocimiento del mundo del fútbol. Si el club le dice que va a tomar las riendas del primer equipo durante una semana en la que se incluían dos encuentros, uno a vida o muerte en la Copa, y otro en un choque muy importante en la Liga, lo que quería evitar por encima de cualquier otra cosa es que su nombre quedara grabado en la leyenda txuri-urdin como el del fracasado que cayó a las primeras de cambio contra un 1ª RFEF. O lo que es lo mismo, que no pudo evitar una recaída de una mancha que creíamos haber limpiado y reparado para mucho tiempo. Por lo tanto, el de Berriatua se encomendó a su equipo titular, con las novedades de Marrero en la portería, Aihen en el lateral izquierdo y Zakharyan en banda izquierda. El resto, de los buenos lo mejor y de lo mejor lo superior, con un claro propósito de intentar no pasar excesivos apuros y sobresaltos. Lo que sí llamó la atención fue que dejara fuera a Goti, que estaba entrenando a pleno ritmo y sin problemas en estas últimas semanas y que venía de haber marcado en los dos duelos de Copa anteriores en Negreira y en Reus. En cambio, sí que entraron Mariezkurrena y Astiazaran.
El Eldense arrancó con la típica energía del equipo de categoría inferior y en los cinco primeros minutos probó suerte en sendos disparos desviados de Billups y Macho. El primer acercamiento txuri-urdin llegó a balón parado en un buen centro de Zakharyan al que no llegó por poco Zubeldia. A partir de ese momento el dominio visitante fue absoluto, con un anfitrión muy replegado con casi dos líneas de cinco por delante de su portero, aunque las ocasiones solo se producían a cuentagotas. A los 20 minutos, el ruso, que dejó muestras de su gran golpeo, sirvió un balón en largo que Guedes controló en plena carrera con el pecho, aunque su precipitada y forzada finalización se le marchó alta. Poco después lo intentó un Kubo que, sin embargo, estuvo muy apagado en un mal centro con su derecha; y el portugués, la nueva estrella, probó al meta Valencia en dos ocasiones seguidas, aunque la más peligrosa fuese la primera. En las postrimerías llegaron las opciones más claras para ambos equipos. En el minuto 44, Kubo se internó, combinó con Aramburu y el centro de este lo desperdició de forma increíble Zakharyan con un disparo lamentable a un metro de la portería.
La respuesta local fue un remate de Quintanilla, en una falta inventada que atrapó sin apuros Marrero, y en el descuento Brais, que llevaba otra floja actuación, cortó un pase horizontal y, tras conducir, se inventó un disparo en parábola que obligó al portero local a lucirse con la ayuda del larguero. Una pena, porque ponerse en ventaja antes del entreacto apuntaba a resultar casi decisivo en la eliminatoria.
En la reanudación, el Eldense cambió por completo y empezó a presionar a pares sacando los colores al ritmo con el que juegan muchos de sus futbolistas. El partido estuvo igualado y sin ocasiones hasta el arreón final con el gol de Sucic, la igualada de Quintana y el tanto definitivo de Pablo Marín. Se lo merecía...
La Copa es así. Distinta. Cuando menos te lo esperas te puedes llevar un regalo de los grandes. Y quién sabe si, aunque este equipo a día de hoy es un desastre, no nos acordaremos de este gol cuando la nueva Real remonte el vuelo y sueñe con hacer algo importante. Nunca menosprecies la Copa, siempre te puede sorprender... ¡Menuda alegría más tonta!
