Se veía venir. Todo tiene un límite. La Real Sociedad no pudo culminar la semana de la vergüenza con un tercer triunfo al caer ante el Valencia en un auténtico manicomio. El conjunto ché se jugaba muchas de sus posibilidades de supervivencia y jugó al límite del reglamento con una permisividad abusiva de un colegiado sin personalidad y superado por la atmósfera. Pero que nadie se equivoque, la Real no perdió por el colegiado ni tampoco queremos justificar que su rival fuese un justo merecedor de la victoria por el hecho de haber tenido que jugar tres partidos de máxima exigencia en seis días. Simplemente no estuvo ni inspirada ni brillante ni tuvo piernas para hacer más daño y, además, desperdició un par de ocasiones de las que no se pueden perdonar.
En los últimos años nos hemos acostumbrado a que sea casi hasta normal que la Real salga vencedora de campos como Mestalla o el Sánchez-Pizjuán. Si no sabemos valorar en su justa medida el extraordinario mérito que tiene salir con los tres puntos de estadios con una de las atmósferas más calientes y cuya presión pone en jaque a cualquier visitante y al colegiado cobarde de turno, nos estaremos equivocando mucho. Un gol de Hugo Duro, un futbolista al que conocen de sobra el resto de jugadores por sus malas artes y que fue capaz de sacar de quicio hasta a un siempre templado Zubimendi, dio un triunfo obligado a un Valencia que se aferra a su estadio y a su afición para salvarse a lo loco. Es decir, llevando los partidos a un límite de histerismo colectivo con el que sin duda pondrá a prueba hasta a los futbolistas más tranquilos. Pero tampoco se puede olvidar que también dispone de buenos jugadores que ayer mismo pudieron sentenciar en la segunda parte.
Cambio de sistema
Poco se ha destacado, pero en realidad LaLiga sí tuvo una deferencia con la Real en la tropelía que cometió con sus horarios que provocó que jugara con tres días menos de descanso que el Rayo los octavos de la Copa y solo 70 horas después compitiera con otros dos menos en Valencia, y fue que, curiosamente, retrasó el horario previsto para las 18.30 horas a las 21.00 horas para que al menos pudiera viajar en el mismo día, como hizo ayer la Real. Detallazo, pura empatía. Lo cierto es que Imanol declaró en la previa que sus jugadores están cansados, “no son robots”, por lo que se vaticinaba un once bastante revolucionario. Quizá lo que no se esperaba tanto era un cambio de sistema para pasar a actuar con tres centrales, Zubeldia, Aguerd y Pacheco, con Aritz, que además ya no está tan acostumbrado a recalar en la banda, como carrilero se supone que con la intención de cerrar a la dupla Gayá y Rioja, y con Javi López, que el año pasado marcó el gol del triunfo del Alavés en este mismo escenario, más protegido, lo que sin duda iba a a agradecer. En el centro del campo el indemne e inagotable Zubimendi, con Brais y Sergio Gómez, y Becker y Óskarsson.
Para ser justos, no podía ser la oportunidad esperada para el islandés, con un equipo de circunstancias, planificado para intentar aguantar y resistir para tratar de matar el duelo en la segunda parte ya con los primeros espadas en el campo. Pocos recuerdan que en el famoso 2-5 de finales de 2012, que pasó a la historia por el golazo de De la Bella, Montanier tuvo que improvisar un equipo por las bajas y el doble pivote lo formaron Zurutuza y Pardo. Aquel día la improvisación salió bien...
El Valencia comparecía en la cita con los donostiarras ingresados en la UCI, en una situación límite tras los inesperados triunfos de Alavés y Leganés, ante Betis y Atlético, respectivamente, y con siete puntos por debajo de la salvación. Desde luego, algo pasa en una casa que está sumida en un desgobierno absoluto, porque en realidad no tiene tan mal equipo con un once de bastante nivel que, como era previsible, iba a a plantear un partido a cara de perro y con el cuchillo entre los dientes. A pesar de las buenas sensaciones con su nuevo entrenador, acumulaba ocho encuentros sin ganar. Por cierto, sin Sadiq, que tenía todas las papeletas para marcar, y que incluso, según la prensa valenciana, Peter Lim había dado el OK al pago de la cláusula del miedo, pero que causó baja por lesión. No se puede decir que la suerte le acompañe en los últimos tiempos al nigeriano, no...
Una fórmula que no suele funcionar
Tampoco se le puede acusar de inmovilismo a Imanol, pero lo cierto es que con tantos cambios no es una fórmula que suela funcionar históricamente en el club. No deja de ser curioso que el técnico pobló de defensas su retaguardia y los dos primeros centros al área los remataron completamente solos jugadores valencianistas. A los cuatro minutos, Javi Guerra sirvió un balón extraordinario que Diego López no logró dirigir entre los tres palos a dos metros de la portería. Cinco después, una magnífica internada con centro preciso en plena carrera de Becker lo desperdició de forma incomprensible Óskarsson. Sin que tuviera a ningún contrario alrededor no empalmó bien la pelota que se marchó lejos del marco. “¿Por qué no controla?”. Kubo se hacía la misma pregunta que todos en el banquillo. Inquietante. Una ocasión de las que se suelen tener pocas en un siempre exigente Mestalla.
A los 25 minutos, en la enésima internada por la banda derecha, flanco por el que volcó su ataque el Valencia poniendo en evidencia a Javi López, y ante una decepcionante pasividad general de la zaga realista, el defectuoso chut cruzado de Foulquier se envenenó y ni Zubeldia ni Aritz lograron sujetar a Hugo Duro, quien, completamente solo, remató a las redes a pesar de la buena estirada a la desesperada de Remiro. Pasada la media hora, y en un saque de córner, llegó la jugada rocambolesca de la noche, con un triple remate sin éxito de los realistas. Aguerd estrelló el primero contra el cuerpo de un defensa; Sergio Gómez, con todo a su favor, se vio obligado a centrar a la segunda; y Pacheco, en lugar de volear intentó controlar, lo que le hizo perder un tiempo precioso y el rebote de su finalización lo acabó encañonando muy forzado Aritz, pero el esférico se perdió por la línea de fondo. Incomprensible. La cosa ya pintaba muy mal...
Antes del descanso, Becker intentó su ya habitual tiro con rosca desde muy lejos con el que no sorprenderá a ningún portero de la Liga. Eso sí, el neerlandés fue de largo el mejor de los visitantes antes del descanso, con la defensa y un centro del campo bastante decepcionantes y sin apenas peso en el encuentro.
Más cambios
En la reanudación Imanol volvió a la defensa de cuatro y se notó la entrada de Olasagasti. El canterano puso un sutil balón a Brais, quien tardó en rematar. Poco después otro gran centro de Becker, que domó Sergio Gómez con un taconazo, tampoco lo aprovechó Óskarsson. A Brais se le marchó alto otro disparo. Y poco más. Remiro salvó la sentencia en una gran salida ante Duro y desvió un centro de Guerra con marchamo de gol. En el descuento, Kubo tuvo en sus botas el empate, pero no lo enganchó bien.
Lo dijo Imanol en la previa del duelo ante el Villarreal, cuando le preguntaron por la tropelía que había cometido LaLiga con sus horarios: “Vamos a ir a muerte y hasta donde nos dé”. Estaba claro que el partido en el que quizá no le iba a alcanzar la frescura y el físico apuntaba a ser el de Valencia. Si algún otro candidato al descenso se enfadó al ver la alineación y el pobre rendimiento de una Real que lo intentó hasta el final que pase por la siguiente ventanilla a protestar. Los realistas no son máquinas. Y la que desvirtúa la competición tiene nombre y apellidos: LaLiga de Tebas...
Once de la Real
Once del Valencia
Sadiq Umar, cedido por la Real, no entró en la convocatoria del Valencia por unas molestias en la rodilla y no jugó finalmente.