La Real Sociedad pone punto final este sábado a su particular 2024 visitando al Celta en Balaídos. Aguarda en tierras viguesas un rival que está obteniendo en casa mejores resultados que a domicilio, pero cuyas señas de identidad se mantienen bastante estables en los partidos como local y como visitante. El equipo que entrena Claudio Giráldez abandera una atractiva y característica propuesta, con patrones bastante particulares que podrían llevar a la propia Real a matizarse para afrontar el encuentro. ¿Cómo? Analicemos lo que espera a los txuri-urdin en su último compromiso del año.
El peculiar dibujo del Celta suele apreciarse con claridad durante determinadas fases de los partidos. En el esquema en cuestión, las bandas son para los carrileros, mientras los extremos se mueven por lo general en zonas más interiores.
La altura en el campo de los citados carrileros, sin embargo, puede llevar al equipo gallego a formar con hasta cinco futbolistas en la primera línea de ataque, cuando tanto Mingueza como Hugo Álvarez adelantan mucho sus posiciones. Se trata de una situación por la que también solía apostar el Niza, rival de la Real en septiembre en la primera jornada de la Europa League. Y cabe recordar que allí Imanol ajustó de entrada a los suyos apostando por una defensa de cinco. De un modo u otro, el técnico oriotarra va a tener que amoldarse este sábado a la mencionada tendencia viguesa: lo puede hacer con una zaga fija de tres centrales y dos carrileros, incrustando atrás al pivote Zubimendi en fase defensiva, o retrasando a uno de los extremos para convertirlo sobre la marcha en carrilero y agregar así un hombre extra a la retaguardia.
Un esquema muy cambiante
Lo cierto es que el dibujo del Celta no resulta nada rígido. Puede deformarse según lo ya visto, o de forma más marcada en determinadas situaciones del juego, por ejemplo los saques de puerta propios. ¿A qué sistema va a tener que ajustarse la Real a la hora de presionar? El mencionado 3-4-3 merece ser tenido en cuenta para numerosos momentos del encuentro, pero también va a tocar pensar en cómo amoldarse al 4-3-3 que los de Giráldez forman con motivo de esos saques de puerta.
En cualquier caso, no todo es cuestión de dibujos, sino también, por ejemplo, de la orientación de los mismos. En este sentido, el Celta destaca por ser un equipo cuyo 3-4-3 de cabecera vuelca mucho el juego sobre su propia banda izquierda. Más cerca de esta que de la derecha, el conjunto vigués acostumbra a formar una especie de cuadrado interior con los pivotes Beltrán-Ilaix y los teóricos extremos Aspas-Swedberg. Todos ellos combinan apoyados en un Hugo Álvarez, carrilero izquierdo, que es diestro y también tiene capacidad para sumarse a la zona central y asociarse con sus compañeros. El ala derecha, mientras, significa una vía mucho más directa para las subidas de Mingueza.
La analizada tendencia a volcar el juego sobre la izquierda suele propiciar además a Iago Aspas la posibilidad de recibir el balón libre de marca en una zona muy concreta del campo. El veterano delantero gallego ve cómo su equipo avanza por el costado zurdo y se retrasa unos metros hasta ubicarse como interior derecho, en una zona difícilmente defendible entre defensas y centrocampistas del adversario.
Agresivos en la presión
Tal y como ha quedado comprobado, el Celta es un equipo camaleónico cuyo esquema se deforma en función del modo en que ataca, circunstancia que también se da en defensa. Los gallegos son capaces de tener comportamientos distintos a la hora de presionar, tanto en materia de dibujo como de actitud. El conjunto de Giráldez acostumbra a mostrarse, por lo general, bastante agresivo, aunque con un matiz relevante. Su carrilero derecho Mingueza recorre a menudo más metros que el izquierdo a la hora de lanzarse a apretar, lo que suele convertir al lateral diestro rival (Jon Mikel Aramburu) en hombre libre. Si esto se diera contra la Real, recaería en el venezolano buena parte de la responsabilidad para iniciar los ataques txuri-urdin.
Más allá de esas fases de los partidos en las que se lanza a presionar muy arriba, el Celta también es capaz de mostrar otros registros defensivos menos agresivos. Los de Giráldez suelen saber leer los momentos en que toca juntarse en mayor medida y esperar al rival en posiciones más retrasadas, aunque a la hora de ejecutar esto pueden empezar ya a emerger problemas relativos al perfil de los jugadores que conviven en su plantilla. Cuanto más cerca defienda de Guaita, peor se le dan las cosas al cuadro gallego, que no se caracteriza precisamente por la contundencia en área propia.
La visita de la Real a Balaídos significa por todo lo explicado una interesante oportunidad para ver cómo se comportan los txuri-urdin en un escenario tan peculiar. Todos los equipos de Primera tienen sus matices tácticos, pero el Celta se aleja mucho de la norma y de los patrones más o menos habituales, por dibujo y también por espíritu. El conjunto vigués pone así a prueba la riqueza de la pizarra de Imanol Alguacil, abriendo la puerta a posibles cambios de relevancia en la escuadra txuri-urdin.