Si hay algo que no se le puede discutir a la Real de Imanol es su capacidad para transmitir. Por eso ha enganchado y conquistado a su afición hasta el punto de que no le reprocha nada a pesar de llevar tres meses sin ganar un encuentro en Anoeta. Lo peor que se puede decir de este equipo es que pierde un partido sin pena ni gloria, porque no estamos acostumbrados a que sea de una forma tan fría y decepcionante. Con una actuación discreta y vulgar, afeada por dos errores groseros impropios de un conjunto que está en octavos de final de la Champions que le condenó a la derrota. Llevamos mucho tiempo denunciando la falta de gol de la plantilla sin la aportación de sus delanteros centro y la lesión de Mikel Oyarzabal, pero es que si a esto le sumamos que empieza a regalar atrás el resultado acaba siendo un nuevo disgusto en casa. Y son demasiados seguidos ya. 

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Real Sociedad - Villarreal: Las notas de Mikel Recalde Mikel Recalde

A la Real le salió todo mal. A cuatro días del día D ante el Mallorca, los realistas hicieron aguas por todos lados y sembraron de dudas su ilusionante futuro próximo. Nada les venía mejor que una victoria para cargarse de moral de cara al trago copero y, lo que es peor aún, se antojaba obligatorio que no hubiera más lesionados y solo en la primera parte cayeron Barrenetxea y Traoré. Después de un injusto 0-1 al entreacto, nada más reanudarse la contienda, la defensa realista encajó un gol de chirigota con un fallo en cadena incomprensible y su actuación hasta el final fue un desesperante y desordenado quiero y no puedo. Merino alimentó la esperanza de un inesperada igualada, pero Sorloth, quién si no, aplicó a rajatabla la ley de los ex para sentenciar una nueva victoria de Marcelino en Anoeta. 

Imanol volvió a jugar al escondite y a pesar de que, por primera vez en mucho tiempo, reconoció que tenían en mente la vuelta de la semifinal de la Copa ante el Mallorca del martes, apostó casi por su mejor once. Solo descansaron Zubeldia, que al pobre ya no le pueden pasar más cosas, y Merino, que ya llegó tocado al duelo de Palma, donde acabó saliendo por la puerta grande. André Silva ocupó la plaza de delantero centro, Barrenetxea entró en banda, por lo que Zakharyan retrasó su posición para jugar en su demarcación natural y Pacheco formó pareja con el capitán Le Normand.

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Las mejores imágenes del Real Sociedad - Villarreal Ruben Plaza

La Real completó una buena primera parte que se vio mancillada y estropeada por un error grosero que le condenó a estar en desventaja en el luminoso. Los realistas dominaron con claridad al Villarreal y generaron suficiente peligro como para ver puerta. Pero sin un estilete afilado resulta complicado marcar y la cosa se agrava cuando, una vez más, cae uno de sus soldados lesionados a las primeras de cambio. No se había cumplido el minuto 10 cuando Barrenetxea había encendido todas las alarmas al pedir el cambio tras sentir unas molestias en la espalda. 

La salida de los blanquiazules fue, como viene siendo habitual en estos últimos meses, una deflagración controlada. Con una actitud demasiado contemplativa, a los realistas les costó asomarse cerca del marco visitante. Hubo que esperar hasta el minuto 13, en un córner botado por Kubo que peinó Brais y salvó bajo palos de forma oportuna y apurada Coquelin. Pocos segundos después, Zakharyan, ya en posición de extremo, sacó un centro perfecto con su pierna izquierda tras una bonita bicicleta, pero desgraciadamente no hubo noticia de que por ahí hubiese un delantero centro. Casi a continuación, una imprecisión de Olasagasti fue aprovechada por Ilias para asistir a Guedes y este, tras recortar y dejar por los suelos a dos realistas, disparó muy centrado y Remiro estuvo atento para rechazar con las piernas. En el saque de esquina, el centro de Baena al segundo palo se encontró a Albiol que cabeceó hacia el centro y Comesaña, también con la testa, remachó a un metro de la portería. Incomprensible la actuación de Remiro, que se dejó caer creyendo que le iban a señalar una falta que no existió, lo que le dejó fuera de combate en la jugada. 

El tanto hizo daño a la Real. A los 21 minutos, Kubo, la gran esperanza, culminó un pase de Zubimendi con un chut demasiado centrado. Ya en la recta final, un centro de Galán lo salvó Alberto Moreno cuando Traoré estaba preparado para anotar y, en el descuento, una falta lejana de Zakharyan botó en el larguero

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Anoeta se llena a pesar del mal tiempo Ruben Plaza

Nada más reiniciarse el encuentro, Comesaña anotó el segundo al aprovechar un error en cadena garrafal de la zaga realista. Zakharyan se complicó, Pacheco fue imprudente en su cambio de banda y Le Normand estuvo blando a la hora de buscar un balón que sirvió en bandeja al realizador Baena. Así es totalmente imposible ganar a un Villarreal, que no es cualquier equipo y cuyo entrenador les tiene tomada la media a los realistas. Salvo en las finales, claro.

El tanto dejó KO y sin capacidad de reacción a una Real que a partir de ese momento sí que dejó una sensación más que inquietante para lo que está por venir. Sin gol, sin ideas y sin inspiración. Con un juego previsible y plomizo, siempre buscando a Kubo para que frotase la lámpara a la espera de un genio. Pero el japonés no va a poder siempre con todo. Ilias rozó el tercero, Silva solo creó algo de peligro con un chut de falta lejano y Zakharyan se llenó de balón al recoger un rechace en el área. 

En el minuto 85, Merino acortó distancias al aprovechar un rebote en uno de los deseos pedidos a Kubo, pero en el descuento, apareció por fin un delantero centro en Anoeta, Sorloth, para sentenciar el triunfo visitante.

Tres meses sin dar una alegría a su parroquia son demasiados. No se lo merecen. Ni estos jugadores, ni este entrenador ni esta afición. Nadie. Fue una noche triste para el realismo y un buen momento para que todos hagamos autocrítica porque si algo ha demostrado este equipo es que merece la pena creer en él. El martes todo será distinto. O al menos hay que confiar en que sea así, porque de lo contrario…