Sorprendió desde la distancia seguir el pasado curso la liga austríaca y comprobar cómo el Salzburgo sufría hasta el final para resistir el empuje del Sturm Graz, cuando el equipo de la Red Bull venía sumando títulos con holgura. Del mismo modo en que Inter y Real repetirán aquella eliminatoria de la UEFA 1979-80, txuri-urdin y austríacos harán lo propio con aquella confrontación de la Europa League 2017-18, en ambos casos con adiós blanquiazul.

Este Salzburgo, en cualquier caso, ya no tiene nada que ver con aquel, al menos en cuanto a nombres propios. Sí se parece, porque esto es innegociable en la entidad, en lo que respecta a su juego, un fútbol físico, rápido y vertical que sus jóvenes integrantes desarrollan desde un esquema 4-4-2 en rombo. Así sucede siempre, incluso tras un verano de cambios como el actual. El nuevo técnico Gerhard Struber no tiene a Sesko, a Seiwald (ambos en el RB Leipzig) o a Okafor (Milan), pero conserva a hombres interesantísimos y con proyección como el punta costamarfileño de 19 años Karim Konaté. Lleva seis goles este curso.