Es bonito ilusionarse cuando tu equipo ficha a jugadores del Leipzig, como André Silva, o a Kieran Tierney, del Arsenal, pero la única realidad hasta la fecha es que la Real sigue en obras y que ha llegado tarde y sin los deberes hechos al inicio de la temporada oficial. No es momento para dramatismos. Nos encontramos todavía en agosto, solo se han disputado tres jornadas y los blanquiazules aún no conocen la derrota (ni la victoria), pero salta a la vista que no se encontraban preparados para este inicio tan prematuro después de, además y entre otras cosas, haber completado una pretemporada inusual con una gira por Estados Unidos que ha puesto de uñas y con razón a su entrenador. El día que estaba cerrando la contratación de su cuarta incorporación, trece después del estreno liguero ante el Girona, la Real cosechó otra decepcionante igualada en el Gran Canaria ante un recién ascendido que le superó por completo en demasiados momentos del encuentro. A nadie se le escapa que esta plantilla va a ir a más y que, a pesar de completar unos primeros 45 minutos infames, pudo incluso vencer tras el entreacto, cuando el conjunto local acusó el cansancio y dejó unos huecos escandalosos a espaldas de la línea defensiva amarilla. Pero a los realistas les falta de todo, sus jugadores se encuentran muy lejos de su mejor forma y si no reaccionan rápido y espabilan, se van a empezar a meter en un lío a la espera de los necesitados refuerzos. Una vez más, Remiro volvió a rescatar a los suyos, con varias paradas de mucho mérito, sobre todo dos de ellas que incluso se estrellaron en el larguero. 

Los partidos en Canarias siempre son extraños. Más aún si se celebran en agosto. Los seleccionadores de las categorías inferiores suelen comentar que cuando disputan un torneo bastante más al sur, siempre hay más de un jugador que es incapaz de dar su nivel habitual. Eso después de pasarse unos días de aclimatación. La Real viajó la víspera y regresó tras el encuentro. Visto y no visto en un destino que si se coge un compás en un mapa, certifica que se encuentra a la misma distancia que Polonia. Ni más ni menos. No son excusas, porque es pronto aún para parapetarse en ellas, pero sí una búsqueda para encontrar explicación a la peor media parte de la Real desde hace mucho tiempo. Y eso que la climatología no influyó para nada ya que la temperatura era inferior a los 30 grados, hasta el punto de que ambos entrenadores decidieron que no se realizaran las pausas para la hidratación.

Volvió Merino como única novedad en el once, pero cuando no está al 100%, o incluso se encuentra bastante lejos, se nota demasiado y su rendimiento baja muchos enteros. El resto fueron los mismos que empataron ante el Celta, con la ausencia de Turrientes, a quien hay que agradecerle los servicios prestados en estas dos primeras jornadas en las que no ha desentonado ni ha sido responsable de nada.

Tras un comienzo de encuentro trepidante, con dos contrincantes buscando hacer sangre en la presión a la suicida salida de balón de su rival, Las Palmas se hizo con el control y superó con creces a los realistas. Jugando a lo que precisamente le gusta jugar a la Real. En el primer fallo en el origen de la jugada en un saque de Remiro a Brais, Jonathan dejó a Sandro, que finalizó alto. El portero se resarció con una parada antológica a remate de Loiodice que acabó estrellándose en el larguero. En un saque de esquina peinado por Sandro, que, para más inri por su flojo pasado realista, volvió loco a Traoré y estuvo en todas, Munir remató con el muslo rozando el larguero. El propio extremo forzó la parada de Remiro tras recortar al único fichaje hasta ahora en el campo. 

A los 32 minutos, con una sensación más que controvertida por la manifiesta superioridad de un recién ascendido que parecía el Ajax de Cruyff, llegó la primera ocasión blanquiazul en un disparo de Kubo, cómo no. El único jugador de campo que lo intentó con insistencia y algo de intención. La primera mitad del resto simplemente fue para olvidar. 

Incluso Remiro se despistó en un balón al que debió salir antes y que al menos luego salvó el disparo de Munir. Imanol se desgañitaba en la banda sin entender nada. Nosotros tampoco.

En la reanudación, el técnico optó por dar entrada a Oyarzabal y Sadiq. Y los dos no tardaron en acreditar que imponen y son capaces de generar peligro, pero también de confirmar que continúan muy lejos de su mejor estado de forma. Es cierto que con los cambios, y con el lógico bajón de pulsaciones del cuadro canario, el duelo se equilibró, pero también lo es que cuando fue netamente superior y dispuso de muy buenas opciones para marcar ante una zaga muy adelantada y poco solvente de Las Palmas, tampoco logró golpear y sentenciar el choque como un equipo de Champios, de nivel superior, como se le recibe ahora a los blanquiazules. A los dos minutos, Jonathan Viera ya había puesto a prueba a Remiro, pero los realistas, tras la bronca de Imanol, tuvieron más presencia en campo rival, y Kubo no aprovechó un error garrafal de Loiodice. Tras otro fallo estrepitoso en una salida de Remiro y después de muchos minutos insulsos sin apenas opciones de marcar para ningún contendiente, Traoré demostró que tiene buen pie y dejó solo a Oyarzabal, cuya definición con la derecha, demasiado sutil, la interceptó Coco. Solo un minuto después, Kubo frotó la lámpara mágica para servir un balón con música a Zubimendi, cuyo cabezazo, muy centrado, lo salvó Álvaro Valles. Y en los minutos finales, cuando ambos equipos parecían conformarse con el empate, algo poco comprensible en el lado txuri-urdin, Remiro volvió a desviar al larguero un chut de Loiodice y segundos después rechazó como pudo un disparo de Benito. Cho fue el último que estuvo cerca del gol tras una asistencia de Sadiq, pero su finalización fue floja y pareció irse fuera a pesar de que la desviara el meta local.

Tres partidos, tres empates. Ni el estreno de Zakharyan animó un poco la cosa. A esta plantilla de la Real hay que exigirle más. Duele que haya llegado tarde a este comienzo del curso, porque en breve llegará la Champions, habrá dos duelos por semana y es probable que, entonces sí, nos acordemos de estos seis puntos perdidos...