Cuándo arrancó el triunfal proyecto de la Real Sociedad? Su nacimiento puede situarse en marzo de 2018, fecha de llegada de Roberto Olabe a la dirección de fútbol. También existe la opción de rebobinar un poco menos y mirar al verano de aquel mismo año, el primero en que el gasteiztarra pudo meter mano al plantel. Pero parece más fidedigno acudir de forma concreta al domingo 6 de enero de 2019, el día en que comenzó la era Imanol. El oriotarra ya había dirigido al primer equipo durante una etapa anterior. Aquel día en el Santiago Bernabéu, sin embargo, asumió sus riendas para no soltarlas hasta la fecha. Cuatro años después, su Real regresa este domingo a la cuna de lo que es actualmente, un equipo con letras mayúsculas. 

Lanzados

Alguacil alineó aquella tarde de Reyes a los siguientes futbolistas: Rulli; Aritz (Zaldua, m. 69), Llorente, Héctor Moreno, Aihen Muñoz (Zubeldia, m. 84); Illarramendi, Zurutuza, Merino (Rubén Pardo, m. 73); Januzaj, Oyarzabal y Willian José. Fue el encuentro de la famosa acción polémica entre el portero argentino y Vinicius. Fue, igualmente, el encuentro que sirvió a la Real para iniciar su metamorfosis, dentro de la temporada 2018-19 y dentro también de su trayectoria reciente como club. Los goles de Willian José y Pardo (0-2) lanzaron al equipo: Imanol lo cogió 15º con tres puntos de renta sobre el descenso y a seis de Europa; meses después, en la última jornada ante el Espanyol (derrota 2-0), los txuri-urdin dependerían de sí mismos para lograr un billete continental. Dolió aquel revés en Cornellà. Pero la semilla de algo muy grande ya estaba plantada.

Sacudida estival

Las cosas habían marchado bien durante la segunda parte del curso. Olabe contaba ya, a diferencia de lo sucedido un año antes al llegar Asier Garitano, con un técnico que se adecuaba a la idea futbolística que pretendía implantar. Y se produjo en el plantel un evidente electroshock mediante el movimiento de piezas durante el mercado. Subieron Guevara, Barrenetxea, Aihen y Le Normand. Se fichó a Álex Remiro. Y, por encima de todas las demás, destacaron las incorporaciones de Portu, Odegaard e Isak, cuyos perfiles le cambiaron la cara al equipo. Pasó de excesivamente horizontal a muy vertical. De jugar siempre al pie a explorar la profundidad. Y lo hizo además en un Anoeta encendido y recién terminado. La comunión con la grada vino acompañada de resultados a las primeras de cambio, gracias a una meritoria sexta plaza y al acceso a la final de Sevilla previo paso por Chamartín. Sí, Imanol y los suyos ganaron de nuevo en el Bernabéu: 3-4.

Buena estadística

Recordados los orígenes de la actual andadura realista, sobra detenerse mucho en el estatus que ha alcanzado el equipo desde entonces. Con sucesivas vueltas de tuerca en lo táctico que le han llevado a dominar múltiples registros, suma tres billetes continentales consecutivos y va camino del cuarto, un pasaporte que además opta a llevarle a toda una Champions League. El trayecto iniciado hace cuatro años ha implicado, además, una estadística muy positiva en el Bernabéu, si atendemos a la dificultad que siempre supone visitar al Real Madrid. La Real de Imanol ha jugado en el coliseo blanco en cuatro ocasiones, acumulando dos victorias (0-2 y 3-4) y otras tantas derrotas (3-1 y 4-1). Además, durante el curso 2020-21, con los merengues compitiendo en Valdebebas, la visita blanquiazul se saldó con reparto de puntos (1-1).

Mal precedente

Eso sí, la mencionada derrota por 4-1 corresponde a la pasada temporada y significa un mal último precedente, que además recuerda en cierto modo a la visita de esta noche al Bernabéu. La Real llegaba a la cita muy fatigada tras competir durante tres miércoles consecutivos (ante Leipzig en dos ocasiones y Mallorca). Y no pudo desarrollar en el estadio blanco su propuesta habitual de ritmos elevados y presiones altas. Oyarzabal de penalti adelantó a los guipuzcoanos, pero el Real Madrid remontó el marcador con suficiencia.