La Real se reencuentra con un viejo amigo tras su regreso a Primera. Cuando peor pintaban las cosas desde el punto de vista deportivo y económico en la era moderna, el Mallorca fue uno de los clubes que mejor se portó con el paciente txuri-urdin. Y además quedó claro que su complicidad no se sustentó en un solo movimiento ni negociada con la misma entrenador o directivo por cuestiones de afinidad personales. Los bermellones cedieron a tres jugadores y los acuerdos los cerraron con tres directivas diferentes, señal inequívoca de su intención de echarle un cable a la, por aquel entonces, agonizante Real.

El primer préstamo, quizá el que más haya que valorar dada la precariedad de las arcas tras el reciente descenso, fue el del delantero centro Andrija Delibasic que cerró la directiva de María de la Peña, con Salva Iriarte de director deportivo. Al montenegrino le costó entrar y ver puerta, pero finalmente sus seis goles ayudaron bastante a quedarse a las orillas del ascenso. Inolvidable su gol en Vitoria que pudo valer medio billete de regreso a Primera y para el recuerdo su celebración de su anterior diana frente al Salamanca, que suponía el empate, con un mensaje claro de reivindicación al palco donde se encontraba Iñaki Badiola. Este presidente había logrado nada más aterrizar en el cargo la cesión de la joya de la cantera mallorquina, Víctor Casadesús, a pesar de que ya había otro bermellón a préstamo en Zubieta. Este era un prometedor delantero que anotó los mismos seis tantos, pero desgraciadamente pasó a la historia como el que falló la gran ocasión para sentencia el fatídico duelo en Mendizorrotza. Como reconoció un compañero esa misma semana, si en el vestuario., “si en el vestuario se hubiese hecho una encuesta para ver quién se jugaba ese mano a mano hubiera ganado Víctor".

Por si fuera poco, el año del ascenso no podía faltar el granito de arena del Mallorca con la cesión de Emilio Nsue, por aquel entonces la nueva perla de la cantera insular, que acabó erigiéndose en un magnífico jugador número 12 y que encajó a la perfección desde el primer día en el vestuario txuri-urdin, en el que dejó un enorme recuerdo.

En un mundo tan complicado y egoísta como el del fútbol, no estaría de más que la Real nunca olvidase el capote del Mallorca quien, al contrario que otros clubes más importantes y con más futbolistas para ceder, no dudó en aportar toda la colaboración posible para lograr que la regeneración txuri-urdin fuese lo más rápida posible. En resumen, otros pudieron hacerlo y no lo hicieron.