- La derrota ante el Sevilla ha dejado un poco tocado a la Real y su entorno. Al margen de las condiciones particulares en cada evento, encadenar cinco encuentros sin sumar una victoria a estas alturas de la temporada es sinónimo de distanciarse de los objetivos. Luis Aragonés lo definía con una claridad y una practicidad elocuente: esto consiste en llegar bien colocado a diez jornadas para el final y a partir de ahí luchar sin cuartel para alcanzar la meta más alta posible. Los de Imanol han completado bien el primer propósito, ahora les toca enchufarse y reaccionar para tratar de acabar quintos o sextos, ya que el séptimo puesto con pasaporte a la nueva Conference Cup no parece un caramelo demasiado goloso después de un buen curso con nota.

Es una pena, porque llegados a este punto, después de la decepción ante un Sevilla que marcó el límite para los realistas, resulta frustrante e indignante mirar hacia atrás y recordar que la final de Copa condicionó mucho los duelos frente a Granada, Barcelona y Athletic y que ante el Valencia un mal colegiado decidió que no tenía que llevarse los tres puntos. No toca más remedio que reaccionar para sumar una victoria clave ante un Celta al que abrumó en su estadio en la primera vuelta, aunque es evidente que con el cambio de entrenador se ha convertido en un nuevo equipo, mucho más fiable y peligroso.

En realidad, pese a los malos resultados recientes, la Real lo tiene bastante bien encaminado para asegurarse plaza europea. El Granada, su principal seguidor, cuenta con ocho puntos menos, aunque le queda por visitar el Camp Nou para sumar los mismos encuentros. Le siguen el Celta y el Levante con nueve por debajo de los blanquiazules, por lo que se puede decir que el último tren europeo para los gallegos pasa por ganar en Anoeta. Cuidado.

A nadie se le escapa que la Real está muy mermada por las lesiones y por la falta de energía de muchos de sus jugadores clave. Como sucedió el curso pasado, por ejemplo con Zubimendi, urge la aparición inesperada de la Unidad B para sellar el segundo objetivo más importante de la temporada, después de la consecución de la Copa del Rey. Imanol sigue sin contar con dos de sus jugadores más determinante, Merino y Silva, además de Illarramendi, Aihen, Sangalli y Moyá, por lo que habrá que ver cómo busca la fórmula eficiente para regresar a la senda de la competitividad y los puntos. En principio, se da por segura la entrada de Gorosabel, que provocará que descanse uno de los centrales habituales, probablemente Le Normand. En la izquierda aguanta con Monreal. En la medular lo lógico es pensar que sigan Zubimendi y Guevara, con Carlos, como variable más ofensiva, y Guridi, como variable para fortalecer la sala de máquinas. El tridente será el preferido por Imanol, Portu, Isak y Oyarzabal.

El Celta es un rival difícil, capaz de lo mejor y de lo peor. Con un arsenal ofensivo de muchos quilates, liderado por un Aspas que va por su octava juventud; un Santi Mina, que por fin recupera las sensaciones que dejó en sus orígenes; Nolito, como elemento impredecible; y Brais y Denis Surárez, como talentosos directores de orquesta. No suele competir mal en Anoeta, donde seguro que jugará alegre y al ataque. Hay partido.