El maldito 2020 acaba de la mejor forma posible con un triunfo indiscutible en la guarida del eterno rival. Pocas cosas dejan un sabor de boca más agradable que derrotar a tu vecino en su estadio. Pero simplemente ha sucedido lo esperado si nos atenemos a las trayectorias de ambos equipos a lo largo de esta temporada. Lo único que ha hecho la Real ha sido aplicar el peso de la lógica que dictamina que es bastante superior a un Athletic que hoy, en su campo y en una cita importante como es un derbi ante el eterno rival, no ha sido capaz de disparar entre los tres palos.

Hace ya muchos meses que Euskadi está dominada por el txuri-urdin. Y eso que esta vez no ha necesitado ofrecer su versión más brillante y por momentos imparable para llevarse con absoluta justicia los tres puntos del Botxo. Después de nueve partidos sin ganar, Imanol ha optado por protegerse más de lo habitual para evitar y controlar las esperadas embestidas rojiblancas, juntando más sus líneas y retrasando su línea defensiva. Esto ha provocado que perdiera lucidez en ataque, pero también que el Athletic no le hiciera ni cosquillas en sus escasas ofensivas.

Un madrugador tanto de Portu a los 5 minutos, en el primer ataque donostiarra, ha sido suficiente para decantar una balanza, ya de por sí descompensada en las alineaciones, ya que pocos pueden discutir que esta Real se encuentra a otro nivel que su vecino. Aunque esto no exime que a 90 minutos pueda pasar de todo debido a que los bilbainos, justitos de talento en comparación con otras plantillas recientes que han tenido, mantienen un alto nivel competitivo, convierten sus duelos siempre en incómodos para su contrincante y son muy duros. En todos los sentidos. Por eso la Real solo ha podido llevarse un triunfo por la mínima. A pesar de la ausencia de público, el principal activo de este encuentro y de esta sana rivalidad, ha sido un derbi de los de antes. Con nervios, muchos choques y faltas, un mal árbitro y muy pocas ocasiones de gol. Casi todas ellas generadas por los visitantes que se han impuesto en todas las líneas a su adversario.

El encuentro no ha podido comenzar mejor para los guipuzcoanos. Cuando todavía que no habían pasado los habituales minutos de tanteo, en la primera combinación destacable de los de Imanol, ha llegado el tanto del encuentro. Gorosabel le ha robado la pelota a Berenguer (que ha reclamado una falta que no ha parecido), han combinado Guridi, Isak, Merino, con un pase extraordinario a Oyarzabal y su asistencia la ha convertido en oro Portu en un remate muy forzado.

Los protagonistas han tenido su miga. Empezando por Guridi, la gran sorpresa de la alineación, que regresaba tras una lesión. En Miranda solían decir que “el calvo (con todo el respeto) aparece por todas partes”. Hoy hemos entendido esa expresión. Qué despliegue físico y qué capacidad para hacer de todo. Ha empezado algo dubitativo, pero en cuando ha entrado en el duelo, su figura ha ido creciendo hasta el punto de que ha cortado balones en zonas providenciales y ha estado cerca de anotar un golazo tras un gran recorte en el área. Su memorable carrera en la prolongación cuando debería haber estado casi sentado exhausto con la lengua fuera nos confirma que estamos ante un futbolista extraordinario. A ver si le respetan las lesiones.

Luego Isak. No lo está pasando bien el sueco, se le nota. Los delanteros viven de los goles y se encuentra en un momento en el que se le hace de noche cuando pisa área. Pero ha estado bien, con garra, siempre dispuesto a colaborar y con un remate de cabeza y una falta al larguero como sus argumentos de cara a portería. Tampoco está mal.

El gran Merino. El navarro ha estado cerca del colapso, porque la baja de Guridi ha provocado que no pudiera descansar en un maratón de encuentros. Se le nota. No puede mantener el sobresaliente nivel de juego de la primera media hora de Nápoles, pero sabemos que lo tiene dentro. A pesar de haber podido parar un poco estos días, se le ha notado con poco oxígeno. Esto no ha sido óbice para que decidiera el choque con un pase en profundidad magnífico a Oyarzabal.

El 10 ha vuelto. Y cómo se nota. Cuantas cosas hace bien a lo largo de un encuentro. Es el alma de esta Real. Y el corazón. No hay nadie mejor que él para jugar derbis en Bilbao. Sin ninguna duda. Su balance ha sido el habitual cuando no ha cuajado un partido sobresaliente. Una asistencia perfecta y un disparo de falta que no ha entrado de milagro porque su amigo Simón no sabe aún cómo lo ha parado.

Y por último, Portu. Algunos se empeñan en desprestigiar al murciano comparándolo con su competencia. Es un futbolista esencial para esta Real. Sus desmarques en ruptura son vitales para el juego de posesión y elaboración txuri-urdin. “Solo la ha empujado y casi la falla”, dirán otros. Las dos cosas se explican con el mismo argumento. Empieza a correr bastante antes que su marcador porque sabe que le puede llegar el balón para anotar. Su fe mueve montañas.

A partir de ese momento, se ha visto que la Real era mejor, pero que, al contrario que a lo largo de la temporada no ha tenido problemas en dejarse dominar consciente de que iba a poder defender más cómoda y sin sobresaltos. Otra medallita para Imanol, un entrenador como la copa de un pino. Sí, muchas veces nos quedamos con su sentimiento realista y lo que transmite, algún día empezaremos a destacar su nivelazo táctico y su capacidad para preparar y leer los encuentros. Fuera lo suelen hacer más. Merece que también lo subrayemos.

Berenguer, en un centro que ha atrapado Remiro y Vesga, en un cabezazo forzado, han sido las dos únicas aproximaciones bilbainas reseñables antes del descanso. A la Real le ha faltado asustar un par de veces más. Yuri ha derribado a Portu dentro del área, pero el choque no ha parecido suficiente como para que Sánchez Martínez, cuyo criterio no lo ha entendido nadie, decretara el punto de penalti.

En el descanso Imanol ha dado entrada a Zubimendi por Guevara, que tenía amarilla, para protegerse en vista del absurdo baremo con las tarjetas que estaba aplicado el trencilla. En la primera media hora los realistas han sido muy superiores y han merecido sentenciar su victoria. Isak en un remate de cabeza que ha detenido Simón y en una falta que se ha estrellado en la madera ha sido el que más cerca ha estado de firmar la puntilla.

Oyarzabal, en otro libre directo que le ha tocado Isak, ha disparado con fuerza y el meta rojiblanco ha sacado el balón aún no se sabe muy bien cómo. La mejor ocasión local ha llegado en un centro de Yuri que no ha rematado Sancet antes de que la tocara Remiro y Monreal ha salvado en el segundo palo. El lateral es un seguro de vida. Uno de los mejores fichajes de la historia de la Real. Williams ha tenido que centrar su posición porque era incapaz de generarle problemas.

Sin el aliento de su público, el habitual arreón final del Athletic se ha quedado en muy poquita cosa y si la hinchada realista ha sufrido ha sido más bien por recuerdos de dramas pasados que por la realidad de lo que se ha vivido en el verde. Barrenetxea, en una buena contra, ha podido hacer el segundo pero su disparo con la pierna mala no ha cogido portería.

La Real ha vuelto a asaltar San Mamés. Algo que dejó de ser noticia hace muchos años. Sin público el derbi pierde magia, pero los realistas viven mucho más cómodos. Sin el aliento de la grada se equilibran las fuerzas y lo habitual es que gane el mejor. Y en estos momentos nadie puede discutir que Real está por encima del Athletic. Agur maldito 2020, nos costará olvidarte, a pesar del detallito final de Nochevieja con el triunfo que más nos gusta disfrutar a las almas txuri-urdin. Orgullosos de nuestros jugadores, de nuestro entrenador, de nuestro club, de nuestros colores… Ser de la Real es maravilloso. Y lo que nos queda.