aixo afición txuri-urdin! Era verano, sí. Pero casi me muero del frío cuando, con 18 años recién cumplidos, aterricé en Noruega para iniciar mi aventura europea. Me fichó un modesto club escandinavo cuyo nombre sonará a muy pocos. Y más de una década después integro ahora la plantilla de uno de los equipos más grandes de Europa y del mundo. Ha merecido la pena dar tantas vueltas. Mereció la pena aquel año, en aquella gélida liga que me vio crecer. Jugué 20 partidos. Marqué nueve goles. Y me fichó una entidad, ya mucho más al sur del continente, que por aquel entonces se caracterizaba por acumular en nómina a una cantidad ingente de futbolistas. A la mayoría de ellos los cedía para que se revalorizaran, un objetivo que conmigo se vio plenamente alcanzado.

¡Perdón! ¿No os lo he dicho aún? Tenía que haber empezado por ahí. Hacía tiempo que no se pasaba por este espacio un rival, un futbolista que no haya vestido nunca la camiseta txuri-urdin. Es mi caso. No jugué en la Real. Pero sí os marqué un gol de esos que duelen de verdad, de los que hacen daño. Y escribo esta carta para reivindicar su valor, todo lo malo os supuso. Creo que no habláis de él lo suficiente. Ni siquiera lo recordáis. A la hora de comentar aquel triste final de campaña, os centráis en el fallido duelo directo de la última jornada. Pero todo habría resultado distinto de no haber aparecido yo dos semanas antes. El verano os habría cambiado, para bien. Y quizás, quién sabe, no se habría desencadenado en vuestro club aquella crisis deportiva. Mientras esta se producía, yo ya había cambiado de aires y me salía del mapa en la segunda división inglesa, siempre dentro del extraño emporio futbolístico que os he mencionado antes.

La verdad es que en las islas adquirí cierto estatus. Hasta que, llegado un punto de mi carrera, parecí encaminarme hacia el clásico retiro dorado en el fútbol asiático. Por allí andaba hasta hace nada, disfrutando de la competición sin presiones de ningún tipo, cobrando un buen sueldo y haciendo lo que más me gusta, jugar al fútbol. Pero a un equipo importante se le ocurrió que ficharme podía suponer una buena idea. ¿Lo fue? En primera instancia hubo mucha bromita, muchas risas. Pero el parón por coronavirus me pilló con cuatro goles en ocho comparecencias. Ojito.