iego Rivas (Ciudad Real, 1980) destacaba en las filas del Getafe cuando desde las oficinas de Anoeta pusieron sus ojos en él. Las arcas txuri-urdin disfrutaban de liquidez gracias a una reciente ampliación de capital. José Mari Bakero, quien compaginaba durante aquel verano de 2006 las tareas de entrenador y director deportivo, estimó que el fichaje resultaba prioritario. Y el club apostó por abonar los tres millones de la cláusula de rescisión. En primera instancia, todo salió mal. No rindió a su nivel el futbolista, quien reconocería a posteriori que el precio y las circunstancias de la contratación le pesaron. Tampoco rindió el equipo, que certificaría a final de curso el descenso a Segunda.

La primera temporada blanquiazul en la categoría de plata se desarrollaría sin el manchego en el plantel. Este salió cedido al Ramón de Carranza para competir con el Cádiz, también en Segunda. Y el desenlace de la campaña fue negro para los andaluces, que bajaron a Segunda B en la última jornada por culpa de un penalti fallado en el tiempo de descuento. Comenzaba entonces el verano de 2008, durante el que Rivas se reincorporó a una Real en plena crisis concursal. Todo apuntaba, de inicio, a que el Toro Blanco, apodo que le había puesto Gica Craioveanu cuando ambos coincidieron en el Getafe, abandonaría el club. Sin embargo, pasaron las semanas, Rivas aceptó reducir sus emolumentos y decidió apostar por ganarse un hueco en el plantel de Juanma Lillo. Lo consiguió.

El pivote manchego entró a menudo en los planes del tolosarra. Y fue más importante aún a raíz de la llegada a la Real de Martín Lasarte, quien le convirtió en un fijo en las alineaciones. El equipo ascendió a Primera y certificó un año después la permanencia, coincidiendo con el final del contrato de Rivas (junio de 2011). El club no lo renovó, decidido a dar la alternativa definitiva a Asier Illarramendi, por lo que el pivote de Ciudad Real puso rumbo al Hércules, recién descendido a Segunda.

Del club alicantino recaló en el Eibar, en el Eibar del ascenso. Pero no disfrutó de la máxima categoría como armero, pues de Ipurua pasó al Llagostera. Rivas colgó las botas en 2015 tras jugar en el Socuéllamos. Y ahora es secretario general de la AFE, rol desde el que participa en las negociaciones con la Federación que vienen marcando la actualidad.

En la campaña 2007-08, jugó cedido en las filas del Cádiz; al concluir su contrato se marchó al Hércules, recién descendido a Segunda