aber pasado por la Segunda División en una época relativamente reciente y haber vivido en la categoría de plata algún que otro gran disgusto ha dejado en la historia negra de la Real nombres prácticamente anónimos que, sin embargo, tuvieron su influencia en la trayectoria del equipo y del club. Verdugos del cuadro blanquiazul en el infierno llegaron a crecer y a hacerse un hueco en la élite, como fue el caso de Jorge Molina, protagonista de estas líneas hace unos días. Otros, sin embargo, vivieron contra la Real su particular momento de gloria para que poco más se volviera a saber de ellos después.

Es el caso de Jairo Álvarez, un centrocampista asturiano cuyo nombre nada dice al aficionado txuri-urdin de a pie. Fue él, sin embargo, quien con un cabezazo en el primer palo frustró el sueño del ascenso en Mendizorroza, en junio de 2008. Para la historia quedó que la Real perdió aquel partido encajando dos goles en el descuento, el segundo de ellos obra de Toni Moral (jugaría en Primera con el Racing). Pero el 3-2 final resultó anecdótico en clave guipuzcoana: el empate y la derrota implicaban exactamente lo mismo para la escuadra de Lillo, condenada de cualquier modo a esperar una improbable carambola en la última jornada de Liga. Ni qué decir tiene que esta no se produjo.

Jairo Álvarez era desde hacía años una de las más firmes promesas del fútbol asturiano. Nacido en Avilés en 1986, llegó a ser internacional con España en categorías inferiores, compartiendo combinado con futbolistas de la talla de Sergio Ramos y David Silva. Debutó en el fútbol profesional con solo 16 años, disputando con el Real Oviedo dos partidos en Segunda División. Pero se rompió entonces el ligamento cruzado, lesión que volvería a sufrir con 17 y con 18 años. Un calvario.

Volvió a aparecer en escena cuatro temporadas después, en la 2006-07, pero defendiendo ya los colores del Sporting. Su buen final de curso despertó el interés del Deportivo, que le contrató. Pero en A Coruña no pasaba de jugar con el filial, así que en enero de 2008 salió cedido al Alavés, equipo en el que jugó solo diez partidos e hizo un gol. A la Real. Lastrado siempre por las secuelas de aquellas lesiones, terminó su carrera en 2015 tras varias campañas en Segunda B.

Internacional en categorías inferiores, había debutado en el fútbol profesional con solo 16 años, defendiendo los colores del Real Oviedo