“Mi hijo mayor ya me dice que quiere jugar en la Real”
Un canterano irrepetible. Gran jugador y mejor persona. Poco más se puede añadir de Xabi Prieto, que afronta la semana de su despedida en Anoeta. Nunca una palabra más alta que otra, nada que pueda perturbar a su Real
-Un poco mejor que la semana anterior. Corriendo no tengo problemas, pero cuando cojo el balón estoy más limitado. Queda poco, pero teniendo en cuenta el día que es y la posibilidad de jugar el último partido en Anoeta trataré de hacer lo máximo y poder ayudar por última vez al equipo a ganar el partido.
¿Incluso haciendo una pequeña locura?
-Claro. Ya han pasado dos meses y medio o tres meses, el dolor sigue ahí. He hecho cosas para tratar de mejorar, pero de momento la mejoría es muy pequeña.
¿La lesión de pubis le hubiera hecho pasar por el quirófano en caso de seguir?
-Si hubiese renovado y hubiese seguido, la temporada que viene me habría operado y para la pretemporada habría estado perfecto.
¿Es una lesión que arrastra desde hace mucho?
-Llevaba tiempo con los abductores y el pubis un poco cargados, pero nada que me impidiese entrenar y jugar con normalidad, con más dolor unos días y menos otros, pero como a lo largo de casi toda la carrera. Tienes dolores, tienes cargas y pocos partidos juegas sin sentir molestias en algún sitio, pero eso nos pasa a todos. Llevaba tiempo, pero justo en ese partido, al hacer un pase a Zuru, me pegó un pinchazo y con el penalti me quedé tieso.
No estaría mal que su último toque fuese transformar un penalti...
-(Risas) No, espero tocar el balón alguna vez más.
¿No descarta ser titular?
-No creo. Hay tres puntos en juego que hay que tratar de ganar para quedar lo más arriba posible y si llevo tres meses sin entrenar con el grupo, dudo mucho de que esté en condiciones de iniciar.
¿Le ha escocido mucho la inoportunidad de la lesión?
-En el momento fue duro porque fue justo la semana que el jueves jugábamos en Salzburgo, seguramente el partido más importante de la temporada y el más especial, con mucha gente que se desplazaba. Era el partido más ilusionante de la temporada y el perdérmelo sí que fue duro y complicado. Y lo que vino después. En un principio, era una rotura pequeñita, pero me dolía mucho y todo ello derivó en una pubalgia que me limitaba mucho a la hora de tocar el balón y que a día de hoy también me limita un poco.
Usted siempre ha sido muy cuidadoso con su físico, sin lesiones ni secuelas graves.
-Físicamente me encuentro bien, quitando este problema en el pubis. Por suerte, en estos 15 años he tenido lesiones llevaderas y he pasado pocas veces por el quirófano, y he podido jugar muchísimos partidos. He tenido suerte en ese sentido.
El cuerpo no le ha pedido que pare.
-No. Es una decisión más mental, de que uno siente que ya llega el momento de colgar las botas, de decir adiós, de dejar sitio a otros y dedicarme a otras cosas.
¿Preparado para emociones fuertes?
-No he pensado mucho por el momento. Quizás porque esté lesionado y haya estado más mentalizado en la recuperación que en lo que va a venir. No le he dado vueltas ni en cómo va a ser ni qué va a ser después del sábado, al acabar la temporada. La decisión ha sido muy meditada, muy natural, la temporada pasada tuve dudas y era algo que tarde o temprano tenía que llegar, y en ese sentido estoy tranquilo. La Real no va a tener ningún problema, le va a ir muy bien y lo disfrutaré desde fuera.
¿Abrumado por los mensajes de reconocimiento?
-Un poco sorprendido, abrumado y emocionado de la respuesta y del cariño que he recibido durante este tiempo desde que anuncié que lo dejaba. Uno nunca está preparado para leer o recibir tantas muestras de cariño, pero súper agradecido y fue muy bonito.
¡Y quién se lo cuenta, si no tiene redes sociales!
-Me han enviado mensajes mis amigos. Mucha gente me ha mandado cosas que salen en Twitter, lo de Sevilla el otro día?
Alguno que le haya impresionado o tocado especialmente.
-Gente con la que llevas tiempo sin tener relación. El Loco Abreu, que después de muchos años sin saber de él, me mandó un mensaje largo y emotivo. Me decía cosas muy bonitas. Nunca había tenido el móvil con más de 350 mensajes en un momento. Era mirar el móvil y decir se han vuelto todos locos.
¿Respondió uno por uno a todos?
-Sí. Tardé un par de días, pero lo hice uno a uno.
¿Su gente como lo ha asimilado?
-En casa bien. Los niños todavía no son conscientes de nada; y mi mujer, bien, ya se lo había anunciado. Mis aitas y mi hermano, más o menos, lo intuían y me dijeron que por lo menos les podía haber avisado antes de ese día. Pero muy bien. Me entienden y, como siempre, me apoyan.
¿No se está comiendo la cabeza?
-No. No es una decisión tomada en un momento caliente. He tenido la suerte de poder elegir y decidir mi futuro, y no todo el mundo tiene esa posibilidad. De poder renovar o marcharte, y eso también es una responsabilidad. Quizás es más fácil que te digan que no te renuevan a que la decisión esté en tus manos.
¿Le removió mucho por dentro la despedida de Carlos Martínez?
-Es emocionante ver a un compañero con el que has vivido toda tu carrera que esté pasando por la misma situación que viví yo hace unas semanas. Estaba mucho más tranquilo que aquel día. Txarly todavía tiene años para jugar al fútbol. Algo sí que ha bromeado con el hecho de que yo no he querido renovar y a él le hubiera gustado seguir, pero seguro que tiene opciones y que disfrutaremos con él.
Mira atrás y...
-No sé cuál sería la palabra. Satisfecho de las decisiones que he tomado, de cómo se han llevado las cosas y consciente de haber vivido un sueño. El haber podido disfrutar y vivir del fútbol durante tantos años en el club y la ciudad en la que he nacido? Más no se puede pedir.
Esta le va a gustar: ¿hay algo más bonito que ser de Donostia y capitán de la Real?
-Para mí, no. El mayor de mis hijos ya me dice que quiere jugar en la Real.
¿Borraría algo de su carrera?
-No. He vivido momentos duros, momentos buenos, pero una trayectoria tan larga debe tener de todo y de todo se aprende. Las experiencias te hacen más maduro, te hacen crecer. Las cosas son como son y las decisiones importantes han sido buenas.
¿Si pudiese escoger, elegiría haber militado en otra generación del club?
-No. He disfrutado y he sido feliz con las generaciones con las que he jugado. Sí me hubiera gustado ganar un título, por supuesto.
A Iago Aspas le preguntaron si quería jugar en un grande y dijo que para él no hay nada más grande que el Celta. Su ejemplo va ganando adeptos...
-Es algo que me gustaría que se quedara. Que el hecho de que la gente joven vea y piense que jugando en la Real toda su carrera se puede ser feliz. Seguramente no vayas a ganar el dinero que vas a ganar en un Real Madrid o un Barça, no vayas a jugar finales o vencer tantos títulos. Y eso que yo estoy convencido de que la Real llegará a ganar algo. Pero hay que respetar todo. A la gente que piense como yo y a la que su ambición sea otra. Aunque si hay gente que piense como yo, será mejor para la Real.
Usted perteneció a la promoción que acabó siendo campeona del mundo.
-En la sub’21 coincidí con Iniesta, Silva, Cesc, Ramos... Es bonito ver a gente que ha jugado contigo que de repente es campeona del mundo o ha ganado la Champions.
¿De los récords le motivaba alguno especialmente?
-De los personales, no. Ninguno.
¿Ni el de partidos seguidos?
-No, tampoco. Está claro que es bonito. El hecho de jugar tantos partidos es señal de que las lesiones te han respetado, de que los entrenadores han confiado en ti y de que las cosas han ido saliendo bien. Nunca me he fijado en las estadísticas ni en los números.
Empezó jugando en Santo Tomás Lizeoa. De mediapunta.
-Sí, jugué hasta juveniles. Tenía la oportunidad de irme al Antiguoko, pero estaba contento en el colegio. Jugaba con los de mi cuadrilla y contábamos con un buen equipo.
Un amigo hernaniarra bromeaba el otro día con que no es un ‘one club man’ porque jugó cedido en el Hernani.
-(Risas). Pasé un año muy bonito, jugando de mediapunta. En el momento fue un mazazo porque me incorporó la Real y me cedió. Cuando me lo comunicaron le dije al aita que no, que yo volvía al Liceo con los amigos, porque en Hernani no conocía a nadie. Me contestó que probara unos días y que si no estaba a gusto, regresaba al Liceo. Desde el primer día, tanto el entrenador como los compañeros me trataron súper bien, y me vino de lujo para soltarme. Yo era muchísimo más tímido de lo que soy ahora. Fue un año bonito.
Su generación en la Real no fue una cualquiera, campeona alevín en Brunete.
-Sí, con Riesgo, Juan Domínguez, Zubiaurre, Vara, Iosu Rivas? Lo de Riesgo era increíble. Andaba muy bien. Era y es un gran portero.
¿Cuándo se dio cuenta de que iba a ser un futbolista profesional?
-No me acuerdo. Cuando debutas o pasas al Sanse son momentos en los que ves que vas dando pasos y que confían en ti. Desde que regresé a Zubieta ya empecé a jugar en la banda y ya me quedé ahí. Yo soy un mediapunta reconvertido en banda, más que al revés, porque toda mi vida había jugado en el centro.
Llega a un equipo que casi gana la Liga pero que se encuentra en declive. Y pasa de promesa a referencia en muy poco tiempo hasta que se consuma la tragedia...
-Fueron años duros. La temporada anterior ya habíamos coqueteado con el descenso y al final caímos. Nos pasamos tres años en Segunda, que fueron largos, pero, mirándolos ahora, creo que vinieron bien e hicieron que se volvieran a asentar las bases de un proyecto sólido y bien dirigido en el que estamos hoy.
¿Usted se siente parte de esa generación de la resurrección?
-Bueno, yo soy de la generación del ‘83. No hay más. He tenido la suerte de jugar con gente de los setenta, de los ochenta y de los noventa. Esto lo que significa es que ha llegado el momento de marcharme; no vaya a llegar nadie de 2000 y pasé por más generaciones aún.
La experiencia de pasar en tres años de Segunda a Old Trafford parece irrepetible.
-Fue algo precioso. El año del ascenso salió todo muy bien, rodado, y fue lo más cercano que hemos vivido a ganar un título. Con Anoeta lleno, con entre 6.000 y 7.000 personas fuera siguiéndolo en un pantalla. Es algo que no lo hemos vuelto a vivir. A los tres años, clasificarnos cuartos en la Liga española, probablemente la más poderosa del mundo, quedar cuartos con nueve de los que estábamos en Segunda tiene mucho mérito.
A partir de ahí, muchos dientes de sierra. ¿Nos han acostumbrado mal?
-Nos ha costado mantener esa regularidad. Los números están ahí. Después de un buen año nos ha costado mantener el nivel en el siguiente. No hemos conseguido mantenernos arriba y es lo que tenemos que lograr. El estar arriba siempre para pelear por Europa, porque hay equipo y generaciones para ello.
¿Es verdad que tuvo una oferta de China hace dos años que le hizo dudar?
-No, la de China no. Era una historia rara que dependía de algún otro jugador que también tenía que ir. La del Ajax llegó cuando justo bajamos a Segunda, pero nunca me he visto en la situación de tener que plantearme seriamente dar el sí o el no a marcharme.
¿Usted ha dejado de ganar mucho dinero por seguir en la Real?
-Bueno, ¿que podía haber ganado más dinero en otros sitios? Sí. ¿Que he ganado muy bien aquí? También es cierto.
Con Jokin Aperribay ha mantenido una relación muy especial?
-Sí, con el presidente actual es con el que más tiempo he estado y con el que más he tratado y conectado. Al final puedes hacer las cosas mejor o peor, aunque pienso que en este caso las ha hecho muy bien, siempre mirando el bien del club, y yo lo he sentido así. Con esa gente, yo creo que hay que ir hasta el final.
No me negará que la temporada ha sido decepcionante.
-Hombre, está claro que la temporada no ha sido lo que esperábamos de ella; creo que no hemos estado a la altura. El equipo podría haber estado más arriba. A poco que hubiéramos hecho algo mejor las cosas, podríamos haber peleado por entrar en Europa, que es donde creo que debe estar nuestro sitio.
¿Y ahora? Las temporadas que se entró en Europa fueron tras buenos finales de los años anteriores (Montanier y Eusebio).
-El equipo está preparado para competir cada domingo y ser capaces de ganar y estar en las posiciones de arriba. Hay que seguir siendo exigentes con la plantilla, con los jugadores y ser exigentes en el trabajo en Zubieta, en el día a día, para sacar el máximo de cada jugador y tratar de estar ahí arriba.
Nunca había visto a la afición tan enganchada e identificada en tan poco tiempo con un entrenador como con Imanol.
-Imanol ha llegado en un momento en el que necesitábamos su intensidad, su carisma, su manera de transmitir y es como si hubiera despertado al equipo. Los resultados nos han acompañado, lástima de las derrotas de Málaga y Sevilla porque si no nos habríamos metido en la pelea, pero creo que está haciendo un gran trabajo.
De los técnicos de los que se habla que pueden llegar, Emery siempre ha sido un referente en Gipuzkoa.
-Sin conocerle profundamente, creo que lo que transmite y los resultados que ha obtenido hablan de que es un gran entrenador y, tarde o temprano, siendo de aquí, estoy convencido de que a él también le gustaría entrenar a la Real.
Xabi Alonso también parece un valor a tener muy en cuenta en Anoeta?
-Él mismo dijo que no estaba preparado, pero en el futuro, si él decide, seguro que va a tener madera de entrenador y ojalá los resultados le acompañen y pueda entrenar a la Real.
Le ha faltado sentir la tensión y la presión de jugar una Eurocopa o un Mundial.
-Yo también he sentido eso con la Real. El no dormir antes de una competición. Que habría sido bonito enfrentarte a los mejores y jugar con los mejores? pues sí. Pero, bueno, como la decisión no estaba en mis manos, con la competencia que había y siempre he sabido la complicación que conllevaba, pues no he pensado mucho en ello.
Cuando se mira al espejo, ¿se reconoce en aquel niño que tiró un penalti a lo Panenka en el Bernabéu? Físicamente ha cambiado y el fútbol también.
-Sí. Bueno, hace mucho que no he visto ese partido. La esencia sigue siendo la misma. El fútbol ha podido evolucionar y, en este caso, el juego de la Real también, pero la esencia del fútbol continúa siendo la misma, tratar de jugar con el compañero, dar el balón al que está en la mejor condición y no hay mucho más misterio.
¿Se acuerda ahora de los que le llamaban despectivamente ‘Xabi Quieto’? ¿Siente un poco que se ha ganado a todo el mundo?
-En esta última etapa me he sentido más querido y más arropado que nunca. Pero las críticas nunca las he llevado mal. Las que pensaba que eran para hacer daño o que no tenían mucho fundamento, no les he hecho mucho caso; y las que eran constructivas, he intentado aprender de ellas, estar alerta para dar lo mejor de mí y seguir tirando para adelante.
¿Qué quiere ser de mayor?
-Quiero ser feliz, sobre todo. Con lo que más disfruto y con lo que más me identifico es con el fútbol, por lo tanto, me gustaría estar en algo relacionado con ello.
¿Pero en plan Butragueño, comentando las jugadas con la periodista Mónica Marchante en el palco, o de corto en el campo?
-(Risas) No lo sé, no lo sé? Yo de entrenador no me veo, desde luego.
¿El cambio generacional que va a haber en Zubieta es para preocupar?
-No. No me preocupa. Se quedan Imanol (Agirretxe), Zuru, Illarra, Alberto (De la Bella)? Gente que lleva muchos años, que sabe perfectamente lo que es la Real, que sabe lo que se cuece en el vestuario y la gente joven que viene por detrás es responsable y sabe lo que hay. En este sentido, el club no va a tener ningún problema.
¿Nombra usted un heredero para su ‘10’?
-A mí me lo dio el presidente. No tiene demasiada importancia el número. Yo nunca se la he dado, así que? A los que les guste el número que peleen por él y listo.
Cuénteme cómo es o era ya su rutina, al menos antes de que cayera lesionado...
-Me levanto a las 7.45 horas, despierto a los niños, desayunan, pelear para que se coman las galletas, las tostadas, la leche... A los dos mayores les llevo yo a la ikastola; mi mujer lleva al pequeño a la guarde, y vengo a Zubieta. Desayuno aquí, caliento con el fisio, hago el trabajo de prevención antes de entrenar, entrenar, hacer un poco de gimnasio, otra vez al fisio si me duele algo o a ponerme hielo o lo que sea, sauna? Comer y volver a la ikastola a recoger a los niños y ya a casa.
¿Se ha enfadado muchas veces su mujer si un día libre se iba a Zubieta?
-Sí, alguna vez sí, pero ya lo tenía asumido.
Nivel de bronceado con el que va a volver de vacaciones este año.
-(Risas). Dependerá del tiempo que esté en la playa. Todavía no tengo destino, pero con tres niños pequeños tampoco son unas vacaciones idílicas de las que puedes estar tirado todo el día en la tumbona.
Adelanta parte de su mensaje de despedida del sábado en estas líneas...
-Todavía no lo he pensado, pero será de agradecimiento por haberme sentido tan querido y tan respetado durante tantos años.