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Una Real reconocible

Una Real reconocible

de lo importante en Balaídos ya se encargó Juanmi hace tres meses. Los acontecimientos y el transcurso del verano se han encargado de poner de manifiesto la relevancia de aquel gol. Las previas europeas suponen el riesgo de que tu temporada se acabe, en términos relativos, antes de que finalice agosto. Ya le pasó a la Real en 2014. Evitar las rondas estivales te permite enfocarlo todo a septiembre, independientemente de lo que ocurra antes. Independientemente de quién se te lesione en pretemporada o de quién se incorpore tarde. E incluso de tus resultados en las dos primeras jornadas. Esto va a ser largo. Todos en el club lo saben. Así que de lo de ayer en Vigo sacaremos poquitas conclusiones.

Y eso que se arrancó ganando un partido durante el que, con sus virtudes y sus defectos, sus fallos y sus aciertos, vimos a una Real reconocible, luciendo las señas de identidad que la pasada temporada le llevaron al éxito. El principal cambio respecto a entonces estuvo en el lateral zurdo, donde jugó Kevin. Sufrió el chaval. Y seguirá haciéndolo. Porque es el carrilero titular. A un servidor, que tiene la buena y recomendable costumbre de ver al Sanse, la apuesta le parece arriesgada como mínimo. Pero la naturaleza de la misma pesa mucho más en el diagnóstico. Al club le perdonaré una y mil veces que se equivoque haciendo hueco a un futbolista del filial. Se supone que es lo que nos hace (algo) diferentes. No vale presumir de cantera solo cuando vienen bien dadas.

Puede ser el caso de Kevin, claro que sí. Su actuación ayer recordó a aquella del desbordado Javi Garrido persiguiendo al mítico Ettien, del Levante, por la banda de Anoeta. El irundarra siguió luego cometiendo errores, aprendiendo. Y maduró a la fuerza hasta convertirse en un defensa fiable. Solo se trata de tener paciencia. Para abaratar los peajes de decisiones como la que se ha tomado este verano en los despachos de Anoeta ha vuelto De la Bella. Bien. Y para ayudar al equipo a ganar partidos ha regresado Willian José. El de verdad. No el que, renqueante, terminó la pasada campaña. Su influencia en el juego es brutal.