La Real ha enderezado su rumbo y cada vez tiene mejor pinta. Bueno, en realidad y para ser sinceros, está alcanzando en febrero la velocidad de crucero que casi todos aventurábamos que iba a exhibir desde el inicio del campeonato. Esto dicho ahora tampoco es una crítica, sino un elogio, porque no es nada sencillo que, después de varios meses a la deriva, en los que la sensación de amargura y de decepción ha sido una constante, los blanquiazules vuelvan a ilusionar a su gente con tres victorias consecutivas que les alejan casi definitivamente de los puestos de abajo y hasta invitan a soñar con un final de campaña ilusionante. Mejor dejarlo así, sin definir cuál es la meta salvo intentar ganar muchos partidos, empezando por el siguiente en Bilbao.

Al analizar el trío de triunfos txuri-urdin, destaca que este equipo ha cambiado su trayectoria y ahora, cuando no juega demasiado bien, como en la primera parte y ante el Betis, es capaz de imponerse gracias a sus individualidades, y cuando despliega su mejor versión, como en la segunda mitad de ayer, puede destrozar a su rival. Los realistas llegaron al descanso por segunda comparecencia consecutiva en Anoeta con un 2-0 en el marcador; la diferencia es que tras el 0-5 ha conseguido borrar de un plumazo las dudas y los miedos, y ayer, en la reanudación, salió con la única idea de golear a su visitante.

Reconocimiento destacado para Eusebio, que está consiguiendo una metamorfosis fuera de lo común. Sin levantar excesivamente la voz ni sacar pecho, siempre discreto en un segundo plano para dejar protagonismo a su plantilla, el pucelano lleva camino de firmar uno de los relevos en el banquillo más exitosos que se recuerdan. Ha cerrado ya el debate sobre su predecesor, que fue un disparate absoluto e histórico, por la única razón que no era lo suficientemente competente como para hacer arrancar un deportivo, el más caro que se ha comprado el club. Eusebio llegó, dio valor a su plantel, dijo que iba a contar con la cantera y repitió hasta la saciedad, porque se lo preguntaban en todas sus ruedas de prensa, que Vela se encontraba en el buen camino y que estaba convencido de que iba a recuperar su mejor nivel. Solo en el duelo de ayer se cumplieron todos sus vaticinios. Y no estamos hablando de un visionario ni de un vendedor de crecepelo, sino de un buen entrenador, que sabe de fútbol y que es plenamente consciente de que su discurso cala en sus jugadores, lo que le permite sacarles el mayor jugo posible. No es fácil lo que está cosechando, ya que esta Real era un juguete roto, sin rumbo definido ni un patrón de juego establecido y con ambiente intoxicado en su vestuario.

El técnico debe estar muy satisfecho, porque su obra está seduciendo a una parroquia afectada por una progresiva depresión desde hace demasiados meses. La Real marcó tres goles: dos de ellos llevaron el sello de Mikel Oyarzabal, la nueva joya de Zubieta que solo tiene 18 años, y el otro de un Jonathas que por fin parece ser el delantero que daba miedo en el Elche. Pero sería injusto no recalcar que el origen de las dos últimas dianas estuvo en la magia de Vela. El mexicano vuelve a marcar las diferencias y lo mejor de todo es que, pese a su crisis de pinturas negras, a ningún realista le puede llamar la atención su capacidad para reventar defensas y regalar asistencias messianas. Se nota que está mucho más fino y rápido. Ahora lo que le falta es el gol. Seguro que ayer los reservó para el próximo domingo.

A Vela le esperábamos, pero ya le conocíamos. El que abandera la renacida ilusión es el chaval, que calza un 47 y que hace todo bien. Domina todos los registros para ser un futbolista de primer nivel. Tiene gol, es muy listo, no se precipita, le da temple y pausa al juego, algo absolutamente inusual para su edad, y encima físicamente es un portento. Y eso que todavía en el primer equipo no ha sacado a relucir el fusil de su pierna izquierda, que no tardará en poner patas arriba Anoeta. Es realmente increíble que solo siete años después de la irrupción de un tal Griezmann, la cantera de Zubieta saque a un futbolista que, si no se tuercen las cosas y no tiene mala suerte con las lesiones, puede liderar otra generación blanquiazul.

La Real no completó una buena primera parte. Eusebio sorprendió a todos al introducir tres cambios en la defensa, más la colocación de Aritz de lateral, cuando en los últimos tiempos venía actuando de central, excepto ante el Betis. Además, volvió a colocar a Illarra de 4, para alinear a Xabi Prieto en la mediapunta. Los entrenadores están para tomar decisiones y solo se puede decir que el nuestro se encuentra en plena racha de aciertos. Su equipo no acusó la ausencia de Iñigo, que estaba en buenas condiciones para jugar pero al que el pucelano optó por proteger para que no viese la quinta amarilla con vistas al derbi. Reyes retrasó su posición y completó un notable partido, demostrando estar mucho más centrado tras su periplo en el banquillo y en la grada. Si está enchufado y concentrado, como ahora, es un gran futbolista.

Los blanquiazules protagonizaron una de sus clásicas salidas diésel, con poco ritmo y sin imponer su esperada superioridad. Es más, el primer susto lo dieron los andaluces en una jugada de estrategia que culminó Costa y que salvó atento Rulli. A los 20 minutos, la primera conexión eléctrica de los locales, entre Vela y Oyarzabal, acabó con un remate al palo de Xabi Prieto. El rechace lo recogió Yuri, quien asistió a un eibartarra que no se había movido del área pequeña y que anotó con un remate algo afortunado. El partido transcurría sin noticias relevantes más que la incesante lluvia y el perturbador viento que soplaba con ráfagas impresionantes. Fue precisamente este elemento el que condicionó un centro de Pardo que Aritz cabeceó alto. En la última acción del primer acto, Vela sacó el compás y puso una asistencia de lujo para que Jonathas, que sabía de antemano dónde se la iba a poner, marcara de volea con el interior.

En la reanudación, Pardo, ayudado por el viento, estuvo muy cerca de sorprender a Andrés desde el saque del centro del campo. Fue el punto de partida de una nueva lección de fútbol del riojano, que propició los mejores minutos blanquiazules. Pases cortos, conducciones, servicios en largo medidos al pie... Este chaval de 23 años está recordando lo que muchos habían olvidado, que entre Griezmann y Oyarzabal había otro canterano de talla internacional.

El recital txuri-urdin solo se tradujo en el marcador con una tercera diana, pero en realidad pudieron llegar muchas más. La acción del gol la inició Illarra al sacar deprisa una falta a Vela, cuya internada hasta el área pequeña la rubricó con un pase de la muerte que aprovechó Oyarzabal. El maya dispuso de tres buenas opciones para estrenar su cuenta en Anoeta e incluso el propio Mikel rondó el hat-trick. Del timorato Granada apenas tuvimos noticias hasta los dos largueros seguidos en la prolongación de Fran Rico y Rochina.

En definitiva, tercera victoria seguida de los donostiarras, que se presentan en San Mamés en su mejor momento de la temporada. El de ayer era el partido que había que ganar para presentarse en la guarida del vecino a pecho descubierto, sin sentirnos menos que nadie y con el colmillo retorcido para devolver la esperanza a una afición que merece una gran alegría. Luego que gane el mejor; con Vela así y Oyarzabal igual muchos se sorprenden qué equipo es...