Cada uno se gasta el dinero en lo que quiere. Es lo que debió pensar una turista suiza que se encontraba de vacaciones en la isla italiana de Cerdeña y que aparentemente se disponía a cenar con su marido en una marisquería de lujo. Fue el 14 de septiembre, cuando la pareja pidió langosta para cenar y escogió una en concreto del acuario en el que los crustáceos, vivos, permanecen antes de convertirse en el caro capricho de los comensales.

El peso de ese ejemplar suponía 200 euros, que los turistas aceptaron gustosamente, pero el camarero se sorprendió cuando la mujer le indicó que no debía cocinarla, sino traérsela viva dentro de un cubo de agua. El empleado cumplió con los deseos de la comensal, aunque tanto él como el dueño del restaurante pensaban que se trataba de una broma, como aseguraron después.

Pero no fue así. Como se puede ver en un vídeo que grabó el propio restaurante, Gente di Mare, que tiene su comedor situado sobre el mar en Golfo Aranci (noreste de la isla), y que difundió la agencia de noticias italiana ANSA, la clienta sacó del cubo la langosta con sus propias manos, la acarició y le dirigió unas palabras en francés antes de devolverla con mucho cuidado al mar, ante la sorpresa de los empleados y del resto de comensales. El vídeo se ha vuelto viral en las redes sociales, con aplausos de muchos animalistas y críticas de quienes piensan que el gesto no sirve para nada o que incluso podría ser perjudicial para el ecosistema.