Por si los ganaderos no estaban viviendo un momento complicado, con un importante encarecimiento de costes debido al incremento del precio de la energía, de los carburantes e incluso del pienso debido a la invasión rusa de Ucrania, ahora deben tener cuidado con los ruidos que producen sus animales. Si no, les puede pasar como a un ganadero que vive y trabaja en el municipio asturiano de Siero.
Roberto, que así se llama, ha recibido una propuesta de sanción de 300 euros del Ayuntamiento de Siero por los mugidos de su ternera Carmina hace un año. Un vecino denunció tanto al Consistorio como a la Policía que los berridos del animal no le dejaban dormir y tras acercarse unos técnicos a comprobarlo testaron que los mugidos de Carmina alcanzaban los 74 decibelios, cuando por ley el máximo es de 55.
Una propuesta de sanción que Roberto ha recurrido asegurando que ese excesivo volumen de los mugidos sólo duró unos días, cuando la ternera fue separada de su madre, que iba a ser sacrificada, y que es lo habitual cuando se desteta a un animal, aunque el denunciante afirma que duraron meses. El propietario también afirma que cuando su vecino compró su casa sabía de sobra que a dos metros de ella tenía un establo en el que había vacas.
Al recurrirse la sanción, ahora los técnicos tendrán que volver al establo para comprobar si los decibelios siguen estando por encima de lo normal, algo que será difícil ya que Carmina ha sido trasladada a un prado y ya no se encuentra en ese recinto, con lo que Roberto podría librarse de la multa, aunque no de su vecino.