Ha costado mucho, pero finalmente se ha conseguido el objetivo.

Sí, durante mucho tiempo parecía imposible recuperar lo que nosotros considerábamos la joya de la corona de los bienes incautados por su valor histórico y emblemático.

No se trata de una cuestión material. El valor del edificio está en lo que simboliza para el nacionalismo vasco.

Yo diría que no solo para el nacionalismo vasco sino para todos los vascos. Hay que tener en cuenta que hasta el desalojo, en el 51, en aquellas oficinas se prestaba ayuda a exiliados por culpa del franquismo, vascos y no vascos, fuera cual fuera su ideología. Es verdad que luego ese trabajo se siguió haciendo en nueva sede, la de la Rue Singer, pero el valor simbólico del 11 de la Avenue Marceau es inmenso.

Ese valor simbólico tiene que ver con el injusto desalojo ordenado por un gobierno teóricamente democrático como el francés.

Sí, eso puede extrañar, pero en aquellos años el franquismo había conseguido ser aceptado. Y sus presiones sobre Francia tenían éxito, como se vio también, por ejemplo, en el cierre de la Radio Euzkadi del exilio en el año 1954. En este caso, se habían propuesto hacerse con este edificio y también lo consiguieron, basándose, además, en una ley promulgada en 1943, es decir, durante la ocupación alemana y bajo el gobierno colaboracionista. En virtud de esa ley, todos los bienes reclamados por el gobierno de Franco le fueron transmitidos, incluido el edificio de la Avenue Marceau. Pese a que hubo una batalla política para que se derogase esa ley, no se consiguió y, finalmente, se consumó la expulsión.

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El PNV recupera su histórica delegación del Gobierno vasco en París Fundación Sabino Arana/PNV/Irekia

El lehendakari José Antonio Agirre protestó enérgicamente contra lo que él consideraba un expolio. “Los vascos merecemos otro trato”, dijo.

Sí. Para él y para otros muchos fue muy doloroso e incomprensible que la expulsión la llevara a cabo un gobierno junto al que habían luchado en la guerra europea contra el enemigo común.

Muerto Franco, parecía que podía ser más fácil recuperar estas dependencias usurpadas, pero no fue así...

Sí, yo creo que los primeros intentos los hizo Don Manuel de Irujo en 1977. Después, con las leyes para la recuperación del patrimonio incautado por el franquismo, se siguió intentando. Pero no solo en este caso, sino en el de batzokis y otros inmuebles, era muy complicado acreditar la propiedad.

¿Por qué? ¿Porque han desaparecido los documentos?

Por eso, pero también por el modo en el que se hacían esas operaciones en las que el partido como tal no aparecía como propietario. Solían ser personas individuales, sociedades, grupos culturales... Esto era así porque durante la dictadura de Primo de Rivera el PNV ya había sufrido incautaciones de locales. Se trataba de evitar que volviera a ocurrir lo mismo, pero, llegado el momento, ocurrió igual. El franquismo requisó todo lo que consideró que pertenecía al nacionalismo.

En el trabajo que la Fundación Sabino Arana realizó para acreditar la propiedad del PNV de los bienes incautados ya figuraba el el edificio de París.

Sí, junto a los refugios de Noyon y Compans, por los que, según el decreto publicado en el BOE, el PNV también será compensado.

La clave estaba en demostrar que fue el partido y no el Gobierno vasco quien compró el inmueble.

Eso es. En realidad, lo habíamos acreditado hace tiempo. Siempre se ha constatado que la compra del edificio se hizo antes de la constitución del Gobierno vasco y que fue el PNV quien se encargó de recaudar los fondos necesarios entre los vascos residentes en América. La aportación fundamental fue la de Federico Belaustegigoitia, que donó una cantidad que prácticamente coincide con la de la compra del local. Luego, la operación la hizo efectiva a su nombre Marino Gamboa, una persona vinculada al PNV con nacionalidad estadounidense. Más adelante, se traspasaría la propiedad a una sociedad pantalla, pero siempre bajo el control del partido.