¿Qué balance hace del año?

–Navarra todavía se está recomponiendo del zarpazo de la pandemia. Por eso es imprescindible construir en positivo, es más urgente que nunca, con toda la política fake y mentirosa que hay.

Hay mucha tensión, ¿verdad?

–Yo estuve tres legislaturas como diputada en el Congreso y reconozco que estoy absolutamente impresionada del grado de confrontación gratuita, innecesaria, que veo en algunas actitudes. Reivindico otra política.

¿Teme que esta escalada de confrontación vaya a más?

–Es que todo es perfectamente empeorable –ríe, sarcástica–. Hay que exigir un poco de responsabilidad. Al menos, contra lo que dicen los agoreros del apocalipsis, el clima en Navarra es distinto.

En lo personal, ¿cómo se encuentra?

–Han sido años intensos. Tuve el honor de ser presidenta y de presidir un brillantísimo equipo de Gobierno. En aquella etapa dejamos herramientas útiles para afrontar problemas de hoy: ordenamos las cuentas, pactamos un Convenio bueno para Navarra... ahora lo pienso y creo que es el momento de levantar el pie del acelerador con las rentas bajas. Y también en otros tipos impositivos. En el Convenio hay que ser enormemente exigentes. Serios en pagar, pero exigentes con el acuerdo.

En aquella legislatura del 2015 al 2019 tuvieron un ciclo económico positivo, además.

–Ojo, supimos aprovechar aquel ciclo. El otro día miré los datos. Los navarros vamos a pagar 120 millones por peajes en sombra. Es un 20% de las inversiones. Cada vez que escucho a UPN pedir que rebajemos el esfuerzo fiscal, me dan ganas de preguntarles: ¿Saben cuánto podríamos rebajar el esfuerzo fiscal de no tener que pagar 120 millones de euros en peajes en sombra el 1 de enero?

Una de las primeras cosas que se hizo en 2015 fue una reforma fiscal.

–La hicimos cuando el IPC no subía tanto, los hipotecarios estaban en otros términos, la energía estaba a otro precio, también la vivienda... e hicimos un magnífico trabajo, y todavía hoy, en gran medida, vivimos de aquello.

Ha hablado de levantar el pie del acelerador en fiscalidad. ¿A qué se refiere?

–Deberíamos haber levantado algo en rentas medias-bajas, en el entorno de los 30.000 euros. No hemos llegado a tiempo ahora, pero llegaremos a un acuerdo, quizá para el año que viene. Vuelven las reglas fiscales europeas y Navarra no va a poder gastar ciertas cantidades, pues dejemos ese dinero en esas rentas medias y bajas. Creo también que vamos a tener que levantar el pie del acelerador en el resto de figuras. Estoy pensando en Sociedades, sobre todo si las condiciones de la industria en los próximos años van a ser otras.

Hay un debate porque el Impuesto de Sociedades está un poco obsoleto.

–Por eso digo, vamos a empezar a mirar detalladamente el impuesto y tengamos en cuenta el escenario que se le dibuja a la industria.

Le noto con energía.

–¡Es que la tengo!

No es la energía de una persona que se vaya a retirar de la política.

–Vamos a ver. Estamos en un proceso de transición en Geroa Bai, pero una transición no es una retirada. En Geroa Bai hay gente joven que tiene que empezar a curtirse. Hay que hacer un buen trabajo interno. Yo me siento una madura en forma –ríe–, ¡y eso que acabo de cumplir 60 castañas, que no te creas! Esta última década en mi vida ha habido momentos peliagudos.

Vivió casi de todo: una enfermedad, el éxito político, la presidencia de Navarra, una persecución judicial...

–Ahora que veo a la gente echarse las manos a la cabeza sobre la judicialización de la vida política, yo recuerdo cómo me pasearon por no sé, cinco o seis tribunales. Mi madre le dijo a un político pamplonés: “Ya solo os queda llevarla al Tribunal de la Rota”. Un día, el Tribunal de Cuentas certificó que jamás me llevé un solo duro que no me correspondiera y que estaba todo bien. Fueron años duros, porque en salud estuve mermadica, y porque se aprovechó aquel momento para ensañarse conmigo.

¿Esas etapas ayudan a fortalecerse?

–Te exige serenidad. Yo, que de natural soy agitada, de nervio, te exige un esfuerzo suplementario de serenidad, que a mí me ha venido muy bien en mi vida política.

¿La suya es una despedida a plazos?

–En Geroa Socialverdes no hay ninguna ruptura. Es un momento de transición. Igual era más cómodo seguir por inercia, pero las cosas hay que hacerlas con sensatez y serenidad.

Azcona, el nuevo secretario general, dijo que había que potenciar el espacio.

–Reforzar a los Socialverdes es estratégico. El concepto creo que se va entendiendo. La transición ecológica se tiene que hacer de forma equitativa. Solo desde una política socialverde, progresista, vamos a poder garantizar que la transición que necesitamos no deje a personas por el camino.

Hay gente preocupada por el coste que tendrá en empleo.

–Claro, si lo digo por eso. La transición ecológica va a reformular la industria, eso va a tener coste en empleo: no permitamos que la gente se quede sin red.

¿Va a ser el mantenimiento del estado del bienestar el gran tema?

–Absolutamente. ¿Que va a requerir mucho esfuerzo? Sí. Creo que el año que entra va a ser el momento en el que con más fuerza y vehemencia vamos a tener que defender la democracia quienes creemos en ella. Aquí hay una confrontación de si queremos vivir en democracia o no.

¿Se ha perdido músculo democrático?

–Hay cierta falta de madurez política, de dar la democracia por defendida. Muchos de los que peinamos canas no creíamos que íbamos a ver una vuelta del totalitarismo, y hoy yo pienso que es posible.

¿Cómo son las relaciones con el PNV?

–Hay momentos buenos y menos buenos, pero no diría malos. Pero como nos pasa dentro de Geroa Bai y supongo que pasará dentro del PNV.

María Solana dijo en noviembre que no compartía el rumbo de Geroa Bai.

–María Solana es una mujer que habla claro. Supongo que las discrepancias las habrá tenido tanto en Geroa Bai como en su partido. Porque todas las decisiones en Geroa Bai se toman con el acuerdo de las dos formaciones políticas.

¿Geroa Bai existirá en 2027?

–Yo creo que claramente. Sin Geroa Bai no hubiera existido el cambio de 2015 ni la ruptura del bipartidismo en Navarra. Tampoco se hubiese podido mantener ninguna alternativa a la derecha. Hoy veo planteamientos nuestros en muchos partidos, y me alegro profundamente.

Usted acuñó eso del cambio tranquilo.

–A los pocos días de llegar al Gobierno, el consejero Mikel Aranburu me contó cómo estaban las cuentas. Pensé: salgo en rueda de prensa y cuento que estamos mal. Pero me dije: nadie da mucho por este Gobierno, si salgo a decir que la situación es grave, voy a generar una incertidumbre que no toca. Eso era el cambio tranquilo y profundo, tratar de resolverlo.

¿El cambio tranquilo nunca les dio tranquilidad?

–¡Ninguna tranquilidad! –ríe–. A aquel gobierno que presidí se les buscaron mucho más que las cosquillas. Que el Tribunal de Cuentas nos quería llevar al Supremo por desacato porque les remitimos a Comptos cuando nos pidieron fiscalizar las cuentas...

¿En 2027, usted será candidata de Geroa Bai?

–No es el momento de hablar de esto. Además, hace 15 años dije: “Con esto termino”. Y mira dónde estoy. Jamás volveré a decirlo. Pero si hemos iniciado un proceso de transición es porque no tenemos ninguna prisa en tomar ninguna decisión, en preparar a las personas, que los que peinamos canas tenemos fuerza y capacidad para aportar al proyecto y a la sociedad. Yo tengo correa para rato. Pero a quienes me están despidiendo, no, yo no me he despedido todavía. 2027 llegará y Geroa Bai estará con fuerza, y con muchas personas.

El reto es la implantación territorial.

–Vamos poco a poco. Con el municipalismo hay que ser respetuoso en los tiempos. Esa es la forma de trabajar y es lo que vamos a seguir haciendo.

¿La política de hoy premia ir poco a poco?

–Depende de lo que consideres premio. Nosotros en 2023 sacamos un mal resultado, en el que perdimos fuerza. Pero al día siguiente, me dije, seguimos siendo igualmente necesarios y quienes vamos a negociar el Gobierno somos nosotros, Geroa Bai. ¿Otra actitud por nuestra parte qué habría implicado? Decir, vale, le regalamos al PSN la posibilidad de volver a pactar con UPN. ¿Pero es eso lo que quiero para la sociedad navarra? No. Quiero seguir dando estabilidad a unas políticas públicas que construyen otro modelo de sociedad, por mucho que pueda hacer daño a Geroa Bai. Por cierto: en 2015, el número de plazas con requisito de euskera era del 0,9%. Hoy está en el 5%.

Aquel comienzo de negociaciones con el PSN fue duro.

–A mi juicio, totalmente equivocado por su parte. Como habéis perdido dos escaños, ahora te voy a dar un rejonazo, nos vinieron a decir. Pero no pasamos por ahí. Voy a aprovechar para decirlo: hagamos de la negociación política algo más elegante.

¿Geroa Bai está presionado por ambos lados? Por parte del PSN, por parte de EH Bildu... como si cayeran leches por todos lados.

–Nos caen, nos caen. El ejercicio intelectual y anímico de estos últimos cinco o seis años, no es nada fácil. Pero creo que estamos respondiendo con responsabilidad, con emoción. Mira la nueva ejecutiva de Socialverdes. Para mí es un triunfo.

Llena de alcaldes y exalcaldes.

–Van en candidaturas independientes, porque la política municipal construye de otra manera. Pero esos alcaldes independientes se han comprometido con Socialverdes y con Geroa Bai. Para mí es un verdadero triunfo.

Antes ha reprochado los peajes en sombra de UPN. ¿Cómo son las relaciones con los regionalistas?

–Los dirigentes de UPN tienen que asumir que, siendo el primer partido de Navarra, llevan diez años siendo incapaces de sentarse con el resto de fuerzas para acuerdos de entidad.

¿Tiene interlocución con ellos? ¿Ha hablado con Ibarrola?

–No han asumido lo de Pamplona, están dolidos. No han entendido que esta sociedad solo va a ser fuerte desde la convivencia de las diferentes opciones políticas. Y esto para Geroa Bai es línea roja infranqueable. UPN, mientras siga haciendo una Navarra dividida en dos, tiene que saber que con Geroa Bai no hay nada que hacer. Podemos hacer acuerdos puntuales, faltaría más. Pero ninguna otra posibilidad.

¿Ve posible que UPN cambie el chip?

–Es que si no lo hace... la inercia de la languidez será más o menos larga, pero terminará en muerte.

Además, tienen competidores, ahí está el PP.

–El PP aquí ha venido para quedarse. Pensemos en Unidad Alavesa, en Unión Valenciana, el Partido Aragonés Regionalista, que hoy es testimonial, la Unión para el Progreso de Cantabria... el PP, allá donde ha decidido quitarse el michelín, se lo ha quitado. Algunas veces, en el Parlamento de Navarra, he pensado: si Aizpún levantara la cabeza, les metería cada gorrazo....

Ha criticado que UPN y PSN hacen mucho seguidismo de Madrid.

–Siempre me ha dado mucha pena. Es una postura muy comodona. El Madrid político nunca va a ser un aliado. Somos suficientemente pequeños para que no le importemos nada a nadie. Pero lo suficientemente grandes como para tener que sacarnos las castañas del fuego solos. Y contra Madrid digo que hay que batallar en buena lid, eh, cuando digo batallar no digo ser desleal.

Le iba a preguntar por los décimos presupuestos seguidos. ¿Nos cansa que la normalidad sea esta?

–Con la estabilidad política pasa como con la salud, solo te acuerdas de lo bien que estás cuando estás bien cuando estás mal. Sacar los décimos presupuestos no es nada fácil, hay mucho trabajo detrás. Navarra entre 2012 y 2014 no tuvo presupuestos, y no es tontería.

La estabilidad de Navarra contrasta con la convulsión de Madrid.

–Absolutamente. La apuesta de Sánchez pende de un hilo. Tiene una enorme debilidad. La diferencia con Navarra ha sido la siguiente: aquí, Geroa Bai ha sido esencial para una estabilidad con fortaleza, que es la clave. Sánchez no tiene estabilidad.

¿Qué pálpito tiene?

–No lo va a tener nada fácil con los presupuestos. Junts no se lo pone fácil. Luego tampoco lo tiene fácil con sus socios: nunca entendí la campaña de Sumar contra Podemos. Faltó visión y creo que un punto de honradez política.

¿Ve ligados los futuros del Gobierno de Navarra y el de España?

–No tiene por qué. El PSOE no creo que desprecie tener gobiernos estables allá donde los puede tener. Quizá me preocupe más que un mal momento del PSOE en Madrid nos lleve a ser menos ambiciosos para reclamar intereses de Navarra. Hasta 2015, la política navarra ha sido muy timorata con Madrid. Durante un tiempo, defender la españolidad de Navarra suponía no dar mucha guerra en Madrid, hombre... l