Gregorio Monreal (Etayo, 1942), uno de los hijos de Teófilo y Carmen, dos labradores de Tierra Estella, recibió hace una semana un galardón por su larga trayectoria en pos de la cultura vasca. La ceremonia, celebrada en las Salesas de Pamplona, estuvo marcada por el discurso del galardonado, trufado de recuerdos a seres queridos vivos y fallecidos, algunos recientemente, como dos de sus hermanos, un cuñado o su amigo José Manuel Castells. La Fundación Pete T. Cenarrusa para la Cultura Vasca radica en Idaho y rinde homenaje a un hijo de emigrantes vizcaínos.

“Confieso que he hecho lo que estaba a mi alcance”. Es un balance bello.

Nosotros fuimos hijos de lecturas, pero nos comprometimos. Un elemento importante fue el ejemplo moral en la generación precedente. De un enorme valor. Ese compromiso fue muy altruista y decisivo a la hora de imprimir un giro determinado a la Transición.

Su discurso fue emocionante, y en clave generacional.

Aquí hay un país compuesto de generaciones que se suceden. Fue muy importante la de la Guerra Civil, con personalidades de muchísimo relieve, como Agirre, Manuel de Irujo o Landaburu o tantos otros. Miembros de una élite que se comportó de una manera ejemplar, y aunque desapareció de facto, normalmente en el exilio, llegaron sus escritos, y nutrieron a la nueva generación en la medida en que podían circular, porque todo estaba prohibido. Pero fue una generación perdida para la siguiente.

Que tampoco tuvo un contexto sencillo.

En política lo determinante es la relación de fuerzas, la que te marca límites y posibilidades. En España no se produjo la Revolución de los Claveles de Portugal. Allí no tuvieron ningún obstáculo a la hora de construir y aquí los teníamos todos, porque uno de los requisitos de la Transición fue que el franquismo sociológico no se tocaba; mismo ejército, misma policía, judicatura y códigos penales. Casi toda la legislación estaba vigente. Mi generación no lo tuvo fácil, y sin embargo, se equivocó poco. Por ejemplo en Vasconia. Aquí teníamos una dificultad suplementaria, que un sector muy importante era rupturista.

¿Cómo lo recuerda?

Dicho sector no quería entrar en la Transición, jugaba a la ruptura democrática, imposible por otro lado. No ayudó en la tarea de la Transición, sino que la puso mucho más difícil. Y no me refiero solo al terrorismo. En cualquier momento constituyente importante que se planteaba estaba para poner palos en la rueda. No hay que perder de vista que la Constitución no fue votada favorablemente en Vasconia, salvo en Navarra. Fue una generación que peleó en un marco estatal desfavorable y en un marco interno tremendo. Ahora un sector de la política vasca ha vuelto al discurso nuestro de hace cinco décadas, pero ha tenido que pasar todo ese tiempo para eso.

Usted fue senador, de 1977 a 1979.

Había dos posibilidades de conformar las fuerzas políticas en el país. O un frente nacionalista o uno autonómico. La primera posibilidad era muy insuficiente para arrastrar las cosas en Navarra y en Álava, y polarizaba a la sociedad. La otra era entre nacionalistas y fuerzas democráticas que ya habían estado juntas durante la República, y habían formado un Gobierno Vasco en el exilio que todavía estaba vigente, en Baiona.

Y esta segunda entente fraguó.

El frente autonómico se firmó en el Hotel Maisonnave de Pamplona, por una autonomía inmediata para cuatro provincias, la amnistía... y tras la Constitución un Estatuto definitivo para las cuatro. En este compromiso el pacto para el Senado fue entre el PNV, el PSOE y nosotros, un pequeño partido socialdemócrata vasquista, ESEI, y me convertí en senador por Gipuzkoa.

El PSOE en Navarra cambiaría de posición sobre ese proyecto común.

Inicialmente se atuvo estrictamente a ese pacto. Pero el PSOE consiguió un resultado que le hizo pensar que podía ser alternativa de poder en el Estado, y eligió. Era muy difícil que los poderes fácticos hubieran aceptado un marco autonómico para las cuatro provincias. En Madrid temblaban ante aquello.

A gente joven le puede sorprender que eso levantase tantas alarmas.

Bueno, han pasado cerca de 50 años y todavía es una cuestión que sale de vez en cuando en la prensa de Madrid. Entonces era el tipo de alarma que hacía que sonaran los sables. No obstante, el PSOE no se portó tan mal respecto a Vasconia. Cuando surge la Disposición Adicional Primera, intentó ayudar en el Congreso. Y en el Estatuto de Gernika –ya Navarra había quedado descolgada– mi impresión es que el PSOE se portó adecuadamente. Fui miembro de la comisión redactora del Estatuto, vi cómo actuó Txiki Benegas, quien dirigía a los socialistas en esa comisión.

Cuéntenos.

El PSOE no estaba de acuerdo de entrada ni con el Concierto ni con el tema de las Fuerzas de Orden Público ni con la Educación. Pero transigió. El Estatuto fue a Madrid y el PSOE dejó actuar al PNV en la negociación con Suárez. El Frente Autonómico en esa perspectiva fue positivo. Y dejó un antecedente claro respecto a lo que hoy vemos en la CAV y en Navarra.

¿Usted cree que su generación hizo de tapón con la siguiente?

No tengo una opinión muy solvente sobre cómo se ha producido el paso del testigo. Tampoco es fácil delimitar fechas o incluso generaciones. Pero tengo la impresión de que no hemos sido demasiado ejemplares. Así como la generación de la guerra fue un espejo moral, porque fueron capaces de perder todo por unos valores e ideas. Ya en tiempos de normalidad la política también se normaliza y se parece a la de otros muchos países, y los que están en el machito se apalancan como pueden.

La generación del ‘baby boom’ en teoría era la más preparada, pero masificada y en parte frustrada.

El progreso del conocimiento ha sido enorme en estos años. Un estudiante de ahora tiene mucho bagaje que antes ni existía. Tampoco creo que en la universidad española dé una gran formación a los alumnos. Mi tiempo en la política fue breve. Me ha tocado ver otros sistemas universitarios en Francia, Italia y sobre todo Estados Unidos, donde estuve dos años. Hay una enseñanza mediocre en la mayoría de los centros, pero muy cualificada en otros. Es decir, una mejor formación. Creo que la generación que hoy anda sobre los cincuenta adolece de no haber tenido los maestros debidos, porque estos a su vez tampoco la tuvieron. La formación universitaria es una cuestión de tradición. No era lo mismo Salamanca que las decenas de universidades que se formaron después buscando profesores de aluvión.

Usted fue rector de la UPV y catedrático de la UPNA. Las universidades públicas son un gran capital de conocimiento.

Hay una dialéctica entre público y privado que se aplica en la medicina y en la enseñanza. Yo creo que los gobiernos no han atendido a la universidad pública de manera suficiente. El no financiar suficientemente la universidad pública trae unas consecuencias desastrosas. Una financiación adecuada es un capítulo fundamental de política de Estado, y ahora de comunidades autónomas.

En su discurso hizo una mención a Juan José Ibarretxe, “amigo” y “referente”. ¿Cree que ha sido injustamente olvidado?

Sí. Estando yo en el rectorado de la UPV él era presidente del Consejo Social, y ya me llamó la atención su personalidad e integridad, y la clarividencia con la que salía de los problemas. Con el Plan Ibarretxe fue sometido al linchamiento más despiadado en el Estado.

Lo recuerdo.

Cuando fue al Congreso estuvo escuchando estoicamente todos los discursos en contra. Creo que su Plan tenía muchos aspectos positivos. Quizá ignoraba algo importante, que era la relación de fuerzas. De una manera un tanto cínica Sozialista Abertzaleak le cedió tres votos, estaba claro que no todo el PNV estaba detrás de él y no digamos nada de la escandalera que se organizó en el Estado. Al Plan le faltó fuerza, y ese linchamiento fue definitivo en la creación de una imagen que en absoluto se corresponde con lo que es Ibarretxe. Él se retiró de la política y está haciendo un trabajo ejemplar en Agirre Center. Uno queda admirado por su lucidez y entereza.

Usted también presidió Eusko Ikaskuntza, entre otros ámbitos de trabajo. Ahora le reconocen su impulso internacional a la cultura vasca. ¿Cómo observa su desarrollo y asunción actual en Navarra?

Si comparamos la situación actual a la que existía cuando yo era estudiante no tiene color, la mejora ha asido impresionante. No tenemos igual personalidades como Julio Caro Baroja o don José Miguel de Barandiaran, pero hay un nivel medio académico elevado, muy honroso. La situación referida a la lengua es mucho mejor. La ley del Vascuence, con todos sus defectos, fue un salto adelante. Estamos mucho peor en otras materias, por ejemplo en el conocimiento de la historia.

¿Eso piensa?

Creo que el navarro medio conoce muy mal la propia historia del país. Ya no me refiero al mundo antiguo ni medieval, sino a aquellas épocas que han condicionado mucho más el presente, como los siglos XIX y XX. Se conocen muy mal. Asimismo, la mayoría de los políticos difícilmente pasarían un examen elemental. Un gran tema es el de la autonomía actual, y el cómo se llega a esta autonomía actual. Eso en concreto se conoce fatal. Qué pasó en la Transición respecto a Navarra. Cómo se llegó al Amejoramiento, por qué no hubo referéndum...

De esta cuestión está invitado a hablar próximamente en el Parlamento.

Sí, creo que en enero. No sé por qué piensan que puedo decir cosas...

Hombre, no diga eso...

No se trata de una falsa modestia, yo estoy fuera de la política por completo.

Pero indica que esta necesita perspectiva histórica y lecturas.

Creo que sí, la diferencia entre la generación republicana y la actual era que los políticos de entonces conocían historia de Navarra, al nivel del conocimiento de entonces. Pero yo no entiendo lo que está ocurriendo ahora y sin embargo sí recuerdo lo que ocurrió en la Transición.

Cerró su discurso pensando en sus nietos Unai y Malen. “Ojalá puedan vivir en paz y plenitud la vida que elijan”, dijo. Esa es la verdadera libertad.

No les corresponde a los abuelos plantear un camino a los nietos, tienen que buscar su proyecto, y que lo vivan en libertad. Ahora, deseos podemos tener.

Para que valoren que “merece la pena hacer algún esfuerzo para añadir un eslabón nuevo a la cadena”.

Yo quisiera que este país continuara adelante y si ellos no toman el testigo de alguna manera y a su modo, no habrá país.