Doctor en Ciencias Políticas y profesor de Sociología de las Relaciones Internacionales en la Universidad de La Laguna, José Abu-Tarbush (Las Palmas, 1961) es un experto en Oriente Medio. Una voz con amplio conocimiento para analizar este triste aniversario de un año absolutamente plagado de vulneraciones de derechos humanos, de muerte, destrucción y sufrimiento, que denuncia la “hipocresía” de una importante parte de Occidente.
Primer aniversario del 7 de octubre, con un horror que, lejos de frenarse, se acrecienta.
Ha habido una prolongación forzada de la guerra contra Gaza por parte de Netanyahu, sobre todo por razones de supervivencia política e incluso personal. Él, su equipo gubernamental y la cúpula militar arrastran el fallo de seguridad de ese día. Tenían información, pero no la tomaron con la consideración que requería. Es el mayor fallo de seguridad en la historia de Israel, y eso pasó factura. Netanyahu vio cómo descendía en los sondeos de opinión y cómo Gantz, su contrincante, le adelantaba.
Pero observa una recuperación.
Desde hace seis meses, desde que atacó el 1 de abril el consulado iraní en Damasco y luego respondió al ataque de Irán, o cuando, por ejemplo, en julio llevó a cabo las operaciones de liquidación del número dos de Hezbolá, Fuad Shucker, y de Ismail Haniya. Netanyahyu ha visto que ese salto hacia delante tiene rentabilidad política interna. Un alto el fuego a cambio de los rehenes es visto por sus socios como una rendición y le han amenazado con retirarle el apoyo y disolver el Gobierno. Y él está pendiente de tres causas por corrupción ante la Justicia israelí, aparte de la rendición de cuentas por los fallos de seguridad.
Todo esto es terrible. Supongo que hace un año no se imaginaría esta dimensión destructiva.
No, pero meses después en un artículo recogí declaraciones de Netanyahu, que hablaba de un año, y otros voceros israelíes incluso de más tiempo. Cualquiera que conozca un poco la región sabía que Israel iba a dar una respuesta dura y no iba a dejar sin contestar esto. Pero creo que nadie podía advertir la tremenda dureza y sobre todo la duración. Y quien menos lo advirtió fue Hamás, en su operación que podemos calificar de terrorista y de crimen de guerra. Entre los analistas, incluso israelíes, hay cierto consenso en que el propósito de Hamás era probablemente capturar soldados y oficiales israelíes para intercambiarlos por prisioneros palestinos con canales con terceros países para establecer negociaciones. Por tanto, con alguna represalia de Israel pero limitada.
La respuesta israelí ha sido tan terrible que ha tapado la carnicería del 7 de octubre de Hamás. Más de mil personas fueron asesinadas ese día.
Sí, ninguna masacre justifica otra. El cálculo estratégico de Hamás, que no ha dado explicaciones, fue totalmente erróneo en un doble sentido: porque desde el momento que tocas a los civiles queda deslegitimada su acción, y creo que no esperaba la respuesta israelí.
¿Los gazatíes no han pedido cuentas a Hamás o en estas circunstancias no han tenido la oportunidad?
No creo que estén en condiciones. Según sondeos de opinión, en Gaza hay un mayor descontento con la acción de Hamás, por las consecuencias consabidas, que en Cisjordania, donde son menores.
Hamás ya conocía a Netanyahu y a su Gobierno.
Claro, pero había un precedente en 2011, el intercambio del soldado israelí Guilad Shalit. Entonces lograron liberar a un número considerable de presos palestinos. Entre los que salieron estuvo Sinwar, el actual líder de Hamás. Pero la respuesta israelí ha sido la de deshumanizar a toda la población palestina en Gaza, responsabilizarla y amenazar con una destrucción total. Lo dijeron el ministro de Defensa y el presidente de Israel. Netanyahu amenazó con reducir a escombros Gaza. Esto es una violación flagrante del derecho internacional humanitario, porque no puedes hacer pagar a toda una población por lo que ha hecho un grupo.
Estados Unidos, con Biden a la cabeza, ha avalado esto.
EEUU es cómplice del genocidio que se está cometiendo en Gaza, porque le otorga a Israel un apoyo ciego e inquebrantable. De carácter político y diplomático (con todos los vetos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas) y también militar, económico y logístico. Estamos viendo ante el riesgo de un enfrentamiento entre Israel e Irán, que EEUU ha desplegado nuevamente fuerzas a la región para sumar a los 40.000 efectivos que ya tiene, y ha actuado para derribar los misiles. Cuando se inició la ofensiva israelí en Gaza, lo primero que hizo fue mandar a la zona portaaviones para disuadir a Irán y a Hizbulá.
¿Y Europa? Escuchar la indignación del exprimer ministro francés Dominique de Villepin contrasta con tanto silencio y ambigüedad.
Ya sabemos el desconcierto que hay en la UE. Su política exterior y de seguridad común es más un titular que no un contenido. No hay coherencia política entre lo que persigue y lo que hace. El papel de Alemania es vergonzoso. Su mala conciencia con su propio pasado le hace cómplice de otro genocidio. Es increíble.
¿Y la posición española?
Ha sido mucho más coherente, junto con Noruega o Irlanda, pero países como Alemania, Francia o Reino Unido, éste fuera de la UE, no han tenido una posición a la altura de las circunstancias para frenar esto. El Reino Unido, además, con una responsabilidad histórica y política en este conflicto. A la inversa no se toleraría. No nos engañemos, esto es un ejercicio de hipocresía y no cuenta tanto la vida de la parte digamos oriental que de la parte que es percibida como occidental, Israel.
Eso mismo ya es en sí tremendo.
Es un doble rasero evidente. ¿Qué pasaría si para capturar a Netanyahu y a su ministro Gallant se bombardease todo un país llevándose por delante a todos sus civiles? ¿Qué sentido tiene mantener una guerra en Gaza, donde todos los días se cobran vidas inocentes? ¿Qué objetivo político persigue? ¿Qué plan de paz concreto? El ministro de Exteriores jordano, Ayman Safadi, dijo que 57 países árabes islámicos están comprometidos con la seguridad de Israel, y que Israel lo único que tiene que hacer es aceptar la existencia de un Estado palestino. Lo dice alguien que ha contribuido a derribar los misiles iraníes contra Israel. Jordania tiene relaciones diplomáticas plenas con el Estado fr Israel, un tratado de paz, y está en la órbita de influencia estadounidense.
A un mes de las elecciones en EEUU. Kamala Harris se proyecta en sectores progresistas como la gran esperanza. ¿Se cae en espejismos?
Creo que aquí se aplica el mal menor. El problema es que la alternativa sería Donald Trump que, por razones que trascienden a Oriente Medio, de ámbito mundial, no es precisamente la figura idónea en la coyuntura política actual. No es que a Kamala Harris se la vea como la panacea, sino simplemente como la opción menos mala de las que hay.
Así que en resumidas cuentas...
En Oriente Medio la política estadounidense no va a cambiar sustancialmente, porque el apoyo a Israel es un consenso bipartidista en EEUU. Pueden haber más descerebrados o un poquito más de coherencia, pero el apoyo va a ser el mismo. Algunos análisis apuntan que ese salto adelante de Netanyahu se hace en un contexto donde coge a un presidente estadounidense en una situación de extrema debilidad en medio de un proceso electoral. A Trump le interesaría desbancar de la carrera presidencial a Kamala Harris porque a Trump le dictaría la política exterior de EEUU en Oriente Medio.
Netanyahu ha abierto otro frente en el Líbano, sin olvidar la escalada con Irán. ¿Tiene capacidades militares para eso y más?
Para derrotar a Irán solo no podría, requeriría el apoyo de EEUU.
Y ahí Biden ha marcado límites.
Sería una guerra muy singular, son países muy alejados el uno del otro.
¿Qué busca Netanyahu invadiendo el Líbano? De momento ha descabezado a Hizbulá.
Esto no se va a solucionar sin lograr primero un alto el fuego en Gaza. A Netanyahu hasta ahora le han salido bien todas las jugadas frente a Hizbulá. Israel llevaba preparándose desde hacía 18 años para esa guerra, aunque no vio venir la de Hamás, curiosamente. De manera muy sofisticada ha logrado poner fuera de funcionamiento a cuadros medios y altos de Hizbulá, eliminar prácticamente a su unidad de élite, y también a una parte importante de su liderazgo, empezando por Nasrala. Antes de esta última intervención durante esta guerra de baja intensidad que mantenían Israel y Hizbulá desde el 8 de octubre, Israel había liquidado a unos 500 combatientes y dirigentes de Hizbulá en el Líbano. Creo que ha cogido a Hizbulá en situación de desconcierto, de vulnerabilidad, con una cadena de mandos muy tocada, y ha visto una oportunidad para intentar degradar su capacidad militar y de control político en el Líbano. Hizbulá es una pieza fundamental en la alianza regional que tiene Irán. No va a eliminarlo, igual que no ha eliminado a Hamás, porque Hizbulá es mucho más que un movimiento de resistencia armada. Es también una ideología, y está muy integrado en el Líbano y en la minoría chií.
Ha pasado un año y esto en vez de ir a menos va a más. ¿En qué plazos cabe pensar a partir de ahora?
Si antes era difícil vaticinar cuándo podía concluir esto, ahora lo es mucho más, por la enorme incertidumbre que tiene la implicación en el Líbano sin haber cerrado el capítulo de Gaza, más las consecuencias que puedan derivarse de las represalias israelíes al último ataque de Irán. No nos olvidemos de Cisjordania, donde Israel ha llevado a cabo una ofensiva militar pero también paramilitar por parte de los colonos armados.
¿Entonces?
En una situación hipotética de guerra más generalizada o regional, es muy probable que la parte palestina, el eslabón más débil, sufra el desplazamiento forzado de población. Si no ha salido más de Gaza es porque Egipto no quiere refugiados. Y en Jordania estaban tremendamente nerviosos porque veían que ese Gobierno ultraderechista y mesiánico (de Israel) tiene en su agenda una limpieza étnica. Está en el plan Smotrich, el ministro de Finanzas israelí, que lo dice.
En esta espiral de décadas, la violencia se retroalimenta.
Lo que Israel intenta y ha explicitado es instaurar un nuevo orden regional. El problema es que tú no puedes hacerlo única y exclusivamente por la fuerza, porque estás invitando a que otras fuerzas adversas, contrarias, desafíen a medio y largo plazo ese orden. Una buena parte de la tendencia a la conflictividad y a la violencia en esta parte del mundo tiene que ver en que no existe un sistema de seguridad colectivo más o menos consensuado, con la integración de todas las partes que coexistan en una situación de paz.
El gran deseo o invocación.
Para eso tienes que resolver el nudo gordiano. La cuestión palestina se estaba marginando desde hacía muchos años, y el 7 de octubre la colocó nuevamente en la agenda regional e internacional. Esto no justifica obviamente la acción de Hamás, pero contextualiza y explica la trascendencia de la cuestión palestina en la región, tradicionalmente penetrada por poderes externos. Ahora Israel pretende ser el primus inter pares, imponerse mediante la fuerza, y eso está abocado a medio y largo plazo al fracaso. Puedes ganar esta batalla, pero al final tienes que coexistir con los otros países. Incluso hay países aliados que están pidiendo a Israel que vaya al núcleo del problema, para poner fin a esta sucesión de ciclos de violencia en la región.