Cuestión de horas. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, revelará este lunes su respuesta a la pregunta que se hizo en público después de que un juzgado admitiera a trámite una querella de Manos Limpias contra su esposa, Begoña Gómez. ¿Merece la pena seguir?

Unas salidas a los cinco días de ausencia que tienen distinta forma, distintas respuestas. Matices que hace que dos soluciones a la crisis que parecen idénticas no lo sean. Y hay más.

¿Qué opciones tiene Pedro Sánchez?

A un día de conocer la decisión de Sánchez, esos pequeños detalles hacen que haya más opciones de las que parece a simple vista.

  • Seguir en el cargo con o sin cuestión de confianza (hace falta mayoría simple para superarla),
  • hacerlo por un tiempo determinado (hasta poder adelantar las elecciones),
  • continuar pero anunciar ya que no se presentará a la siguiente cita electoral,
  • y dimitir son las cuatro principales que tendría Sánchez sobre la mesa.

Los círculos más próximos al presidente español —que dicen no saber nada— intuyen que solo existe la última posibilidad: su adiós. Que por él lo hubiera anunciado ya el miércoles, pero le convencieron para que se tomara unos días.

En el caso de que llegue la dimisión, la responsabilidad de decidir los próximos pasos recaerá sobre el PSOE. Antes de entrar en cábalas, una pregunta necesitaría respuesta. Quizá este mismo lunes: ¿se mantendrá Sánchez hasta el siguiente congreso extraordinario o dejará al mismo tiempo la Secretaría General del PSOE en manos de una gestora?

El precedente de Adolfo Suárez

Pedro Sánchez se puede vestir este lunes el traje de Adolfo Suárez. No solo por que se pueda convertir en el segundo presidente español que renuncie (con su previa comunicación al jefe del Estado y la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros), sino porque las coordenadas del discurso que el líder de la UCD pronunció en enero de 1981 suenan en la carta de cuatro páginas que Sánchez tuiteó el miércoles.

“He llegado al convencimiento de que hoy, y, en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia”, dijo entonces Suárez, que aseguró que “un político que pretenda servir al Estado debe saber en qué momento el precio que el pueblo ha de pagar por su permanencia y su continuidad es superior al precio que siempre implica el cambio de la persona que encarna las mayores responsabilidades ejecutivas”.

El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez acompañado de su esposa, Amparo Ilana, votando

El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez acompañado de su esposa, Amparo Ilana, votando EFE

Nada más lejos de la realidad que la imagen que se ha querido dar de mí con la de una persona aferrada al cargo”, avanzó el entonces presidente español una renuncia que tomó “desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento”.

Los tiempos han cambiado. La presión que hoy sufre la familia Sánchez-Gómez y que puede hacer al presidente español renunciar es la que hace 40 años y con forma de amenaza militar llevó a Suárez a esa decisión. El ruido de sables. El riesgo latente de un golpe de Estado. Suárez confió en que su renuncia ayudara a esquivar el peor escenario. No lo hizo: tres semanas después los golpistas articularon el 23-F en la investidura de Calvo-Sotelo. Cuatro años después, otro intento de golpe.

El peso de la familia

Cuatro décadas después, el hombre al que le han acusado de un apego enfermizo al cargo y de falta de escrúpulos puede ser el segundo presidente español que renuncia en un país que bromea con que “dimitir no es un nombre ruso”. Y marcharse poniendo en primer plano durante cinco días una cuestión ética de primer orden: ¿vale todo en política?

Pedro Sánchez, junto a su mujer Begoña Gómez. EP

¿Qué opciones tendría el PSOE?

María Jesús Montero: ese es el primer nombre en caso de que Pedro Sánchez renuncie. Ella tendría ante sí el ramillete de opciones. Todas parten por un intento de investidura. La de la propia Montero o la de otro candidato que tuviera el apoyo de la mayoría gubernamental. También podría ser del PP en función de lo que oiga el rey en la tradicional ronda de consultas (nota: no tiene por qué ser diputado). Con una hipotética dimisión del presidente, el Gobierno en pleno queda cesado y en funciones.

La vicepresidenta española, María Jesús Montero, eufórica en la concentración de Ferraz este sábado A. Pérez Meca / E.P.

En el caso del PSOE, la situación presenta sus dificultades. Consolidado su poder tras regresar en las primarias de 2017, Sánchez no ha trabajado en su sucesión. En la búsqueda de su relevo, no es lo mismo buscar un aspirante a la investidura o que un candidato electoral. A la primera pueden ir con una persona designada por los órganos ejecutivos del partido; en el caso de unos comicios, las primarias mandarían.

Si Sánchez renuncia, la segunda quincena de mayo se antoja decisiva para el futuro de la legislatura, e incluso para los próximos años de la política española. Lo mismo para Montero que para el presidenciable Alberto Núñez Feijóo y el futuro de Isabel Díaz Ayuso. O para el rol en el Congreso de las fuerzas de la mayoría parlamentaria: lo mismo el PNV que EH Bildu, lo mismo Junts que ERC.

La mayoría gubernamental, unida 'gracias' al PP

La mayoría parlamentaria sigue unida hoy gracias al PP. La estrategia de dilatar al máximo la tramitación de la Ley de Amnistía tenía un reverso: mantenía durante más tiempo unida esa mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno. Los populares reformaron el artículo 133 del Reglamento de la Cámara alta para alargar al máximo los trámites. La decisión no impide la aprobación de la Ley, solo la retrasa. El PSOE puede emplear esa demora a su beneficio.

Si en lugar de en dos meses, el trámite del Senado se hubiera despachado en 20 días —como quería el Gobierno español—, que el texto hubiera vuelto al Congreso hace semanas para que lo refrendara la misma mayoría de su aprobación inicial. ¿Qué hubiera atado desde entonces a los grupos catalanes al Gobierno español?

La norma aún sigue en el Senado y así será como máximo hasta el 16 de mayo, cuatro días después de las elecciones catalanas. Recibido el texto, la Mesa del Congreso pondrá fecha para el pleno definitivo. El que hará que la ley de amnistía entre en vigor. Hasta entonces, nadie se mueve.

¿Intento de investidura?

La gran decisión del hipotético PSOE sin Sánchez es si apostar por la legislatura o ir a elecciones. Todas las fuerzas, salvo las de la oposición, se decantan por que la legislatura siga viva por un tiempo. Lo reconoce el presidente del EBB, Andoni Ortuzar. La incógnita de esta ecuación reside, sin embargo, en la duración de ese periodo, porque mientras la legislatura exista, sus procesos legislativos perviven. Si las Cortes se disuelven, decaen también todas las tramitaciones.

En este punto conviene tener en cuenta que la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, prohíbe a un Ejecutivo en funciones iniciativas como aprobar unos presupuestos generales o adelantar elecciones: solo Sánchez podría convocar unos comicios, y tendría que esperar un mes para hacerlo, a finales de mayo.

Lo que dice la Ley 50/1997, del Gobierno

4. El Presidente del Gobierno en funciones no podrá ejercer las siguientes facultades:

  • a) Proponer al Rey la disolución de alguna de las Cámaras, o de las Cortes Generales.
  • b) Plantear la cuestión de confianza.
  • c) Proponer al Rey la convocatoria de un referéndum consultivo.


5. El Gobierno en funciones no podrá ejercer las siguientes facultades:

  • a) Aprobar el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado.
  • b) Presentar proyectos de ley al Congreso de los Diputados o, en su caso, al Senado.

Si Sánchez dimitiera sin convocarlas, se abre la puerta a una investidura para la que el jefe del Estado debería hacer su habitual consulta previa, sin plazos fijados. Llegado el caso y tras la primera votación, hay dos meses antes de que se convoquen las elecciones de manera automática. Con todos estos plazos, no habría elecciones antes de octubre.

Tensión electoral

Un micrófono aún abierto le jugó una mala pasada a José Luis Rodríguez Zapatero en 2008. “Nos conviene que haya tensión”, confesó al periodista Iñaki Gabilondo cuando la entrevista había terminado. Esa tensión electoral es un clásico de las campañas para influir en el dato de participación. Depende de cuándo y a quién, interesa o no. En las últimas autonómicas, por ejemplo, EH Bildu prefería que no la hubiera.

La interrogante que deja el posible adiós de Sánchez es si esa decisión y la tensión de estos días pueden resultar decisivas en Catalunya para una gran victoria de Salvador Illa (PSC). Incluso si el apoyo a Sánchez y al PSOE por el “acoso y derribo” de la derecha y la ultraderecha se extenderá a las elecciones europeas de junio y así el PSOE mejorar los resultados que vaticinan las encuestas.

Miles de personas se han dado cita en Ferraz este sábado en apoyo a Pedro Sánchez y Begoña Gómez A. Pérez Meca / E.P.

Cualquier hipótesis a corto plazo suena arriesgada y a largo parece una temeridad. Con el clima político de Madrid, Ferraz tendría dos vías posibles: tratar de llegar a unas generales con rapidez (¿llegaría esta activación hasta el segundo semestre del año?) o intentar armar una legislatura post-Sánchez y post-Ley de Amnistía. Buscar el 2027.

'Caso Koldo' y Catalunya

La cuestión es cómo llegar a 2027. Los dos factores que amenazaban la legislatura hasta anteayer han quedado sepultados y pueden pesar en la última reflexión de Ferraz, porque reaparecerán. Por un lado, en el horizonte del PSOE sigue vivo el caso Koldo. Solo sus protagonistas saben hasta qué punto puede amenazar la legislatura.

Y por el otro lado, el escenario de Catalunya tras el 12-M. El resultado y las alianzas pueden influir de manera decisiva en Madrid. En otras palabras, garantizar la legislatura en las Cortes Generales o darla por finiquitada. ¿Qué interés tendrán o Junts o ERC en las Cortes Generales si un pacto para la Generalitat les deja fuera de la gobernabilidad catalana?

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, después de pronunciarse de la investigación judicial a su esposa por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Jesús Hellín / E.P.

Muchas preguntas y más hipótesis que solo Pedro Sánchez empezará a responder este lunes, por mucho que el PP y Vox tengan prisa. Y una respuesta, continuar o dimitir, llevará a la siguiente. Y descartará otras.