El juez que presidió el tribunal del juicio del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, ha sido claro cuando se le ha preguntado sobre la implicación de ETA en los atentados que segaron la vida de 192 personas en Madrid y dejaron más de mil heridos. Partes del proceso pidieron la comparecencia de miembros de ETA, para buscar posibles vinculaciones con la célula de Al Qaeda autora de los hechos. Más de 15 años después del juicio, Gómez Bermúdez lo tiene claro: “Hicimos el ridículo”.

“La sentencia es clara es, otra cosa es que sea perceptible, que se pueda hacer mejor”, zanja el que fuera magistrado en una entrevista con ETB, donde vuelve a recordar que el fallo judicial “no deja resquicio a todas las dudas que se plantearon, algunas de ellas, demenciales”.

Al hilo de ello, Gómez Bermúdez hace una reflexión propia de los tiempos y los discursos populistas, que ya entonces asomaron de lleno en la política española: “El problema de la sentencia es que había que contestar a cosas absolutamente absurdas, y claro, razonar contra un absurdo es muy complicado”.

Preguntado por las voces de la derecha y la derecha extrema españolas, que insisten en vincular a ETA con el 11-M, Gómez Bermúdez se dispone a “contestar de una forma muy sincera”. En la vista oral se tomó declaración a varios miembros de ETA en condición de testigos. Además, recuerda el ex magistrado en la entrevista, “hubo seis periciales sobre la vinculación o no vinculación de ETA con los atentados”.

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En imágenes: 20 años del 11-M EFE/Archivo

"Hicimos el ridículo"

“El resumen de todo ello es que hicimos el ridículo. Fue ridículo oír a etarras declarando en el juicio. Absolutamente ridículo”, resume Gómez Bermúdez lo que sintió como presidente de un tribunal del que también formaron parte Alfonso Guevara Marcos y Fernando García Nicolás. Y pone un ejemplo: “Recuerdo perfectamente a Henri Parot, al que le preguntaron si se había entrenado en Argelia, cuando Henri Parot, y lo sabían de sobra los servicios de información, la Policía, nosotros… no ha pisado Argelia. Fue una sensación tonta, solo que no podíamos denegar esas pruebas, porque eran pruebas pedidas por la defensa”.

“Le digo la verdad, igual que yo, creo que el 90% de los magistrados de lo Penal de la Audiencia Nacional, a las 12 de la mañana no teníamos dudas, ya el 11 de marzo”, explica Gómez Bermúdez preguntado cuándo pensaba que los atentados podían ser obra del terrorismo internacional, algo que por su propia manera de funcionar, dificulta saber quién dio la orden definitiva.

Autoría del 11-M

“Salvo en las organizaciones terroristas jerárquicas, normalmente no se puede determinar quién dio la orden; de ahí a querer convencer a la gente de que tiene que haber un autor que ingenió los atentados va mucho trecho”, zanja Gómez Bermúdez, antes de recordar que ya entre los terroristas que participaron en los atentados “había gente muy cualificada y gente muy, muy, muy radical, como Allekema Lamari, que se suicidó en Leganés; o como Serhane Ben Abdelmajid, conocido como el Tunecino, etc”.

Ante las voces de la conspiración que inciden en lo “ingenioso o lo muy bien planificado” de los atentados, Gómez Bermúdez rebaja cualquier especulación: “¡Si ese atentado se había producido ya en India! Y no solo allí, sino también en España, un intento muy parecido cuando ETA puso 50 kilos de dinamita en el expreso Irun-Madrid para que explosionara la noche del 24 de diciembre de 2003 aquí, en Madrid. Menos de tres meses antes de los atentados. Por lo tanto, no tiene nada de original”.

Juez en excedencia

Alejado de la judicatura, que sigue sintiendo su vocación, hoy ejerce en un despacho de abogados tras reconocer que como presidente de los tribunales del 11-M y del accidente del Yak-42 su carrera estaba “amortizada”. “Yo ya no tenía carrera judicial, sabía que no llegaría nunca al Supremo. Podía quedarme toda la vida en la Audiencia Nacional, pero no me apetecía”, asegura Gómez Bermúdez, que tras ejercer como juez de enlace en Francia durante un periodo, pidió la excedencia en la Audiencia Nacional.