Polarización, la voz que alude a dos opciones muy distanciadas entre sí, es la palabra del año según la FundéuRae. La elección de este término, ineludiblemente, nos lleva a la arena política marcada por otros como amnistía, ultraderecha o crispación. Los últimos compases del año debían haber estado marcados por la celebración de las elecciones generales en diciembre. Sin embargo, el volantazo de Sánchez tras los comicios del 28-M provocó que el guion saltase por los aires. 

En las urnas de mayo se determinó el futuro de doce comunidades autónomas y miles de ayuntamientos. Los socialistas asistieron atónitos a una noche de escrutinio en la que el PP ganaba en la mayoría de los municipios del Estado. El líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, parecía entonces estar cerca de su objetivo, “derrocar el sanchismo”, y vendió el resultado como “el primer paso para un nuevo ciclo”. 

Poco le duró la alegría. No habían pasado ni 24 horas de esa noche electoral cuando Sánchez tomó una decisión imprevisible, incluso para sus compañeros de partido. Las elecciones previstas para final de año se celebrarían el 23 de julio. Recogía el guante del PP para jugársela al todo o nada, en este caso en unas generales. Considerado por algunos un kamikaze y por otros un gran estratega, lo cierto es que Sánchez volvería a salir indemne. 

Un factor clave que condicionó muchos de los votos depositados aquel mes de julio residió en que la campaña coincidió con el cierre de pactos de gobierno entre PP y Vox en ciudades como Valladolid, Burgos, Toledo y Ciudad Real. Una alianza de los populares con la ultraderecha que terminaría condicionándolo todo, desde los resultados de julio hasta la negativa de la mayoría del arco parlamentario para aupar a Feijóo a Moncloa. De nada sirvió el esfuerzo del líder del PP de renegar de Santiago Abascal, ya que mientras trasladaba este mensaje en sus discursos electorales primero y en las reuniones con el resto de formaciones después, su partido firmaba pactos con Vox. 

De forma paralela, en el lado opuesto de la balanza, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz iban consolidándose como un efectivo tándem electoral durante la campaña. ¿Y qué dijeron los ciudadanos? El resultado del escrutinio de julio hizo que tanto Génova como Ferraz tirasen de mensajes de ánimo. El PP ganaba las elecciones, pero los números no daban. Todo se torcía para los populares, mientras el PSOE empezaba a cuadrar sus cuentas. 

Así nos plantamos en verano, periodo en el que el Feijóo solo consiguió amarrar los apoyos de Vox, UPN y CC. En definitiva, contaba con 172 votos, apoyos insuficientes calculadora en mano, por lo que llegó a hablar incluso con Junts. De haber recibido su sí, se hubiesen rebasado los límites de lo inesperado. Tampoco hubo sorpresas en el no del PNV. Tirando de ironía, su portavoz en el Congreso resumió la que era la gran disyuntiva. “Si hay que elegir entre Feijóo o amnistía, pues amnistía”, respondió Aitor Esteban a la popular Cuca Gamarra. Esta frase ilustraba la rotunda negativa de los jeltzales a cualquier tipo de vínculo con Vox. Si el dilema se trataba, como argumentaba Feijóo, de un Gobierno de coalición en el que entrase Vox o Junts, la elección estaba clara. 

El 29 de septiembre el líder del PP abandonó el Congreso como cabeza de la oposición. Fue una fallida investidura en la que tan solo sumó los apoyos previsibles y recibió, a su vez, la negativa de los diputados socialistas a protagonizar una rebelión contra Sánchez. Hasta entonces alejado de los focos, la pelota volvía a estar en el tejado del líder socialista. Finalmente, fue él quien acabó armando una mayoría parlamentaria que le dio la mayoría absoluta el 16 de noviembre, con los apoyos de PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG y CC. Se cerraba así, tres meses y medio después, un capitulo iniciado el 23 de julio. Sánchez consiguió tejer su red de apoyos a golpe de promesas y compromisos que marcaran este 2024. 

En lo que respecta a la CAV, destaca el traspaso de las transferencias pendientes, tal y como exigió el PNV antes de brindarle su apoyo. El devenir de Catalunya se encuentra referenciado al acuerdo suscrito con Junts. Un documento en el que ambos partidos pusieron su sello y con la amnistía a los encausados del procés como gran promesa. Esta comenzó a ponerse ya sobre la mesa en las negociaciones veraniegas. No obstante, pronto surgieron voces discordantes en el seno de los socialistas, alimentadas por rostros históricos del partido como Felipe González o Nicolás Redondo Terreros. Tampoco se quedó atrás Emiliano García-Page, quien, apenas dos meses antes, había obtenido mayoría absoluta en las elecciones de Castilla-La Mancha. Pero Sánchez respondió que se trataba de “hacer de la necesidad virtud” y, cuando el incendio socialista empezaba a sofocarse, se desataban las protestas en Ferraz y el Congreso con Vox, PP y movimientos neonazis de por medio. Una polarización política que parece haber llegado para quedarse y, seguramente, profundizarse.

Al detalle


Bloqueo  

El CGPJ se planta. El Consejo General del Poder Judicial, pendiente de su renovación, aprobó una declaración en la que cuestiona la legalidad de las comisiones parlamentarias en las que el POSE y Junts fijan investigar el ‘lawfare’ que denuncia sufrir el independentismo catalán. El acuerdo salió adelante por unanimidad y descarta que los magistrados tengan la obligación de comparecer en las comisiones. Previamente, la judicatura protagonizó diversas movilizaciones contra la ley de amnistía. 


Tamames

Moción de censura. La moción de censura que protagonizó el pasado marzo Ramón Tamames está lejos de ser considerada un hito en la política y en su lugar cayó en lo irrisorio. Fue un nuevo intento, a la postre fallido, por parte de Vox para abrirse hueco político y lograr protagonismo en la escena política.


Ciudadanos, a pique  

Muerte anunciada. Los pésimos resultados en las elecciones del 28-M fueron la última estocada a Ciudadanos. Las urnas decretaron su muerte política tras concitar el 1,35% de los votos, situándose como séptima fuerza y borrándole del mapa. El proyecto liderado en su día por Albert Rivera y por Inés Arrimadas queda para el recuerdo tras un frustrado intento de refundación. 


Ayuso la lía

“Me gusta la fruta”. El momento más sonado regalado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, fue la frase que se atribuyó, “me gusta la fruta”, aunque en realidad pronunció un insulto. Las palabras iban dirigidas contra Sánchez desde la tribuna donde asistía a su sesión de investidura. En sus labios se leyó una cosa, pero ella aseguró haber dicho otra. Lo explicó 24 horas después y entonces llegaron los memes y las risas.  


Feijóo

‘No quiere’ ser presidente. La frase la pronunció el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su investidura fallida como presidente español: “No soy presidente porque no me vendo”, en referencia a los apoyos de los independentistas. En su propia investidura, Pedro Sánchez recogió el guante e hizo mofa recordando que el ‘popular’ “no es presidente porque no quiere”. Feijóo achacó días después las carcajadas del socialista a “un tic patológico”.