Ni Machado ni Maquiavelo. Para describir el idilio de los socios que han propiciado su investidura, Pedro Sánchez podría haber recurrido a un poema que inmortalizó José Luis Borges hace justo sesenta años para honrar a su Buenos Aires natal y que cerraba diciendo: No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto. Porque es precisamente eso, el rechazo más absoluto que provoca el matrimonio entre PP y Vox, lo que ha llevado a las fuerzas soberanistas a echarse en manos de un líder del PSOE que, reelegido con los previsibles 179 votos –PSOE (121 escaños), Sumar (31), ERC (7), Junts (7), EH Bildu (6), PNV (5), BNG (1) y Coalición Canaria (1)– y 171 en contra –PP (137), Vox (33) y UPN (1)– , arranca ya una legislatura todavía más alambicada que la precedente, y en la que tendrá que hacer frente al marcaje de los acuerdos suscritos con sus compañeros de viaje, además de lidiar con una oposición que no se dejará nada en el tintero para vislumbrar un poder que hace solo un trimestre creía tener en sus manos. “Sabremos emplear este tiempo tan duramente conquistado, en medio del ruido y la furia”, ha prometido, aunque para ello, al margen de los ecos de la ley de amnistía, tendrá que consolidar los avances apalabrados, entre otros, con Junts, ERC y PNV.

De cara a su tercer mandato, Sánchez ha apostado por afrontar los “obstáculos” que le aguardan y “convertirlos en oportunidades” parafraseando al polifacético intelectual italiano, consciente de una incertidumbre que ha planeado ya durante el debate con el malestar del partido de Carles Puigdemont por el relato de los hechos verbalizados por el socialista, aunque el número tres del PSOE, Santos Cerdán, artífice de la alianza con JxCat, confía en que “esto se irá suavizando y las relaciones irán engrasándose”. En una matinal menos tensa que la sesión vespertina previa, el presidente del Ejecutivo volvió a instar al PP a asumir su derrota y rebajar los decibelios en tanto que, “como todas en democracia, es temporal y limitada”. Y después de que Alberto Núñez Feijóo tuviera que admitir la “legitimidad” del Gobierno, el líder socialista ha precisado que su cargo solo está limitado por las leyes y el mandato temporal que conlleva. “Así es la democracia parlamentaria y así debe seguir siendo si queremos preservar nuestra convivencia libre y pacífica”, ha valorado al hilo de que es la primera ocasión en que se inviste a alguien de un partido cuyas siglas no sumaron el mayor número de escaños en las urnas. Rebatiendo falsedades, ha elogiado la “dignidad” de los suyos ante las “agresiones y señalamientos”, también de la prensa, incluida la tradicional, consciente de que “es muy difícil mantener la calma cuando se desata la tormenta de insultos, falsedades e injurias”. Por ejemplo, ante la agresión que ha sufrido hoy mismo el turolense Herminio Sánchez al salir de una cafetería y recibir el impacto de un huevo en la cabeza. En su lado de la balanza, el PSOE ha dado “una impresionante lección de prudencia, compromiso y determinación” esperando solo a configurar un Gobierno “legítimo, democrático y constitucional”. “Cuando las ciudadanas y los ciudadanos emiten su voto, están eligiendo al mismo tiempo el Gobierno y a la oposición democráticamente. Ambos tienen la misma fuente de legitimidad, merecen el mismo respeto. Porque en democracia las victorias son limitadas, y también las derrotas”, ha insistido el mandamás socialista.

Del otro lado, el caos. “Esto es una equivocación”, le ha espetado Feijóo tras cruzar el hemiciclo para estrecharle la mano a modo de cortesía, en tanto que el presidente del PP entiende que Sánchez estará sometido a un “contrato mensual que ha de suscribir el independentismo”. “Me voy más preocupado que cuando entré y he visto además que el PSOE está claramente en manos de aquellos que quieren primero un reconocimiento de nación, distinta a la de España, y segundo, un referéndum de autodeterminación. Y si esto no se hace, y lo han dicho aquí, esta legislatura peligra”, ha alertado. Además, que el Europarlamento vaya a debatir sobre “si en España está garantizado el Estado de Derecho o no” es a su juicio “la peor forma de empezar una legislatura” porque afecta a la reputación internacional y a “nuestra democracia”. Las “alertas democráticas están encendidas”, ha recalcado Feijóo, que pone en marcha el piloto de “devolver la cordura que la ambición personal del candidato, ahora presidente, ha llevado a un callejón sin salida”. “Será presidente durante el tiempo que quiera el independentismo, y lamentablemente las decisiones no se van a tomar en esta Cámara sino fuera de España”, ha denunciado en alusión a los pronunciamientos que pueda realizar Puigdemont desde Warteloo antes incluso de que logre retornar a Catalunya con la amnistía. “La Historia, a Sánchez, no le amnistiará”.

El diapasón bajó ligeramente sin que faltara el habitual cruce de reproches entre los dos grandes partidos. El portavoz socialista, Patxi López, ha avisado de que no habrá “insulto o ataque” que les haga “cambiar de rumbo”. “Cuanto más nos señalen, más firmes. Cuanto más nos insulten, más convencidos; y cuanto más avancemos con este gobierno, más contentos”, ha aseverado, retando al PP a que diga cuándo los socialistas han roto “aunque sea un trocito pequeño de España”. “Son ustedes los campeones del mundo en la agitación y del insulto, ¿pero dónde está su alternativa?”, ha interpelado, mientras desde la otra bancada el popular Esteban González Pons introducía otra variable para la discordia: “No descarto que haya una enmienda a la ley de amnistía de Bildu pidiendo que sean incluidos también los presos de ETA. ¿Por qué no?”.

Acuerdos y grietas

De momento, desde Bélgica solo ha llegado una escueta reacción de Puigdemont en la que se limita a indicar que la portavoz Míriam Nogueras había explicado “muy bien” el minuto de juego y resultado cuando le conminó a Sánchez a “no tentar con la suerte”. Más cerca, el president Pere Aragonès va a lo concreto: “Ahora, toca cumplir los acuerdos pactados, como el traspaso de Rodalies, las mejoras económicas y la amnistía”. Y es que estas alianzas de mutua conveniencia abren además un melón en el seno independentista. Sin ir más lejos, la ANC destaca que se ha “consumado la sumisión de los partidos independentistas al PSOE, que abandera el discurso de haber normalizado la situación en Catalunya”. Heridas internas que se abren también a la izquierda de los socialistas. Y es que Podemos se desenvuelve ya independizado de Sumar, casi en competición. Falta por ver cómo discurrirán las relaciones entre Vox y el PP, que de momento desoye los cantos de coordinación que le exigen los ultras en el Senado.

Resistir es, desde luego, el verbo que mejor maneja Sánchez.