El excomisario José Manuel Villarejo ha vuelto a mostrarse este martes, en su primer juicio por el caso Tándem, como una víctima de una causa judicial de "evidente" origen "tóxico" en la que "todo valía" para acabar con él y con la que se le ha aplicado un "código rojo".

Con esta referencia a 'Algunos hombres buenos', la película de los noventa de Rob Reiner, ha comenzado Villarejo la parte de su informe con el que, en el ejercicio de autodefensa y durante casi dos horas, ha pedido su absolución en el juicio que celebra la Audiencia Nacional.

El excomisario está acusado de delitos como cohecho o revelación de secretos por valerse presuntamente de su cargo para lucrarse mediante tres proyectos en los que habría obtenido datos confidenciales de terceros, hechos por los que la Fiscalía pide unos 83 años de cárcel para él.

Villarejo apenas ha mencionado las acusaciones concretas relativas a esos tres proyectos, llamados Iron, Land y Pintor, sino que ha insistido de nuevo en que su causa es una represalia contra un "temerario" como él, que "no acató que abusaran de las instituciones del Estado".

Algo que en esta ocasión ha ilustrado señalando que, como en la citada película, a él también le han aplicado un "código rojo" porque "creían que con su conducta ponía en peligro los pactos y componendas con los que se mantenía el equilibrio de las instituciones".

Y una vez más ha situado al exjefe del CNI, Félix Sanz Roldán, como el principal responsable de sus problemas judiciales porque -ha dicho- se atrevió a denunciarle a él y a "tantos poderosos de este país", al tiempo que ha acusado a los fiscales de tener "animadversión personal" hacia él.

También ha vuelto a presentarse como un agente de inteligencia que usaba sus empresas como cobertura de las operaciones que dice haber realizado para el Estado -alguna de las cuales no ha olvidado enumerar ante el tribunal-, si bien este supuesto rol de agente de inteligencia o colaborador del CNI no es algo que la Fiscalía cuestione, pues de lo que le acusa es de lucrarse valiéndose de su cargo de policía.

Hablando de sí mismo en tercera persona y con un parche en el ojo por las dolencias que sufrió en verano, el expolicía ha denunciado la existencia de un "relato demagógico y populista" para presentarle como un "sujeto odioso y despreciable" a quien "solo el importa el dinero y que todo lo que hizo en labores de inteligencia fue para enriquecerse".

Villarejo, que ha dedicado la jornada de la mañana a estudiarse su informe, ha rechazado ser "el pendenciero y el bronquista" al que se han referido en el juicio, al tiempo que ha denunciado que el objetivo de la causa ha sido "hacerse" con sus archivos y "llevarse todos los audios" en unos registros que ha calificado de "chapuza a modo de Dora la Exploradora".

Antes que él, su abogado Antonio José Cabrera ha advertido de que la sentencia que dicte el tribunal "va a afectar a mucha gente" y también a las decenas de piezas que mantiene abiertas la Audiencia Nacional.