Solo hay una palabra que define la situación que se vivió en la votación de la nueva reforma laboral: surrealista. El decreto del Gobierno, acordado entre patronal y sindicatos, salió adelante por una carambola inverosímil: el error de un diputado del PP, Alberto Casero, que emitió el voto de manera telemática por encontrarse enfermo y que decantó la balanza a favor del Ejecutivo.

Así, el decreto quedó convalidado con 175 votos a favor, los de PSOE; Unidas Podemos; Ciudadanos; PdeCat; Más País; Compromís; Nueva Canarias; Teruel Existe; Partido Regionalista de Cantabria; Coalición Canaria; y el voto de Casero (PP). En el lado del no: todos los diputados del PP salvo Casero; Vox; ERC; EH Bildu; BNG; PNV; JxCat; CUP; Foro Asturias; y los dos votos de UPN, los de Sergio Sayas y Carlos García Adanero, cuyo cambio de voto en el último segundo -y contra las órdenes de Esparza- hubiese supuesto tumbar el texto del Gobierno de no ser por el error del diputado del PP.

Nada más escuchar el recuento, la portavoz popular, Cuca Gamarra, se apresuró a intentar paralizar la sesión al grito de que había un "error informático". La presidenta del Congreso no admitió la queja y, con el decreto convalidado, levantó la sesión entre gritos de protesta por parte de la derecha. La votación apunta a recurso ante los tribunales y Vox ya habla de acudir al Constitucional.

Merece la pena explicar con detalle cómo sucedió la votación. Hubo 335 diputados presentes en la Cámara, y otros 14 emitieron su voto de forma telemática, principalmente por encontrarse enfermos. En total, 349 diputados, porque hay que recordar que el escaño de Alberto Rodríguez (Unidas Podemos) está vacío y sin ocupante desde que el diputado canario fue inhabilitado por el Supremo. De los presentes, 166 votaron sí a la convalidación; y 169, no. De los telemáticos, 9 votaron sí; y 5 no. En total: 175 votos a favor y 174 en contra. Es decir, reforma convalidada. Uno de esos 9 votos a favor fue el del diputado Casero.

En un primer momento, hasta la presidenta del Congreso anunció que la reforma laboral no se había convalidado. El PP se levantó a aplaudir y en la bancada del Gobierno el presidente Sánchez y las vicepresidentas Calviño y Díaz no daban crédito. Pero casi al instante la presidenta Batet corrigió, por instancia de los servicios de la Cámara, y leyó la votación definitiva.

La respuesta fue inmediata: Cuca Gamarra, portavoz popular, se levantó y sin ni siquiera invocar ningún artículo alertó de que se había producido un "error informático" en la votación de uno de sus diputados. Al parecer, y según lo que cuenta el PP, el diputado Casero votó contra la convalidación, pero comprobó que en la especie de justificante o resguardo que se emite tras cursar un voto telemático el posicionamiento que aparecía era justo el contrario. Según los populares, el propio Casero trató de presentarse en el Congreso para aclarar el error, pero fue en vano. Es lo que le dijo Gamarra a Batet, que sin embargo zanjó el asunto de forma casi lacónica: "El que me va a plantear es un tema técnico en conocimiento de la Mesa y que no tiene tratamiento en pleno". Y levantó la sesión.

Qué va a ocurrir a partir de aquí es una incógnica. La sesión está levantada y la convalidación, confirmada. Después de no haber tenido éxito con su reclamación en pleno, Gamarra dio una rueda de prensa para denunciar que la presidenta del Congreso no ha hecho caso a su petición y que se está consumando un "pucherazo".

Algo en la línea de lo que también denunció Vox, que en rueda de prensa deslizó la posibilidad de que el caso termine ante el Tribunal Constitucional. En cualquier caso, el resultado aboca la surrealista votación al lío y todo apunta a que todavía quedarán muchos flecos que cortar en la votación de este decreto.