El empresario guipuzcoano José María Aldaya, secuestrado por ETA el 8 de mayo de 1995 y liberado el 14 de abril de 1996, ha fallecido este martes a los 79 años, a consecuencia de una enfermedad, han informado fuentes cercanas a la familia.

Su secuestro, que se prolongó durante 341 días, estuvo acompañado por una gran movilización social que reclamó de forma incesante a ETA su puesta en libertad en multitudinarias manifestaciones y concentraciones, algunas de las cuales se saldaron con enfrentamientos provocados por grupos radicales, como los ocurridos el 22 de junio de 1995 en la Paloma de la Paz de Donostia, que se saldaron con una docena de heridos, entre ellos una mujer, Rosa Zarra, que murió días después tras haber recibido un pelotazo de la Ertzaintza.

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Aldaya fue secuestrado entre las nueve y las diez de la noche del 8 de mayo de 1995 cuando se dirigía en coche desde su empresa de paquetería Alditrans, en Oiartzun, a su domicilio en la urbanización Jaizkibel de Hondarribia.

El industrial fue liberado en las proximidades del puerto de Azkarate de la localidad guipuzcoana de Elgoibar, tras 341 días en poder de un comando de ETA, recluido en un zulo que medía 1,90 metros de alto por tres metros de largo y un metro de ancho, en el que, según desveló él mismo, sólo podía dar cuatro pasos.

Una lámpara situada en medio del cubículo le obligaba a balancear la cabeza cada vez que pasaba para evitar chocarse, si bien, a pesar de las penosas condiciones en las que tuvo que sobrevivir, al poco de recuperar su libertad afirmó que "la vida es un reto que hay que vencer cada día".

El secuestro del empresario, durante el que los colectivos pacifistas recuperaron el símbolo del lazo azul ya utilizado durante el rapto un par de años antes de Julio Iglesias Zamora, fue condenado por todas las formaciones políticas -salvo HB-, que llegaron a suspender sus respectivas campañas electorales en apoyo al industrial.

Durante el cautiverio de Aldaya se sucedieron numerosas movilizaciones sociales para exigir su liberación, iniciadas al poco de ser raptado por iniciativa de los trabajadores de su empresa, quienes cada lunes se concentraron ante las puertas de la compañía durante cinco minutos para reclamar a ETA la liberación de su jefe.

Los actos de protesta por este secuestro, durante el que también se produjo el rapto de José Antonio Ortega Lara, se multiplicaron en distintos puntos de Euskadi y del estado, donde se celebraron desde cadenas humanas hasta conciertos en solidaridad con Aldaya, cuyos hijos Óscar e Idoia, realizaron un ayuno y un encierro de 48 horas para exigir la liberación del industrial, quien durante su cautiverio fue abuelo de una niña, Mireia, hija de su primogénito Txetxo.

Fue en esta época, cuando la izquierda abertzale respondió a las concentraciones de los trabajadores de Alditrans con contramanifestaciones, desde las que lanzaban consignas de apoyo a ETA, amenazas a los que apoyaban al empresarios secuestrado y proclamas hirientes como "ETA mátalos" o "Aldaya, calla y paga". En varias ocasiones, las contramanifestaciones acabaron en incidentes.

Nada más conocer la noticia del fallecimiento, el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, recordó que Aldaya fue "uno de los mayores ejemplos de sufrimiento de ETA" en Euskadi. Además, Olano transmitió sus condolencias a la familia y amigos en nombre de todo el territorio a los que ademas ha enviado el "más efusivo" de sus abrazos".

La portavoz de la Diputación de Gipuzkoa, Eider Mendoza, se ha pronunciado también sobre la muerte de Aldaya con un tuit en el que destaca que le ha causado "un disgusto especial" su fallecimiento porque le ha recordado "la crueldad" por la que pasó y "los tiempos terriblemente duros". Tras afirmar que son vivencias que nunca olvidará, envía un fuerte abrazo "de todo corazón" a sus allegados.

La diputada foral guipuzcoana Rafaela Romero ha manifestado, por su parte, que el empresario secuestrado fue "víctima del odio de ETA". " Su familia, también víctima, con un coraje ejemplar llevando el dolor en su secuestro. La crueldad infinita de encerrar en cuatro paredes estrechas la libertad humana. La tortura del secuestro Mi respeto y cariño a su familia", añade.

El secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, dijo a través de su cuenta de Twitter que "el secuestro de José María Aldaya pesará siempre sobre la conciencia de los que perpetraron tal ignominia. Frente a ellos, el despertar social de la respuesta ciudadana y la dignidad de una sociedad harta de ETA. Un fuerte abrazo a su familia".