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Los críticos de Sortu reclaman “mantener una lucha mucho más digna sin armas”

Una grupo de expresos y exhuidos presentan Askatasunaren Bidean frente a la “traición” al MLNV y rechazan la vía armada

Los críticos de Sortu reclaman “mantener una lucha mucho más digna sin armas”

donostia - Centralia es una ciudad del noreste de Estados Unidos que arde desde 1962. El fuego que se inició en una fosa se extendió a minas de carbón y hoy las llamas continúan. Se trata de un incendio subterráneo, del que cada cierto tiempo asoman señales a la superficie.

Como le ocurrió ayer en la izquierda abertzale. La semana en la que el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, ha asumido las acusaciones para evitar la prisión pese a ser condenado y en la que otra decena de militantes imputados por dirigir Ekin han seguido la misma suerte en la línea posibilista que trazó Rufi Etxeberria en la conferencia que ofreció en enero en Iruñea, un grupo de expresos y exhuidos ha presentado Askatasunaren Bidean.

Una iniciativa llamada a “mantener la dignidad de la lucha”, “no cerrar las puertas a un futuro libre y mejor” y dar “solidaridad a los represaliados políticos vascos haciéndoles saber que ni uno solo se va a quedar tirado al borde del camino”.

Sin descartar conformar un partido en el futuro (“quién sabe lo que va a salir de esa reestructuración de los que hoy nos sentimos un poco huérfanos políticamente”), solicitaron a todos los “que se identifican con los objetivos históricos del MLNV” a que se autoorganicen “pueblo a pueblo y barrio a barrio” para proseguir con “la lucha por la liberación nacional y social de pueblo trabajador vasco”.

“Que haya una ausencia total de lucha armada por parte de nuestro pueblo no entendemos que nos tenga que tirar a los brazos de nuestro enemigo”, sentenciaron, antes de defender su capacidad “de mantener una lucha más digna sin armas”.

Lo hicieron, en respuesta a los periodistas, rechazando volver a la lucha armada: “En nuestras asambleas no se ha planteado ni una sola vez el retorno a la utilización de las armas o de tirarnos al monte, es mentira, que quede definitivamente claro”.

La bilbaina plaza del Arriaga fue el escenario en el que unos 50 expresos y exhuidos presentaron, entre gritos de “borroka da bide bakarra!”, un documento en el que cargan “en voz alta y sin pelos en la lengua” contra la izquierda abertzale y su giro político, “que no se ha limitado solo al fin de la lucha armada”. Patxi Eskisabel, Fernando Lizeaga y Joel Sistiage hicieron de portavoces y, según se recoge en el documento, presentado junto a militantes como Agurtzane Ezkerra y Ion Iurrebaso, la “facción reformista” ha llevado al MLNV “a una grave crisis”.

“Este cambio de estrategia ha sido una jugada para integrar nuestro movimiento en el sistema y liquidar el MLNV”, sentencian tras diagnosticar que, pasado el subidón electoral de 2011, “en el seno del pueblo trabajador vasco” residen sentimientos como la frustración, la tristeza, el desapego, la desconfianza y confusión, además de la desactivación y el debilitamiento. Afirman que “la facción reformista que ha tomado el control de la izquierda abertzale está traicionando todos los principios del MLNV. De forma vergonzosa en nuestra opinión, pero sin ninguna vergüenza por su parte”.

Se presentan como “militantes del MLNV, abertzales y socialistas revolucionarias de diferentes generaciones”, y denuncian que, tras su vuelta a Euskal Herria, “las opresiones fundamentalmente siguen siendo las mismas”, recrudecidas tras la crisis económica que estalló en 2008.

Ha cambiado la izquierda abertzale desde que asumió los principios Mitchell en la Declaración de Altsasu, que Askatasunaren Bidean sitúa al nivel del Abrazo de Bergara (1839), “la traición imperdonable” del PNV en Santoña en 1937 y el “putrefacto proceso de arrepentimiento” de los polimilis, EIA y Euskadiko Ezkerra.

“Los principios Mitchell no son neutros”, zanjan antes de situar los postulados que promovió este senador estadounidense en el conflicto norirlandés en una “estrategia contrainsurgente diseñada por el imperialismo anglosajón, para provocar la derrota de los movimientos revolucionarios de liberación nacional de los pueblos trabajadores”.

Con los detenidos por el caso Bateragune recién encarcelados en 2009, otros dirigentes soberanistas dieron el paso en aquellos meses en los que se publicó Zutik Euskal Herria!, el documento que empezó a pasar la página político-violenta.

“Con esta astuta jugada -definen la asunción de los principios Mitchell- la facción reformista y sus aliados oportunistas quisieron dar jaque mate a los sectores abertzales y socialistas revolucionarios del MLNV”, antes de confesar “de manera autocrítica que en gran medida lo han conseguido”. Los fuegos empiezan a asomar a la superficie.

“Ideología tóxica” La sucesión de acontecimientos desde la Declaración de Bruselas (2010) hasta los últimos acuerdos en los tribunales para evitar la cárcel (2016) supone que “lo que al principio fue una pequeña y secreta facción se ha convertido en algo totalmente mayoritario hoy en día en la izquierda abertzale”.

Esta tesis es “una ideología tóxica y alienante” que los impulsores de Askatasunaren Bidean se proponen desmontar en un documento de seis páginas que concede importancia capital al léxico.

No en vano, el párrafo más extenso critica el uso de esa “curiosa lengua” en la que la expresión ciudadanía sustituye a “clases sociales”, emprendedores releva a “patrones explotadores”, el derecho a decidir a la “autodeterminación”, los excesos policiales a la “tortura” o víctimas del terrorismo a “verdugos y torturadores fascistas”. Son cinco ejemplos de las más de 30 expresiones que recogen. Entre ellas, la amnistía, por cuyo significado han tenido que responder estos meses los dirigentes de Sortu en varias ocasiones, cuando Amnistiaren Aldeko eta Errepresioaren Aurkako Mugimendua, conocido meses atrás ATA, ha capitalizado las críticas contra Sortu por su posición en torno a la amnistía. Su rostro más reconocible, Sendoa Jurado, estaba ayer presente.

La “batalla” A este movimiento, cuya manifestación más multitudinaria hasta la fecha no ha superado las 3.000 personas -en contraste con las 80.000-90.000 que recorrieron Bilbao en la marcha que respaldó Sortu en enero-, se le suma Askatasunaren Bidean. De nombre lleva, sin ir más lejos, la expresión con la que el propio Rufi Etxeberria bautizó su conferencia de Iruñea, pero lejos de respaldar la manera de sacar a los reos de la cárcel, la rebate.

Lo hace en público cuatro meses después de que Etxeberria pidiera al EPPK recorrer la legalidad y que al día siguiente, 35 imputados en el macrosumario de Segura acordaran con la Fiscalía española, la AVT y Dignidad y Justicia condenas por debajo de los dos años de prisión, aceptando ante un tribunal cargos que hasta la fecha habían rechazado. Detrás han llegado más acuerdos porque, consideran, Euskal Herria se encuentra en una fase de no llenar sino vaciar las cárceles. A diferencia de décadas antes, la legalidad sirve.

No, en cambio, para Askatasunaren Bidean. “Comenzaron a transitar vías posibilistas, apoyando salidas individuales y obligando constantemente al EPPK a aceptar la legalidad destructora de los estados opresores, pensando así que las dos oligarquías ablandarían siquiera un poco su política asesina y criminal”, resumen antes de censurar la “miseria de posibilismo, porque por ese camino hasta las más pequeñas mejoras se hacen imposibles ya que los enemigos se sienten fuertes y vencedores”.

Ante estas críticas de estos meses, los dirigentes de Sortu han recuperado una mayor presencia de la amnistía, aunque insuficiente para los críticos: “Aparentemente los reformistas se sitúan en la dirección de la amnistía, pero en realidad defienden la vía Rufi/Barrena con uñas y dientes”.

Estas tensiones llevan varios años en la izquierda abertzale, como evidencia lo delicado del giro que impulsó Arnaldo Otegi en su anterior estancia en libertad entre agosto de 2008 y octubre de 2009, incluso en contra de lo que ETA acababa aprobar. Son llamas que llevan tiempo en las interioridades de la izquierda abertzale -con unos gobiernos español y francés que no mueven ficha en materia penitenciaria y unos resultados electorales de EH Bildu a la baja-. Un fuego que ayer asomó por primera vez a la superficie de manera organizada, y con nombres y apellidos.

Todos en bloque La prioridad máxima de los impulsores del viraje del “transatlántico de la izquierda abertzale”, como lo definió Arnaldo Otegi en la vista oral del caso Bateragune, ha sido evitar las escisiones. Las declaraciones públicas de autocrítica -el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha exigido a Otegi esta semana una mayor contundencia para condenar a ETA- han sido muy medidas para que, como ocurrió en Irlanda del Norte, no se multiplicaran grupúsculos sucedáneos de la organización armada, máxime cuando no se ha producido un desarme.

Hasta el momento, las críticas públicas a la cúpula de Sortu se habían centrado en la amnistía, con las movilizaciones de ATA como principal reclamo, aunque lejos de los niveles de movilización del sector oficial. También ha habido divergencias en torno al papel del EPPK, con reproches a ATA por intentar “romper” el colectivo oficial, como denunciaron en diciembre seis juzgados en París.

Y la vía armada, ¿qué? Desde que ETA anunció el cese de su actividad violenta en octubre de 2011, la hipótesis de una vuelta a las armas ha planeado en varias ocasiones. Primero, dentro de la propia organización, con miembros disconformes con la decisión tomada o, al menos, con el giro de Batasuna. Después, fuera de ella, con especulaciones en torno a IBIL.

A finales de 2015, y con un rebrote significativo de kale borroka tras la quema de ocho autobuses de Bizkaibus en Derio, volvió a volar la hipótesis de un movimiento al margen de ETA y de la línea oficial que, a diferencia de los críticos conocidos hasta ahora, optaría por tomar las armas sin buscar una confrontación directa con los dirigentes de Sortu.

La fractura existe y el tiempo (incluso los votos, como emplazó Arraiz el jueves a los críticos y ayer no descartaron estos) determinará el respaldo de cada apuesta. De momento, la dirección de la izquierda abertzale responsable de hacer virar el transatlántico ha logrado retardar casi cinco años la aparición pública de críticos.

Cuando la izquierda abertzale acaba de cerrar el proceso de reflexión Abian, EH Bildu se sumerge en una dinámica similar más la irrupción de Podemos y el dilema de escorarse a la izquierda o hacia el centro, y las voces para cerrar las cuentas pendientes con el pasado apremian, las tensiones se han hecho públicas. Como el fuego en Centralia, donde hay carbón para quemar durante 250 años.