BRUSELAS. En Córcega, una pequeña isla francesa del Mediterráneo de poco más de 300.000 habitantes según el último censo de hace un año, ven al euskera como un ejemplo de éxito. Una lengua que, pese a su vulnerabilidad, ha conseguido no figurar en el atlas de idiomas amenazados de la Unesco, como sí le ocurre al corso, y que cuenta con un creciente número de jóvenes hablantes gracias a un estatus de cooficialidad que le sitúa al mismo nivel que el español. Y eso es precisamente a lo que aspiran los promotores de una iniciativa que llega esta misma semana a la asamblea de Córcega: equiparar al corso con el francés.

Aunque los partidos nacionalistas, los más firmes defensores de la propuesta, solo disponen de 15 de los 51 escaños de la Cámara, el autor de la propuesta, el presidente del Consejo de la Lengua Corsa, Pierre Ghionga, aspira a lograr una mayoría favorable y convencer a miembros tanto del partido socialista, que gobierna en la isla con 24 escaños, como a parte de los 12 que representan a la derecha. Solo así, estima, lograrán la fortaleza necesaria para convencer a París, ya que para conseguir el estatus de cooficial será necesario, en último término, modificar la Constitución francesa. "Necesitamos una posición democrática, un voto masivo a favor de la cooficialidad. No veo cómo la república podría oponerse a la voluntad democrática de una región", explicaba hace unos días en una entrevista.

Ghionga entiende el estatus de cooficialidad como "el medio de salvar la lengua corsa cuando todavía estamos a tiempo" porque más allá de las posiciones políticas de cada uno y pese a los esfuerzos realizados hasta ahora "los políticos han fracasado en revitalizar la lengua", advierte en el preámbulo de la propuesta que será discutida el próximo jueves y viernes y que si es enmendada en exceso solicitará retirar. "Estoy abierto a todo pero no aceptaré que se triture y desnaturalice el estatus para que no quede nada", advierte.

A su juicio, conseguir el reconocimiento que tienen el euskera en la Comunidad Autónoma Vasca o el catalán en Catalunya es "la base jurídica de cualquier política voluntarista eficaz" de forma que otorgue derechos a los hablantes para que puedan utilizar la lengua en todos los ámbitos de la vida privada y pública, desde las relaciones con la administración pública, hasta fomentar su uso en los medios de comunicación, la educación y, sobre todo, la enseñanza de forma que el corso se convierta en lengua vehicular y al final de la escolarización todos los alumnos sean bilingües.

los jóvenes hablan francés A la espera de ver cómo respiran los políticos, la primera encuesta sociolingüística realizada en la isla -en noviembre del año pasado- pone de manifiesto que existen entre 86.800 y 130.200 hablantes activos, que comprenden y hablan corso, aunque incluidos los que solo entienden la lengua la cifra se eleva hasta los 150.000. El problema al que se enfrenta este idioma latino, sin embargo, es la edad. La mayoría de ellos superan la cincuentena, lo que augura una caída importante de hablantes en un plazo de apenas quince años si no se activan planes eficaces. Una estrategia para avanzar hacia un bilingüismo que a tenor del resultado de la encuesta cuenta con un amplio apoyo social. El 90% de las personas interrogadas consideran que en el futuro será necesario que francés y corso estén al mismo nivel y solo el 7% piensan que solo debería hablarse francés. Además, el 62% aseguran que sus hijos ya han seguido cursos en corso y el 89% están satisfechos.

Pese a este apoyo, la realidad de la lengua, según el eurodiputado del Partido de la Nación Corsa, François Alfonsi, es bien distinta. No tiene un estatus reconocido, solo se enseña como lengua secundaria y desde la década de los cincuenta ha ido retrocediendo y limitándose a las zonas más rurales de la isla. "Es urgente hacer algo. Dar a los jóvenes los medios para que todo el mundo esté en el mismo nivel y el corso siga siendo una realidad viva. Si no conseguimos un estatus de cooficialidad habrá un bloqueo", alerta. Las posibilidades, sin embargo, son todavía inciertas y difíciles de evaluar, aunque ve el debate de esta semana como un pulso esencial . "El presidente francés, François Hollande, se había comprometido a ratificar la carta europea de lenguas regionales. Ahora han dado marcha atrás pero el 90% de la población quiere que Córcega sea bilingüe. Veremos si estamos en una democracia o en una postura jacobina", explica a este periódico tras la sesión plenaria de Estrasburgo.