Las cuentas pendientes de don Manuel
ministro de Gobernación en los asesinatos de vitoria y Montejurra, fraga Acuñó la frase "la calle es mía"
donostia
DECÍA un aspirante a torero que no llegó a tomar la alternativa que "en tu funeral, hayas hecho una buena o mala faena, siempre te sacan a hombros". Llegado ese momento todo son parabienes para la persona fallecida. Tras la muerte de Manuel Fraga todo son lisonjas y buenas palabras para el "referente de la derecha española".
Del exministro franquista se ha ensalzado su capacidad de trabajo -decían que le cabía el Estado en la cabeza-, su papel en el trasvase a la democracia de la derecha o que fue uno de los padres de la Constitución. Sin embargo, el fundador de Alianza Popular y "padre político" de José María Aznar fue el ministro de la Gobernación, precursor del actual Ministerio del Interior, cuando se produjeron los incidentes del 3 de marzo en Vitoria, que acabaron con la muerte de cinco obreros, o cuando miembros de la extrema derecha empañaron la romería carlista de Montejurra con el asesinato de dos personas. Transcurridos casi 36 años de aquellos dos luctuosos hechos, Manuel Fraga ha muerto sin pedir perdón a las víctimas y sin asumir responsabilidad alguna en ambos casos.
Durante la dictadura de Francisco Franco, el primer cargo político de relevancia de Manuel Fraga Iribarne (Villalba, 23 de noviembre de 1922) fue el de ministro de Información y Turismo, que ocupó desde 1962 a 1966. En aquella época, Fraga fue el padre de la Ley de Prensa, con la que se intentó ofrecer una imagen de tolerancia del régimen de cara al exterior. Sin embargo, para la historia quedará la imagen de un Fraga bañándose en la playa de Palomares acompañado del embajador de los Estados Unidos. Un bombardeo estadounidense había perdido una bomba de hidrógeno y Fraga quiso demostrar que no había peligro alguno y por eso decidió darse un baño que fue convenientemente recogido por las cámaras del No-do. Años después se supo, sin embargo, que el intrépido ministro no se había bañado en Palomares, sino en otra playa almeriense donde no había riesgo alguno de contaminación.
mil tiros en vitoria Tras la muerte de Franco, Manuel Fraga fue nombrado vicepresidente y ministro de Gobernación en el Ejecutivo español presidido por Carlos Arias Navarro. Eran tiempos convulsos en los que la Policía Nacional y la Guardia Civil imponían su ley en las calles de Euskadi y del resto del Estado español.
Desde enero de 1976 miles de trabajadores iniciaban una huelga en Vitoria contra el decreto de topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. El 3 de marzo de ese año estaba convocada una huelga general en la capital alavesa y cientos de trabajadores celebraban una asamblea en la iglesia San Francisco de Asís. Efectivos policiales, y en contra de la opinión del párroco, procedieron al desalojo de la iglesia. La Policía disparó con fuego real contra los trabajadores que abandonaban la parroquia causando la muerte a cinco personas: Pedro Martínez (27 años), Francisco Aznar (17 años), Romualdo Barroso (19 años), José Castillo (32 años) y Bienvenido Perea (30 años). En las grabaciones de las comunicaciones policiales efectuadas aquel día se recogían frases como: "Después de pegar más de 1.000 tiros y romper la iglesia de San Francisco te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo" o "hemos contribuido a la paliza más grande de la historia".
Fraga, siendo el máximo responsable de las fuerzas policiales, estaba de visita en Alemania, un viaje oficial que suspendió para acudir al día siguiente a varios centros hospitalarios de Vitoria para visitar a los heridos. En 2008, el Parlamento Vasco consideró responsables de los hechos a Manuel Fraga, en 1976 ministro de la Gobernación; Rodoldo Martín Villa, ministro de Relaciones Sindicales; y Alfonso Osorio, ministro de la Presidencia. Sin embargo, el 16 de junio del año pasado, la Cámara de Vitoria rechazó con los votos de PP, PSE y UPyD una Proposición no de Ley sobre la necesidad de declarar a los muertos del 3 de marzo como "víctimas del terrorismo" e instar al Gobierno español al reconocimiento de la responsabilidad de los hechos.
"La calle es mía" Ese mismo año de 1976, las fuerzas policiales impidieron las manifestaciones del Primero de mayo siguiendo las directrices de Manuel Fraga, que acuñó la frase: "La calle es mía". Sin embargo, años después, el líder de la derecha negó haber pronunciado tal frase.
Otro episodio que demuestra el talante de Fraga es que cuando Dolores Ibarruri, La Pasionaria, anunció su intención de regresar al Estado español, el responsable de Gobernación aseguró que no disponía de suficientes efectivos policiales para garantizar su protección, lo que fue respondido con dureza por parte de responsables del Partido Comunista, que le acusaron de tener una actitud "evasiva, torpe y grosera digna de un gobernante graduado en el fascismo".
Montejurra Apenas dos meses después de los hechos de Vitoria, el 9 de mayo de 1976, ocho días después de que Fraga se apropiara de la calle, fuerzas de la extrema derecha española acompañados por neofascistas italianos y argentinos -todos ellos partidarios de Sixto de Borbón- ,y ante la pasividad de la Guardia Civil, atacaron a los seguidores de Carlos Hugo de Borbón en la tradicional romería carlista de Montejurra en Navarra. A consecuencia de los disparos murieron Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos.
Fraga, al igual que sucedió con los sucesos de Vitoria, se encontraba fuera del Estado español, en un viaje oficial a Venezuela. A su regreso, al ministro de la Gobernación solo se le ocurrió señalar que lo que había sucedido en Montejurra fue "una pelea entre hermanos".
Este era Manuel Fraga Iribarne, ministro con Franco y fundador de Alianza Popular, un hombre que en una entrevista concedida hace apenas cinco años, en 2007, al Faro de Vigo aseguró que "el franquismo ha asentado las bases para una España con más orden" o que antes de una entrevista en televisión fue capaz de gritar a un colaborador suyo: "Deje de tocarme las narices", cuando este le intentaba colocar el micrófono de solapa.