Titín ya es un mito y Merino un héroe
El pelotari más veterano del cuadro profesional y el más joven del torneo se convirtieron ayer en campeones del Parejas. Con total merecimiento. Titín III (43 años) y Merino II (22) se calaron las txapelas tras un ejemplar ejercicio de trabajo en equipo y con una alta dosis de heroicidad. Sobre todo la que volvió a exhibir el zaguero de Villar de Torre, al que unos calambres en el gemelo y el cuádriceps de su pierna derecha cuando solo le quedaba un tanto para conquistar el primer título de su vida pusieron en riesgo su victoria. Pero aguantó y encontró como premio una txapela. El mismo trofeo que se llevó Titín ante unos rivales, Xala y Laskurain, que no vivieron su mejor tarde en un ruidoso y abarrotado frontón Bizkaia.
Si la txapela que logró ayer fue para David Merino la primera de su todavía corta carrera profesional, para Titín se convirtió en la quinta. El caracolero sumó a su colección de títulos (tres del Parejas y uno del Cuatro y Medio) un nuevo entorchado del torneo por duplas. Y otro récord. Con 43 años y 107 días ya es el pelotari de mayor edad que gana el Parejas, aunque en eso de la longevidad todavía le supera Mariano Juaristi, Atano III, que fue capaz de conquistar el Manomanista con 44 años. Si Aspe renueva al delantero de Tricio, podrá aspirar a superar este mítico registro. Y es que con el caracolero cualquier cosa es posible.
igualdad de salida A pesar de que la cátedra pronosticaba una final tremendamente igualada, lo cierto es que solo hubo algo de incertidumbre en el marcador en el arranque del partido. Concretamente hasta el 6-7. Después los riojanos se dispararon en el marcador, abrieron brecha y no dejaron que Xala y Laskurain pusieran en riesgo su victoria. Lapurtarra y guipuzcoano aplicaron en diferentes fases del duelo la táctica que les había permitido pasar primero a semifinales y luego a la final, es decir, la de castigar al zaguero rival hasta destrozarle. Pero se encontraron con un coloso que responde al nombre de David Merino y que ayer, en su primera gran final, dio un recital de colocación, pegada y sufrimiento. Como si de un veterano curtido en mil batallas se tratara.
Sin embargo, Titín III también aportó su granito de arena. Logró un tanto de saque, se merendó a Xala en los cuadros alegres (nueve tantos llevaron su sello) y trabajó a destajo. Especialmente brillante resultó la defensa numantina que plantearon los riojanos en el que se convirtió en su 14º tanto, el 7-14. Con Titín desplazado al ancho tras un gancho de Xala, David Merino protagonizó una agónica carrera para levantar una milimétrica dejada del lapurtarra. Titín se repuso y se marchó para la zaga, un territorio inexplorado para él. Y desde allí conectó tres voleones para sacarse de encima el bombardeo al que le sometieron Xala y Laskurain. No hubo una cuarta volea porque el delantero de Lekuine, por darle altura a la pelota, envió el cuero por encima del fleje lateral. Exhaustos, los riojanos festejaron un tanto que les reportaba la que entonces se convertía en su mayor renta de la tarde. Siete tantos que después crecerían un poco más (10-18 y 13-21).
calambres en el 21 Titín III y Merino II se colocaron a un solo tanto del cartón 22. A un remate o un fallo de cerrar el partido y hacerse con las txapelas. Pero tardó en llegar. Por varios motivos. Primero porque el caracolero se la jugó con una parada al txoko que murió en la chapa del frontis del Bizkaia. Después, porque Xala y Laskurain recurrieron de nuevo al bombardeo para intentar una remontada imposible. Volvieron a defenderse los riojanos como auténticos jabatos, con Merino II cojo y Titín corriendo como un loco de un lado a otro de la cancha. Hasta que Laskurain cerró la jugada con un derechazo, mitad escapada y mitad dejada, que maquilló el electrónico (15-21).
Pero tan titánica lucha estuvo a punto de jugarles una mala pasada a Titín y Merino. Sobre todo al zaguero de Villar de Torre, que se tuvo que retirar a los vestuarios renqueante. Allí permaneció durante casi diez minutos. Los calambres en su pierna derecha pusieron en riesgo su concurso. Pero solo le faltaba un tanto para ganar y regresó a la cancha. Aparentemente sin cojera. Cargaron el juego sus rivales sobre el menor de los hermanos Merino, que no se descompuso. Sin embargo, Laskurain sí. Su quinto error de la final destapó la euforia de los riojanos. De los pelotaris y de su hinchada, tan numerosa como bulliciosa. "Ni Barça, ni Madrid, Merino y Titín". Lo cantaron al principio. Y también al final.